EL ALDABONAZO DE MARÍA
Artículo de Cayetano Gonzalez en “El Mundo” del 15 de mayo de 2008
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Estoy absolutamente convencido de que María San Gil
nunca hubiera querido tener que anunciar que dejará la dirección del PP vasco
si no recupera la confianza en Rajoy, el mismo día que ETA atentaba con una
furgoneta bomba contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Legutiano
(Alava), causando la muerte del miembro del Instituto Armado Juan Manuel Piñuel
Villalón e hiriendo a cuatro agentes más.
Quien representa mejor que nadie la firmeza en la
lucha contra el terrorismo y la lucha por la libertad en el País Vasco; quien
vivió en persona el asesinato de Gregorio Ordóñez cuando el terrorista García
Gaztelu le asestó dos disparos en la cabeza en el bar La Cepa de San Sebastián;
quien ha tenido que enterrar a muchos compañeros de partido, asesinados por
militar en el PP; quien ha tenido que renunciar a pasear con sus hijos por su
ciudad para no poner en riesgo sus vidas ante la posibilidad cierta de un
atentado contra su persona, se ha visto abocada en las últimas horas a tomar
una serie de decisiones que tendrán graves consecuencias políticas, pero que en
cualquier caso sólo hablan bien de la coherencia y dignidad con la que siempre
se ha movido esta valiente y admirable mujer vasca y española.
María San Gil habló por fin ayer y más clara no pudo
ser: aseguró haberse sentido «engañada» por la actual dirección del PP
-ciertamente, sería más correcto hablar de camarilla de Rajoy-; dejó claro,
respecto a la ponencia política, que no ha querido asumir que «el texto no era
lo más importante; lo era la clara quiebra de la confianza con la dirección
nacional»; subrayó que sus planteamientos habían sido incluidos «a
regañadientes», y anunció que si de aquí al congreso de su partido previsto en
junio no recupera la confianza en Rajoy, renunciará a seguir siendo la
presidenta del PP vasco y, por ende, tampoco será la candidata a lehendakari en
las elecciones autonómicas que tendrán lugar en abril del próximo año si
Ibarretxe no toma la decisión de adelantarlas.
Tanto las acusaciones de María San Gil, que tienen
como destinatario directo a Rajoy, como su más que posible renuncia a seguir
liderando su partido en el País Vasco son de una gravedad enorme y obligan al
actual presidente del PP a decir y hacer algo más que aconsejar a los suyos que
«no digan nada, que no hablen y que no se metan en líos». El político gallego
tiene una nefasta costumbre que habla muy mal de su capacidad de liderazgo:
dejar que los problemas se pudran, pensando que de esa forma se arreglan. Y, al
final, lo que sucede es que no sólo no se arreglan, sino que le estallan entre
las manos y la situación se vuelve incontrolable.
El escenario de una retirada de María San Gil de la
presidencia del PP vasco puede ser letal para este partido en el conjunto de
España y, específicamente, en el País Vasco, con unas elecciones autonómicas en
ciernes, donde va a funcionar un voto útil de los no nacionalistas al PSE y
otro, no tanto de utilidad como de simpatía, a la UPyD de Rosa Díez.
La marcha de San Gil conllevaría la fractura de los
populares vascos después de tantos años de esfuerzo y resistencia. En 1986,
Fraga dejó el centroderecha vasco con dos escaños en el Parlamento de Vitoria.
Jaime Mayor consiguió 19 en las elecciones del 2001 y María San Gil, 15 en el
2005. ¿Alguien duda de que si ella abandona, arrastraría, aunque no lo quiera,
a personas tan ejemplares como Regina Otaola, María José Usandizaga, Carmelo
Barrio, Santiago Abascal (padre e hijo), Carlos Urquijo, Iciar Lamarain y un
largo etcétera de cargos públicos que cada día se juegan literalmente la vida
en defensa de la libertad y de España? En buena lógica, el aldabonazo que ha
dado María San Gil haría reaccionar a cualquiera, incluso a un político tan
obcecado, noqueado y con el rumbo tan perdido desde su derrota el 9-M como el
todavía presidente del PP.