EL MAYOR DÉFICIT ESPAÑOL
Artículo de José María Carrascal en “ABC”
del 28 de febrero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
No estoy
hablando del que señalan la prensa financiera anglosajona, las agencias de
calificación y los expertos económicos. Me refiero a un déficit de mucho más
calado y trascendencia: al que existe en nuestra política, nuestra actitud y
nuestra situación.
Si
tomamos la presente crisis económica como una emergencia -una indigestión, por
ejemplo-, lo que procede es tomarse la medicina que corresponde y volver a la
situación anterior cuanto antes, procurando que los daños sean los menos
posibles. Es lo que están haciendo la mayoría de los países. Pero no lo que
está haciendo España. En España, hemos perdido dos años discutiendo sobre la
crisis, como los conejos que discutían sobre los perros que les perseguían, y
poniéndola parches, como si se tratase de la gripe anual, en vez del mayor «crash» desde 1929. Ahora, con la crisis convertida en
temporal, lo único que se le ocurre al Gobierno es proponer un gran pacto entre
todos los partidos para capearlo. Pero un gran pacto político sólo es una
solución si es auténtico. Si no lo es, no resuelve nada. Al revés, complica
extraordinariamente la situación al dilatarla. Y ese pacto es imposible hoy en
España al no haber acuerdo sobre la naturaleza de la crisis, ni sobre las
medidas a tomar ni sobre quién correrá con los sacrificios. Por no haber, ni
siquiera hay una idea común de Estado y de nación.
A
estas alturas, todavía no sabemos con exactitud qué idea tiene el Gobierno de
la crisis, cuya existencia empezó negando y cuyo fin nos anuncia cada poco, sin
acabar de verse. En cuanto a las medidas, las que anuncia un día, las retira al
siguiente, aparte de la incompatibilidad entre las que propone el Gobierno y el
principal partido de la oposición. Tampoco existe voluntad de sacrificio, al no
creer nadie que se distribuirán equitativamente ni estar nadie dispuesto a
renunciar a sus derechos adquiridos. Por último, no existe el concepto de
Estado o de nación común, al ir cada uno «a lo suyo, y el que venga detrás que arree».
Ese
es el mayor déficit de España, mayor incluso que el que pueda tener en el
terreno económico y financiero, que no es pequeño. Y lo que dificulta tanto
nuestra salida de la crisis. Es la consecuencia de habernos dedicado más a
desunir que a unir, a abrir heridas que a cerrarlas, a mirar al pasado más que
al futuro, a volar puentes en vez de a construirlos. Así hemos retrocedido
hasta encastillarnos cada individuo, región o partido en sus estrechos límites,
no dispuestos a ceder lo más mínimo. Cuando la realidad es que todos, vascos y
andaluces, gallegos y catalanes, empresarios y obreros, estamos en el mismo
bote.
Dan
ganas de asomarse a la ventaba y gritar: ¿hay alguien por ahí capaz de
recuperar el espíritu de cooperación y concordia?