LA INAPLAZABLE REGENERACIÓN DE LA VIDA PÚBLICA.
Artículo de Rosa Díez en su blog de “¡Basta Ya!” del 02 de noviembre de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
Con un breve comentario al final:
Y LA IMPLACABLE DEGENERACION DE LA UPyD
Luis Bouza-Brey (2-11-09, 18:00)
El bochorno que sienten la inmensa mayoría de los ciudadanos ante los escándalos de corrupción que afloran cada día en nuestro país es de tal calibre que no hace falta argumentarlo. Hemos pasado del desapego hacia la política, los políticos y los partidos políticos al rechazo automático respecto de todo lo que tiene que ver con la actividad política. Lo cual no deja de ser un drama.
Es un
drama porque sin política no hay democracia. Y sin democracia no hay libertad;
y sin libertad no merece la pena vivir. Escribía Mario Onaindía
en uno de sus libros --hablando de la batalla que librábamos en el País
Vasco--, que "Si no hubiera sabido que el premio era la libertad,
nunca hubiera iniciado una batalla tan peligrosa". Salvadas las distancias
y sin el dramatismo de la amenaza de muerte, es ese mismo el impulso vital
por la libertad y la igualdad lo que debe seguir moviéndonos a dar la
batalla ante el panorama desolador que nos rodea. Porque de eso estamos
hablando, de la urgente necesidad de regenerar la democracia para
reconciliarnos con la política y para ganar la batalla a la oscuridad.
No
quiero parecer dramática; pero creo que estamos en un fin de ciclo que viene
marcado por la desesperanza en la llamada clase política (que se extiende
al establishment mediático y económico) y la ruptura
de todas las reglas, de todos los códigos de encuentro y de comportamiento
que nos permitieron construir la democracia tras la muerte del dictador.
Los ciudadanos no se fían de los políticos que ellos mismos han elegido, en
buena medida porque las apariciones de éstos en los medios de
comunicación vienen marcadas por las broncas entre ellos, por las descalificaciones
mutuas o por las noticias de corrupciones varias, desde las puramente
económicas hasta los casos de transfuguismo o las peleas de control partidario
de las instituciones financieras, todos ellos igualmente denunciables.
Muchos
políticos dedican cada hora de su vida al trabajo honesto y sacrificado. Muchos
políticos combinan su labor en modestos ayuntamientos con su trabajo
remunerado en su actividad privada. Muchos políticos le quitan horas a su
sueño, a sus amigos , a su familia, para trabajar por
el interés común. Son la inmensa mayoría; pero esos políticos jamás aparecen en
las noticias. También es cierto que los que aparecen por estar desfalcando la
democracia son demasiados; y eso que no conocemos a todos los que se benefician
de su cargo público para defraudar los intereses de los ciudadanos. De estos
últimos, de los que avergüenzan al sistema, es de los que hemos de ocuparnos.
Para
acercarnos realmente al problema, para hincarle el diente, hay que empezar por
reconocer su verdadera dimensión. No sirve con afirmar que corruptos
y golfos los hay en todo colectivo humano, como he escuchado estos días a
diestra y siniestra a propósito de las detenciones de dirigentes del PSC y de
CIU, de la dimisión (o así) de un Vicepresidente de Ceuta del PP, del escándalo
(siempre sabido y siempre ocultado) de ese comodín balear llamado Munar, o de las mociones de censura protagonizadas por
tránsfugas del PSOE o del PP en Galicia, Benidorm o Andalucía. Claro que en
cualquier lugar te encuentras con mala gente, con aprovechados, con
personajillos que entienden la política como una oportunidad para medrar,
cuando no para destruir aquello que no pueden controlar.
Por
eso, porque sabemos de la debilidad de la condición humana, hay que establecer
reglas preventivas. Quienes sabemos de la importancia de la acción política
como instrumento imprescindible para cambiar la sociedad hemos de ser
extremadamente cautos y rigurosos. Además de promover cambios legislativos en
materias como la financiación de los partidos políticos, la ley electoral, las
leyes urbanísticas o el código penal para evitar cualquier tipo de impunidad,
hemos de establecer reglas férreas en el seno de las organizaciones políticas.
Reglas que prevengan todo tipo de comportamiento incompatible con la
regeneración democrática de la sociedad, que debiera ser en este momento
la tarea principal los partidos políticos. Ha de haber reglas de
comportamiento claras, códigos de conducta que se apliquen a todos por
igual. Si el PP o el PSOE no hubieran caído en ese proceso de
centrifugación que les impide tomar decisiones en el seno de su
organización, casos como el del Gürtel o el de la Munar o el de Santa Coloma de Gramanet
no se hubieran llegado a producir. Los partidos
políticos mayoritarios del país, transmutados en coaliciones de los
diferentes reinos de taifas regionales, se han convertido en organizaciones
inútiles para evitar y perseguir los comportamientos irresponsables y
contrarios al interés general dentro de sus propias formaciones políticas; y
por tanto han dejado de ser instrumentos útiles para promover un proceso de
regeneración democrática en la propia sociedad.
Los ciudadanos saben ni el PSOE o el PP serán
capaces de promover normas de regeneración en la vida pública puesto que son
incapaces de aplicarlas dentro de sus propias formaciones políticas. Y mientras esto siga así,
mientras los escándalos ocupen el espacio de la política, el desapego, la
desconfianza, el desencanto y, por qué no decirlo, el asco, sustituirá al
espíritu cívico y participativo que nuestro país necesita para salir adelante.
Hoy
más que nunca este pequeño partido nuestro tiene ante sí una enorme
responsabilidad. Millones de ciudadanos buscan aire para respirar entre tanta
podredumbre, ante tanto desafuero, ante tanta irresponsabilidad. Son legión los
ciudadanos que no se resignan a dejar que las cosas vayan cayendo a este pozo
sin fondo al que parecen llevarnos las ambiciones y la mediocridad de los unos
y de los otros. Frente a un partido (el PSOE) que gobierna sólo para mantenerse en el
poder, que está dispuesto a encontrar cada día elementos nuevos para dividir
más a la sociedad y para demonizar a todo aquel que no coincida con su
verdad, está otro partido (el PP) que sólo aspira a heredar. Un partido que ha
perdido por el camino toda esperanza de representar en España a una derecha
europea normal (o sea, nacional), y que no tiene otra ambición que estar ahí
esperando a que caiga Zapatero para quedarse con los restos del naufragio. El
PSOE dejó de ser hace tiempo un partido de estado (en el sentido de
defender la unidad de la nación española para garantizar la igualdad de
todos los ciudadanos); y el PP ser ha convertido en
una coalición de derechas autónomas. O sea, que ni el uno ni el otro
tienen política nacional, ni el uno ni el otro tienen la menor ambición de
país.
¿Cómo
salir de la crisis institucional que asola España en estas circunstancias? La
inevitable alternativa política se abriría paso más rápidamente si la
España económica y la España mediática tomaran consciencia de que estos dos no
tienen arreglo y actuaran en consecuencia. Haría falta que los medios de
comunicación hicieran algo más que dar recetas al PP y al PSOE para
que actuaran a la luz de sus editoriales si no quieren verse privados de
espacios mediáticos favorables a sus tesis. Pero ese es un mundo que nosotros
ni podemos ni queremos controlar. Por eso hemos de reforzar nuestro trabajo y
nuestro discurso. Por eso hemos de estar en todos los espacios en los que
podamos relacionarnos con la sociedad para hacer propuestas positivas y
defender lo que nos une, esa tercera España que se abre paso entre las nieblas
de la corrupción y el desencanto.
Nacimos
como partido político para regenerar la vida pública española; nacimos para
promover cambios legislativos que garanticen la igualdad entre todos los
ciudadanos, tales como la ley electoral; nacimos para promover que derechos
constitucionales como la Educación, la Salud y los Servicios Sociales
básicos fueran garantizadas por el Estado en condiciones de igualdad
para todos los españoles; nacimos para promover una Justicia independiente;
nacimos para defender la igualdad y la libertad. Por eso, hoy más que nunca,
hay que seguir adelante. Porque, como decía Mario, el premio merece la
pena. Y porque, aunque suene un poco bilbaíno, la gente nos necesita.
Esta
tercera España es la nuestra, la que nosotros representamos. La que sueñan
millones de ciudadanos que ni siquiera han pensado aún en ella.
Con un breve comentario al final:
Y LA IMPLACABLE DEGENERACION DE LA UPyD
Luis Bouza-Brey (2-11-09, 18:00)
“Los ciudadanos saben que
ni el PSOE o el PP serán capaces de promover normas de regeneración
en la vida pública puesto que son incapaces de aplicarlas dentro de sus propias
formaciones políticas” (Rosa Díez, 2-11-09)
Les recomiendo la lectura de este artículo para que puedan “venir a UPyD y contarlo” (por cierto, no sé de qué me suena esta
frase, de algo de Euskadi en los años ochenta, y quizá se pueda aplicar también
a la UPyD de finales de los dos mil). Y si leen la
zona formateada por mi en
azul, una de cuyas partes cito arriba, podrán comprender mejor la esquizofrenia
y paranoia políticas que afectan a los dirigentes de UPyD.
Porque, ¿cómo se puede criticar a los demás partidos por incapaces para
promover normas de regeneración democrática y no mirarse en el espejo del propio partido, en
donde no cesan de aumentar las protestas y abandonos por el caciquismo
despótico de sus dirigentes?
La esquizofrenia política de Rosa Díez se hace cada vez más notoria,
y la paranoia política de Martínez Gorriarán ya está absolutamente desquiciada,
con expedientes e insultos a los críticos y la aplicación de la pauta de la ley
del embudo (para mi lo más ancho y para ti lo más
agudo) en las relaciones de una dirección autodesignada,
con los afiliados que les pagan el sustento, pegan carteles y ponen mesas
petitorias. ¡Menuda Degeneración Dedocrática! ¡Y
progresando!