LAS GRANDES EMPRESAS LE HACEN UN
AGUJERO DE MILES DE MILLONES A HACIENDA
EL
TIPO EFECTIVO EN EL IMPUESTO DE SOCIEDADES CAE UN 32%, HASTA EL 16,7%
Informe en “El Confidencial” del 26-1-12
Por
su interés y relevancia he seleccionado el informe que sigue para incluirlo en
este sitio web.
Tiempos duros para la
Hacienda pública. Y no sólo por la contracción de la actividad económica.
También por la aprobación de cambios fiscales que han mermado de forma
significativa su capacidad de recaudación.
Una de las normas fue
aprobada en diciembre de 2010, y se refiere a la libertad de amortización por
inversión en activos fijos, y la otra se aprobará en las próximas semanas con
ocasión de la reforma del sistema financiero. La reforma bancaria le costará al
Fisco ‘tres o cuatro mil millones de euros’ por menores ingresos en el Impuesto
de Sociedades. La consecuencia no es otra que una caída en picado de la
recaudación. Hacienda ingresa hoy por Sociedades menos que hace una
década.
La libertad de
amortización la aprobó el anterior Gobierno en el marco de un paquete de ayudas
públicas para estimular la inversión y el empleo, y casi un año después el
resultado se ha traducido en una caída espectacular de los ingresos públicos.
En particular, en la tributación de los “grandes grupos fiscales”, cuyos pagos
a Hacienda caen a un ritmo del 74,2%. La propia Agencia Tributaria achaca este
desplome -las bases imponibles han retrocedido nada menos que un 80%- a
la libertad de amortización en activos fijos “no condicionada a la
creación de empleo”.
El Real Decreto-Ley,
aprobado en tiempos de la exvicepresidenta Salgado,
establecía un régimen fiscal de libertad de amortización para las
inversiones nuevas del activo fijo afectadas a actividades económicas, y la
gran novedad radicaba en que no se vinculaba el incentivo fiscal al
mantenimiento de los puestos de trabajo, como se exigía en la normativa anterior.
Además, se amplió el ámbito temporal de aplicación de este incentivo fiscal en
tres años adicionales, hasta el año 2015, permitiendo su acceso a las personas
físicas, a los empresarios y a los profesionales.
El resultado es que hoy
el Impuesto de Sociedades es un tributo moribundo. O malherido, como se
prefiera. “En parte”, como reconoce la propia Agencia Tributaria, por esa
norma. De hecho, la recaudación en Sociedades -en todo caso también afectada
por el desplome de los beneficios empresariales-, cae un 8.9% hasta noviembre
en términos homogéneos. En concreto, hasta los 15.137 millones de euros.
El Impuesto de
Sociedades ingresa hoy la cuarta parte que el Impuesto sobre la Renta (64.377
millones en los once primeros meses del año pasado). Y apenas una tercera parte
de lo que recaudaba en 2007, cuando el ‘boom’ del ladrillo disparó los ingresos
fiscales hasta los 44.823 millones de euros.
Más deducciones,
menores tipos efectivos
Lo paradójico es que al
mismo tiempo que aumentaban los beneficios empresariales de forma intensa,
crecían las deducciones y desgravaciones fiscales, lo que ha provocado un hecho
insólito. El tipo efectivo del Impuesto de Sociedades cayó entre 2005 y 2009
nada menos que un 32,2%, según las cifras de la Agencia Tributaria. O lo que es
lo mismo, ha pasado de un 24,5% al 16,7%, casi la mitad que el tipo nominal. Y
eso que formalmente se sitúa en el 30% para las grandes empresas y en el 25%
para las pequeñas.
Hoy, el tipo real o
efectivo sobre la base liquidable que se paga en el Impuesto sobre la Renta (el
80% de los ingresos corresponde a los asalariados) se sitúa en el 17,6%,
incluso por encima del aplicado en el impuesto que grava los beneficios
empresariales.
El ‘agujero’ para
Hacienda no acaba ahí. El aumento de las provisiones bancarias para cubrir la
nueva valoración de los activos inmobiliarios provocará una reducción
sustancial de los beneficios empresariales, y, de manera indirecta, esto
también mermará la recaudación del Impuesto de Sociedades.
Las cifras que se barajan
sobre el volumen de las provisiones se sitúan entre 40.000 y 50.000 millones de
euros, aunque todavía se desconoce de dónde saldrá ese montante. Lo que está
hoy sobre la mesa es que una parte salga de su cuenta de resultados y otra de
sus propias reservas.
Según un experto del
sector financiero con muchos años en el Banco de España, el saneamiento le
puede costar a Hacienda “unos tres o cuatro mil millones de euros”, aunque lo
más probable que es que se haga en dos años para limitar tanto su impacto
fiscal como sus repercusiones sobre las cotizaciones de los bancos al
distribuir menos beneficios. En caso de que las provisiones se hagan contra
reservas, su impacto sería nulo en términos fiscales.
Pero si alguna entidad
entra en pérdidas con el nuevo sistema de provisiones, esos resultados
negativos se convertirían en crédito fiscal. El efecto negativo, por lo tanto,
se concentraría en el primer año, mientras que a medio y largo plazo se iría
diluyendo.