LA
HIBERNACIÓN DE LOS NACIONALISMOS
Artículo de Urtica Dioica en “La estrella Digital” del 12.04.08
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
Al analizar los comportamientos públicos de la gente
no conviene olvidar que, al igual que en la naturaleza se pueden observar con
claridad los ciclos biológicos de algunos seres vivos, en la política se pueden
identificar sin dificultad los ciclos electorales de los partidos. Esta
realidad cíclica es especialmente significativa en la vida de los partidos
nacionalistas que completan el mapa parlamentario español.
En las elecciones generales está en juego quién es el
presidente del Gobierno de España y, por eso, hay más ciudadanos que dan la
espalda a los candidatos nacionalistas que no tienen posibilidad alguna de
lograrlo, para dar su voto directamente a los candidatos nacionales que sí las
tienen. En esta época, los partidos nacionalistas entran en hibernación, tanto
más intensa cuanto más hayan colaborado y se hayan confundido con el partido
del Gobierno. Esto, sumado a las mofas de Carod-Rovira —sobre coronas de
espinas o sobre banderas españolas en la tintorería— impropias de un líder,
explicaría la espectacular caída de ERC en beneficio de los socialistas
catalanes, o los 10 puntos de diferencia entre elecciones autonómicas y
generales que caracterizan al BNG.
La bajada del PNV, lo mismo que la de CiU del 2004, de
la que no se recuperó en estas últimas, tienen mucho que ver, además, con sus
problemas internos de liderazgo y de estrategia. El PNV no ha digerido los
relevos de Ardanza en Ajuria Enea y de Arzalluz en el EBB, con todo lo que ello conlleva. El
lehendakari Ardanza lideró un pacto de todas las
fuerzas políticas vascas para luchar contra ETA, y eso fue un gran activo
político —insuficientemente aprovechado— que su sucesor Ibarretxe
sustituyó por un plan propio de un iluminado —disfraz común de los mediocres—
para destrozar la herencia recibida de unidad exterior, y acabar afectando
gravemente a la unidad interior del PNV. Los resultados electorales lo
corroboran.
El mal de CiU nace de la pérdida de liderazgo que se
derivó de la diferencia de talla política existente entre Jordi Pujol y Artur Mas: 17/18 escaños en los años 90, frente a los 10/11
actuales. El amor zapateril y la estrategia suicida
de un Artur Mas, jaleado por unos pocos fans, para
descalificar sistemáticamente los innegables logros del Gobierno del PP en
Cataluña, conseguidos precisamente con el apoyo de CiU, ha acabado por regalar
el partido a su adversario socialista, José Montilla, sostenido por ERC, a
pesar de los esfuerzos encomiables de Durán y Lleida para impedirlo.
Pero, a partir de ahora, con la llegada de las
elecciones autonómicas en Galicia, País Vasco y Cataluña, los nacionalistas
irán saliendo de su letargo. Vienen tiempos favorables para ellos. Pero todos
presentan dolencias graves en su musculatura política y está por ver si las
podrán superar antes de las citas con las urnas.