RECUPERAR CATALUÑA
Artículo de David Ortega Gutiérrez en “El Imparcial” del 23 de junio de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
La política es un arte complicado, donde hace falta tener una magnífica preparación para cumplir con el objetivo principal, que no es otro que servir a los ciudadanos. No debe confundirse servir a los ciudadanos, con servirse de los ciudadanos, que suena parecido, pero es diametralmente lo opuesto. En el primer caso se vive para la política, en el segundo de la política, la diferencia es total.
Llevó
algún tiempo siguiendo con bastante interés la política catalana y no deja de
sorprenderme la abismal separación, cada vez mayor, que encuentro entre el
pueblo catalán y sus políticos o dirigentes, cada día más sordos y ciegos
imbuidos en su microcosmos nacionalista. Trataré de explicarme. De entrada
siempre he desconfiado de aquellos políticos que identifican al pueblo con
ellos mismos, esto es, Cataluña son ellos o Cataluña se reduce a lo que ellos
piensan y determinan. Pongamos un ejemplo. Asisto atónito al enorme cansancio
que el pueblo catalán manifiesta frente a las posturas independentistas, que a
la luz de las consultas ilegales realizadas -la última hace pocos días-, apoyan
mínimamente y, sin embargo, los políticos catalanes, erre que erre, a lo suyo.
¡Qué más da lo que importe a los ciudadanos! Y aprueban en su Parlamento la
tramitación para un referéndum secesionista vinculante, con el hombre de Estado
bipolar (en Madrid digo A y en Barcelona Z) a la cabeza. Mientras tanto, ¿qué
vive realmente el ciudadano de Cataluña? Les daré algunos datos curiosos para
que comprendamos mejor al pobre y sufrido pueblo catalán.
Los
políticos catalanes, no Cataluña, han conseguido que esta Comunidad Autónoma
sea la más endeuda de España (25.079 millones, más del 26% de toda la deuda
acumulada). En proporción a su población (7,5 mill.),
es la única que multiplica por más de tres su deuda, seguida de Baleares y la
Comunidad Valenciana. El pasado año el crecimiento del PIB catalán fue el
segundo peor de España (-4,69%). Su tasa de paro es superior a la de Navarra,
País Vasco, Cantabria, Galicia, La Rioja, Aragón, Asturias, Castilla y León o
Madrid; y desde el año 2006 -un año antes que en el cómputo global de España-
no ha dejado de crecer. Según el anuario estadístico de Cataluña (www.idescat.cat) los
hogares con dificultades económicas no han dejado de aumentar desde el año
2001. Incluso en ecologismo, los políticos catalanes han situado a Cataluña a
la cabeza del ranking regional de residuos peligrosos con un 24% en el año
2007, seguido de lejos por el País Vasco con un 14 %. Un reciente estudio sobre
“El coste del Estado autonómico” (ed. Fundación Progreso y Democracia, 2010)
sitúa a Cataluña como la Comunidad Autónoma menos eficiente de España en
relación a su gasto corriente e incremento del PIB, al ser la única con más
gasto corriente que la media nacional y menor incremento del PIB que la media
nacional. Dudoso honor que se repite con el gasto de personal (ver págs.
98-100). Último dato, la agencia de calificación crediticia Moody´s
rebajó hace siete meses -dic. 2009- el rating de Cataluña.
Ya sé
que para los políticos catalanes toda la culpa es de otros, ellos no son
responsables de lo que sucede en Cataluña. El victimismo históricamente es una
de las señas de identidad del nacionalismo. La culpa siempre es de otro -a
excepción del veterano Pujol que el pasado domingo reconoció en una entrevista
en un periódico de ámbito nacional que “el momento actual de Cataluña es un mal
momento. Cataluña vive un momento difícil. Aquí se han cometido errores”-.
¡Cuidado que hay amores que matan! Los políticos catalanes dicen querer mucho a
Cataluña, pero a la luz de los datos, mejor que el ciudadano catalán busque
otra pareja política.
No
entiendo España sin Cataluña y siento un profundo respeto y cariño por el
pueblo catalán, que estoicamente está soportando y sufriendo una clase política
nefasta, tal y como demuestran los datos que he aportado. Tengo claro que
necesitamos de lo mejor de los catalanes para un verdadero progreso institucional
en España. A ver cuándo los políticos catalanes escuchan a sus ciudadanos, que
están hasta el gorro de la apuesta independentista y que apoyaron
minoritariamente el Estatut (no más de uno de cada
tres catalanes). Como cualquier ciudadano sensato, lo único que quiere es que
le dejen vivir en paz y con buenos servicios de justicia, sanidad, educación,
energético, etc. Recuerdo un editorial conjunto de los medios de comunicación
social de Cataluña titulado la “Dignidad de Cataluña”, creo que es el momento de
señalar, a políticos y prensa, que la dignidad de Cataluña no vale nada sin la
dignidad de los catalanes.