El PSOE debe cerrar con
el menor coste para el país la recomposición de su discutido liderazgo
Editorial
de “El País” del 26
de mayo de 2011
Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para
incluirlo en este sitio web
La crisis interna desencadenada en el Partido
Socialista por la severa derrota en las elecciones municipales y autonómicas
del pasado domingo no es la de una fuerza política cualquiera; es la del
partido que sustenta al Gobierno en uno de los momentos económicos más
difíciles por los que ha pasado España. Las decisiones que adopten sus
dirigentes para resolver su principal problema, que no es tanto la elección de
un candidato para las elecciones generales como la recomposición de un
liderazgo en entredicho, afecta, por eso, a la totalidad del país y a su
inmediato futuro. Un paso en falso y no solo perderán unas elecciones que ya parecen
perdidas, sino que pueden arrastrar mucho más en su desplome.
En estos momentos, no es la presidencia del Gobierno
lo que está en discusión. Por adversos que hayan sido los resultados del
domingo, y por mucho que quepa interpretarlos como un signo político de
desaprobación ciudadana, los socialistas siguen siendo el grupo mayoritario en
la Cámara y, en la lógica parlamentaria, esa es la única condición para que un
Gobierno siga ejerciendo sus funciones. Si faltase a ellas, bien porque no
logre conformar una mayoría para aprobar sus iniciativas, bien porque se
enroque en la inmovilidad para continuar en el poder, habrá sonado la hora de
reclamar al presidente un adelanto electoral, que es de su exclusiva
competencia. Ninguna de estas circunstancias se ha producido hasta ahora.
Nadie ajeno al PSOE está legítimamente autorizado para
interferir en la elección de sus cargos de responsabilidad. Otra cosa es el
marco interno en el que debe realizarse esa elección, puesto que la adopción de
uno u otro puede afectar a la gobernabilidad del país en circunstancias graves
y, también, a la tarea de oposición que, previsiblemente, aguarda al PSOE. El
secretario general de los socialistas vascos, Patxi
López, ha avanzado una propuesta para celebrar un congreso en lugar de unas
primarias. Esta es una buena fórmula para responder a la demanda de un debate
de fondo sobre los resultados electorales y para la reformulación de un
proyecto agotado por la crisis económica, aunque no está exenta de riesgos. Los
dirigentes que aspiren a competir en unas primarias también podrían hacerlo en
un congreso, aunque finalmente el mejor método será el que permita cerrar con
el menor coste para el país la recomposición del liderazgo que necesita el
socialismo.
Quedarse en la mera selección de un candidato para
unas elecciones generales que parecen perdidas conduce al Partido Socialista a
regresar al mismo punto que hoy, solo que con una nueva derrota a sus espaldas
y sin esfuerzo alguno de renovación ideológica por medio. La persona que quede
al frente del partido tiene como principal misión, salvo muy improbables
sorpresas, disponer las cosas para una travesía del desierto. Está en juego el
futuro y el peso del principal partido de la izquierda, pero también que el
próximo Gobierno cuente con suficientes contrapesos.