LA TRITURADORA
Artículo de ÁLVARO DELGADO-GAL en “ABC” del 09.10.05
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
Con un muy breve comentario al final:
¡QUE EL PSOE SE MUEVA DE
UNA VEZ! (L. B.-B., 9-10-05, 13:00)
La trituradora se ha puesto en marcha, y no habrá quien la
detenga de aquí a un tiempo. Vayamos por partes.
Zapatero ha empezado a buscar una «fórmula transaccional» para que el término
«nación» sea substituido en el Estatut por otro que
alarme menos al personal y no defraude por completo a los partidos catalanes.
Son ganas de perder el tiempo. Ha afirmado Maragall que el Estatut
no se comprendería si se quita «nación» del artículo número uno. Y está en lo
cierto. El texto consiste en una prolija elaboración de lo que cabe llamar ya
el «protoestado catalán», con enganches o
prolongaciones cuyo propósito manifiesto no es mantener a Cataluña sujeta al
resto de España, sino al resto de España tutelada por los intereses catalanes.
Es rigurosamente increíble que la clase política de aquella región haya podido
perpetrar semejante disparate bajo la mirada ausente, complaciente o insipiente
del Gobierno. El Estatuto, en fin, no tiene arreglo. Esto plantea la pregunta
elemental de por qué demonios el presidente, a última hora, ha hecho un
esfuerzo extraordinario para que el invento saliera adelante.
En mi opinión, la pregunta carece de respuesta. Zapatero ha hecho siempre cosas
raras. Por ejemplo, apenas investido, reemplazar al Consejo de Ministros por un
plató de televisión, desde el cual sorprendió a los suyos y a los demás
anunciando la retirada súbita de la tropa de Irak. Se enajenó luego a Estados
Unidos con la soflama tunecina, absolutamente innecesaria. Y así de corrido.
Hace unos días convocó a Mas en otro espasmo
inexplicable, con el resultado de que su equipo, su partido y él mismo se han
colocado en una posición muy delicada. O el documento catalán se aprueba en lo
esencial, y entonces se acaba el Estado, o se rechaza con el concurso
imprescindible del PP. Lo último supondría no sólo la pérdida del apoyo de ERC
en el Congreso, sino una ruptura quizá irreversible con el PSC. Resumiendo: o
le entran tercianas al Estado, o le entran tercianas al Gobierno. Un cambio de
alianzas radical exigiría, es claro, un relevo a la cabeza del Ejecutivo.
El primero que ha entrado en la trituradora es, en consecuencia, Rodríguez
Zapatero. Incluso en el caso de que lograra conservar el equilibrio, su
autoridad quedaría muy seriamente dañada. Medio gabinete ha expresado su
insatisfacción ante el modo como se ha conducido el proceso. Rodríguez Ibarra
ha bramado, Chaves ha enseñado los dientes, y Felipe ha recuperado la
locuacidad. Es natural. El Estatuto está específicamente dirigido contra el
votante socialista. Aumenta, incontrastable, el sentimiento de que Zapatero es
un pirómano que ensaya sus travesuras sin salir de casa.
El segundo candidato a una trituración rápida es el PSC. A estas alturas,
podemos ya asegurar con certidumbre que la intención de CiU era que el Estatuto
zozobrara. Las reclamaciones maximalistas de los convergentes tenían por objeto
que los socialistas dijeran que no. El «sí» no previsto ha dejado a CiU
gratamente sorprendida... y en posición dominante. Tras la aprobación del
documento, consumada en un ambiente de fervor casi unánime, toda complicidad
del PSC con las rebajas que en Madrid se estiman necesarias sería aprovechada
por Mas para poner en evidencia a Maragall y sus
muchachos. Es complicado que ERC pudiera sostener la tensión. Lo más fácil, es
que vuelva a las andadas de julio y se arrime otra vez a CiU. La polarización
inducida forzaría al PSC a elegir. Y no podría hacerlo sin desgarrarse.
El tercer elemento fungible será, si Dios no lo remedia, la propia
Constitución. A menos que una intriga de palacio desmonte a corto plazo a
Zapatero, lo que no parece probable, asistiremos, durante unos meses, a
ejercicios hermenéuticos orientados a hacer compatible la Carta Magna con el
texto de Barcelona. Un ejército de expertos se dedicará a la casuística a gran
escala, buscando un punto medio entre el papel recibido y lo que se acordó en
el 78.
Ahora bien, existen dos tipos de casuística: la funcional y la desesperada. La
primera consiste en hacer aplicable la ley a situaciones nuevas. La segunda, en
demostrar que donde dice «digo», debía decir «Diego». La distancia entre el Estatut y cualquier documento viable es tan abismal, que no
podrán por menos de preponderar las casuísticas desesperadas. Pasado un rato,
la confusión será total, y nadie sabrá qué significa «constitucional». A decir
verdad, nadie sabrá qué significa nada.
Muy breve comentario final:
¡QUE EL PSOE SE MUEVA DE UNA VEZ! (L. B.-B.,
9-10-05, 13:00)
Delgado-Gal realiza un análisis certero de la
situación, y plantea la imposibilidad de una salida si no se exigen
responsabilidades a los dirigentes ineptos que han impulsado todo esto. La
degeneración hay que pararla ya, y corresponde a lo que quede de lucidez y
valentía en el PSOE hacerlo. ¡Pero ya, sin más retrasos! El actual proyecto de
Estatuto no se puede reformar, hay que realizar otro nuevo sobre bases nuevas,
no sobre la perspectiva de la transición a la soberanía de Cataluña.
O el PSOE y el PSC defienden de una vez la
Constitución descabalgando a sus líderes ineptos o no hay salida. Aunque eso
obligue a convocar nuevas elecciones... Aunque alguien podría aceptar la mano
tendida del PP, y abrir un período de estabilización conjunto, con la fórmula
que se considere más conveniente, que quizá debería ser un Gobierno de
coalición a plazo fijo, a fin de reconducir todo el proceso de reforma
constitucional, electoral y estatutaria.
Hace dos años que unos pocos ---muy pocos--- veíamos venir lo que se nos ha echado encima ("Voy a cambiar el tono", L. B.-B., 27-11-03.
Pueden ver mis artículos de aquella época en la página: SOBRE LA SITUACION POLITICA GENERAL Y LA ACTUACION DEL
GOBIERNO ). Y algunos nos tildaron de loquitos. ¡Pero qué desastre
de clase dirigente ---política e intelectual--- tenemos! Por cierto, a
ver si "El País" y demás medios de los portavoces de la de-generación
del 68 recuperan sus valores fundacionales y contribuyen a definir un rumbo
viable para España, que nos hacen falta si lo hacen. Si no, les sucederá lo que
al PSOE si no se mueve: se irán por la alcantarilla de la Historia.
¡Estemos alerta para que ningún actor misterioso
vuelva a desviar el curso del país a partir de ahora!