FRANQUISMO HASTA EN LA SOPA
Artículo
de José María Carrascal en “ABC”
del 28 de abril de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
EL
franquismo se ha convertido en la última trinchera de la izquierda. ¡Quién iba
a decírselo a él y a ella! Pero es la única bala que le queda a un gobierno
desbordado por todas partes, sin salirle ninguna cuenta. Ni las económicas, ni
las del estatuto catalán, ni las de la presidencia europea, que está resultando
un auténtico gatillazo. Así que se ha puesto a buscar franquistas hasta debajo
de las piedras.
Vamos
a ayudarle en su labor. No hace falta buscar mucho. La España actual está llena
de franquismo más o menos disimulado. Tenemos partidos políticos, sí, pero
todos funcionan como el antiguo «movimiento». El que se mueve, no sale en la
foto. Allí no se mueve nadie. Y el que se mueve, a la calle de donde vino.
¿Y el
Congreso? ¿Han visto ustedes a algún congresista votar contra lo que le ha
ordenado su jefe de filas? Los únicos que lo han hecho fue
por haberse equivocado. Los demás, a apretar el botón correspondiente. ¿Qué
representación ciudadana es ésa en la que los ciudadanos ni siquiera sabemos el
nombre del que supuestamente nos representa?
Del
poder judicial ¿qué voy a decirles si la progresía es la primera que está
acusándole de ser un nido de franquistas, los Tribunales Supremo y el
Constitucional a la cabeza? Cuando han sido los partidos políticos quienes
nombraron a sus miembros. Aunque la mejor prueba es que si uno de los jueces
que ellos nombraron se atreve a actuar por su cuenta, ponen el grito en el
cielo. ¡Menuda independencia judicial es ésa! Por no hablar ya del Fiscal
General del Estado, al que tienen al pobre de asistente a sus órdenes. Y esto
vale tanto para el PP como para el PSOE, para pequeños como para grandes, para
nacionalistas como para constitucionalistas. Los sindicatos, tres cuartos de lo
mismo. Por lo pronto, son mantenidos por el presupuesto estatal y son tan
«verticales» como los anteriores, con «liberados» del tajo en vez de aquellos «enlaces
sindicales». Aparte de estar más entregados a la agitación ideológica que a la
laboral, a movilizarse a favor de un juez que contra el paro.
Podría
seguir poniendo ejemplos de que el franquismo sigue vivo y coleando en la
España democrática, pero el espacio se me agota y temo no decir lo más
importante: que eso que llamamos franquismo posiblemente sea españolismo. Mejor
dicho: los eternos vicios españoles. Que aquí, de democracia, en la izquierda y
la derecha, poco. Que de responsabilidad, menos. Que si el juez sentencia a
nuestro favor, es bueno, y si sentencia en contra, es malo. Que de los partidos
esperamos que nos coloquen a nuestro hijo tonto, porque el listo ya se las
arreglará por su cuenta. La consigna es: yo agarro lo que puedo y el que venga
detrás, que arree.
(Con
mis excusas a los que se encuentran en medio del fuego cruzado de ambas partes)