DESMEMORIA HISTÓRICA
Artículo de José María Carrascal en “ABC”
del 03 de mayo de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Nueva York
se ha convertido en uno de los escenarios más atractivos de la política
española por la proyección que tiene y los muchos encantos que encierra. Aquí
acaban de coincidir el juez Garzón, en el Foro de Seguridad Global sobre
Terrorismo -viendo «muy discutible la situación de los presos de Guantánamo en
Europa»- y Alfonso Guerra, ponente en el simposio «España 1975-2010»,
organizado por el Centro Cultural Rey Juan Carlos de la Universidad de Nueva
York, que pronto habrá que bautizar Centro de la Izquierda Divina Española en
el Dorado Exilio Neoyorkino.
Tal como
les contó ayer Anna Grau, el ex vicepresidente no desilusionó al respetable,
haciendo al PP «heredero natural del franquismo», con apellidos y todo. Habría
que preguntarle si este PSOE es el heredero de aquel otro que el 25 de
septiembre de 1934 en su órgano «El Socialista» proclamaba: «Renuncie todo el
mundo a la revolución pacífica, que es una utopía; bendita sea la guerra», y el
10 de octubre siguiente se alzaba en armas contra la República. O el de los
oficiales próximos, que sacaron a Calvo Sotelo de su
domicilio para asesinarle. Pero puede que su memoria histórica no llegue tan
lejos.
Llegará,
sin embargo, a la Transición, en la que participó, aunque no en la versión que
dio de ella, tan contradictoria que al final no sabía uno a qué carta quedarse.
De entrada, la defendió, arremetiendo contra los que ahora la deslegitiman,
cuando, según él, fue «el armisticio final de una guerra entre hermanos». Pero
a continuación dio argumentos a quienes la cuestionan por considerar que fue
escrita bajo la amenaza de los sables, al admitir la cautela con que se actuó, «porque
ninguno de nosotros sabía en qué iba a acabar aquello».
Claro
que eso son minucias si se compara con lo que realmente ocurrió: que el «PSOE
renovado» suyo y de Felipe González, que había dejado a los comunistas llevar
el peso de la lucha contra el franquismo mientras ellos eran mimados por la
socialdemocracia alemana, para ganarse las credenciales de opositor, se había
opuesto al «cambio», apostando por la «ruptura». Sólo cuando vieron a Carrillo
entenderse con Adolfo Suárez aceptaron el pacto que, efecto, muñeron Guerra y
Abril Martorell.
Pero lo
más gordo fue que el ex vicepresidente, con su sucesora De la Vega hierática al
lado, olvidó que el mayor crítico de la Transición ha sido Zapatero, que viene
cuestionándola desde comienzos de su mandato, siendo el principal responsable
de que aquel «armisticio entre hermanos» se haya convertido en confrontación
abierta sin posibilidad de pacto. Habiendo el propio Guerra contribuido a ello,
al dar luz verde a un Estatuto catalán claramente anticonstitucional.
Pero tal
vez sea mucho pedir a los políticos que tengan memoria histórica o de cualquier
clase. Esperemos que los historiadores del futuro sean algo más precisos. Por
cierto, el simposio se subtitulaba «Presente después de provenir». Buen título
para tal mejunje.