ESPAÑA FRENÉTICA
Artículo de Álvaro Delgado-Gal en “ABC” del 06.11.05
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
¿Quién hombreó más en el
hemiciclo? ¿Rajoy o Zapatero? La cuestión tiene su gracia, incluso su interés.
Pero ese día sucedieron cosas infinitamente más importantes. Tiempo habrá de
repasar los granos del rosario, uno a uno. Hoy me urge señalar, con un
sentimiento genuino de escándalo, que el miércoles pasado no sólo se le dijo
sólo al PP que estaba en minoría, o mejor, en soledad. Se sostuvo de añadidura
que era un huésped de segunda, una suerte de intruso, en el recinto democrático.
Las diez horas largas de debate fueron empleadas, no para discutir el Estatut,
sino para afirmar que la negativa del PP a recibirlo en su formato actual
demuestra que la cabra tira al monte, y que la palabra «libertad», o la palabra
«Constitución» no valen lo mismo en quien viene del franquismo que en un
socialista o un nacionalista agraviado por los abusos de la dictadura. Hemos
asistido, en fin, a la estigmatización moral de la derecha. La derecha padece,
por las trazas, un defecto de fábrica. Sus tesis quedan inhabilitadas de raíz.
Son malas, más que su por contenido, por la naturaleza intrínsecamente viciada
del que las enuncia.
Ignoro si asistimos a un hecho catastrófico o a una ilusión, provocada de modo
contingente por la mayoría también contingente en que se apoya el Gobierno y la
forma como aquélla se desplegó para defender de consuno la tramitación
parlamentaria del texto catalán. Quiero creer lo segundo. Quiero creerlo, porque
me espanta la alternativa de no creerlo. Manuela de Madre, en una intervención
áspera y desafortunadísima, abrió fuego recordando que no todos habían cantado
en su momento «Llibertat, amnistia i Estatut d`Autonomia». El resto de los
grupos, con la excepción del canario, apretaron la misma tecla, con distinta
intensidad. Unos, afearon que Fraga no hubiese votado el artículo VIII de la
Carta Magna; otros, exhumaron por enésima vez la proclamación anticonstitucional
hecha por Aznar en un diario de la Rioja, cuando todavía gastaba pantalones
cortos; Zapatero sacó a relucir a González de la Mora; Puigcercós jalonó sus
diatribas con latiguillos del tipo de «la derecha, o sea, los de siempre»; y
Carod, que se había contenido en su exposición de la mañana, se tomó el desquite
por la tarde con dos atrocidades. Señaló, primero, que el referente de los
populares no era el Siglo de las Luces sino el uno de abril de 1939. Y citó
luego a Brecht: «Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé
porque no era comunista. Después vinieron a por los socialistas y los
sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron a
por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron a por mí, y
para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí». Por cierto, no
es Brecht el autor de la frase, sino Martin Niemoeller. Como tampoco escribió
Cervantes «Ladran, luego cabalgamos», la otra cita de Carod. El filólogo no
acertó una. Pero esto, naturalmente, es secundario. Lo grave fue la
identificación implícita de los populares con los nazis. El efecto agregado
resultó penoso. Unos descalificaban al PP en letras rojo escarlata. Y otros, en
tonos apastelados. Ahora bien, como se mostraban todos de acuerdo, entre sí y
contra el enemigo común, las invectivas o reproches se fundieron en un todo y lo
que se percibió fue un coro unánime. El mensaje sonaba así: «señores de la
derecha, ustedes están de prestado en esta casa respetable».
El PP ha insultado a dirigentes socialistas. Y de vez en cuando, ha cometido
fealdades políticas considerables, y hasta imperdonables. Pero no ha llegado a
argumentar que la izquierda es rechazable por definición. Aquí empezamos a sacar
los pies del tiesto con los asaltos a las sedes populares, especialmente
virulentos, dicho sea de paso, en Cataluña, y después se ha recuperado la
memoria de los muertos y la guerra civil, no para ilustración de la ciudadanía,
o mejor conocimiento de la historia, sino con fines polémicos.
El sistema actual de alianzas ha entrado en resonancia con esos resabios y
recargado el ambiente hasta extremos peligrosísimos. Es verdad, de acuerdo, que
un porcentaje no menudo de la derecha procede, de alguna manera, de Franco. ¿Y
qué? Franco, decisivo durante cuarenta años de vida española, puede ser
superado, no anulado. Lo importante, sin embargo, es que la derecha está dentro
del sistema. De cuerpo entero. Los que juegan a expulsarla a las tinieblas han
perdido la cabeza.