UN PAÍS DE REBAJAS

Después de patearse el patrimonio y de malbaratar el crédito, Zapatero venderá cara su derrota y a un precio ridículo la casa solariega

Artículo de Tomás Cuesta  en “ABC” del 25 de junio de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Hasta los indignados se han ido de puente para darse un respiro después del rifirrafe, pero Rodríguez Zapatero, que cada día está más ido, se obstina, erre que erre, en no marcharse. En la Puerta del Sol —mítico rompeolas de todas las calañas—, la retórica chirle de una revolución de párvulos ha sido arrinconada por el único eslogan que es conceptismo puro. Quintaesencia y no fárrago. «Rebajas», «Soldes», «Sales», proclaman al unísono los escaparates. Vista, suerte y al loro, que la ocasión la pintan calva. No es raro, pues, que en el recinto del Congreso, donde no pierden ripio del eco de la calle, la actividad política, de por sí tan barata, hoy sea un trajín continuo de chollos y de gangas. El Gobierno agoniza y, a fin de comprar tiempo (por si ocurre un milagro, o por si, casualmente, sonase el perroflauta), pretende llenar la caja liquidando el Estado. «Rebajas», «Soldes», «Sales». Dicho de otra manera, para que no se diga que hacemos caso omiso de la diversidad idiomática, «Beherapenak», en vascuence. En catalán, «Rebaixes».

Perdonavidas, altanero, valentón y chulapo, el señor Erkoreka, viajante del PNV y vizcaíno de órdago a la grande, acaba de dibujar el panorama de un certero brochazo. «A costa de tan poco, nunca conseguí tanto». Alíñese el desplante con un mohín de jaque, súmesele el fulgor de una sonrisa acre (un anticipo a cuenta de futuras carcajadas) y cuézase el engrudo a fuego lento en la cocina del diablo de la inanidad parlamentaria. «Manca finezza», claro. Mas, aun así, y dando por sentado que Erkoreka, amén de portavoz, es un bocazas, hay que reconocer sus aptitudes a la hora de exprimir al adversario. Si es renco en sutilezas, en trapicheos no es manco. Especialmente ahora, cuando en las covachuelas del poder se lavan los trapos sucios con el jabón que le dan a los tratantes.

La convalidación del decretazo sobre convenios colectivos (solventada «in extremis»; «in articulo mortis»; en el estertor postrero) no sólo ha demostrado que el rey anda en porreta. También ha puesto en solfa la desnudez del mamporrero. Las idas y venidas de la Ceca a la Meca, de Herodes a Pilatos, del caño extenuado de los triles y el trueque al coro insaciable del «lobby» periférico, colocaron el miércoles el esperpento hispano en el umbral rugiente de la tragedia griega. Después de patearse el patrimonio, de pulirse la hijuela y de malbaratar el crédito, Zapatero venderá cara su derrota y a un precio ridículo la casa solariega. «Rebajas», «Beherapenak», «Rebaixes». Conciertos, desconciertos, traspasos, trasferencias. Se remata un país por no apuntillar a un muerto.

Montaigne, en sus Ensayos, recrea con horror (con un punto, quizá, de truculencia insana) el galope infernal de los jinetes de la peste agostando las calles de Burdeos y los prados de Aquitania. Hubo un momento, escribe, en que la gente llegó a cavar su propia tumba y prefería enterrarse «manu propria» antes de ser pasto de las alimañas. ¿Muerte digna? Ahí les queda un ejemplo inobjetable. El que jamás de los jamases seguirá Zapatero mientras haya carnaza con la que contentar a los mastines y distraer a los mastuerzos que le bailan el agua.

Rebajas, «Soldes» «Sales». Excepto la bajeza, todo se ha rebajado.