PERVERSION DE LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA

Artículo de Erasmo de Salinas en “Ciudadanos en la Red” del 9-5-08

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

En nuestro país no hay democracia, solo hay una demagogia travestida de democracia. Los partidos políticos no son organizaciones democráticas, ni nada que recuerde a la democracia, sino estructuras ordenadas y jerarquizadas por criterios autoritarios, dogmáticos y sectarios.

La configuración del poder se desarrolla en el seno de los partidos políticos, habitualmente contra los intereses legítimos de los ciudadanos, en una abominable pantomima, una extravagante simulación y una frívola apariencia.

¿Cuántos expulsados ha tenido el PSOE durante la pasada legislatura por no seguir los mandatos del aparato? ¿Alguien se cree que unas elecciones primarias resolverían los problemas de democracia interna en el PP? ¿Izquierda Unida saldrá adelante tras la debacle que está viviendo?

Los partidos políticos españoles, construidos en la resaca del franquismo, tienen que evolucionar hacia la democracia, porque son organizaciones que funcionan con criterios dogmáticos, y en ocasiones tiránicos, sin un mínimo atisbo de autocrítica interna, y con un desprecio absoluto por la dignidad de sus militantes y electores, y en por todos los ciudadanos a los que representan.

Los partidos políticos españoles son auténticas pirámides de poder, en las que descansan momificados los derechos fundamentales de los ciudadanos, el eterno sueño de su liberación imposible. La configuración del poder en el interior de los partidos políticos, se rige por criterios autoritarios que recuerdan al feudalismo o las estructuras militares de los regímenes totalitarios.

En España no ha habido auténtica democracia a lo largo de toda la transición, más bien un sistema oligárquico restringido a un elenco de privilegiados que se han ido intercambiando el poder, y que acceden a sus puestos por unas reglas de selección que emulan los procesos de reclutamiento de las mafias tradicionales.

La primera trampa de nuestra democracia es que los ciudadanos no pueden elegir libremente a sus representantes políticos, solamente pueden decidir entre las alternativas que les ofrecen, o sencillamente abstenerse de participar en el "juego democrático" existente.

La segunda trampa de nuestra democracia es que una vez que los ciudadanos depositan su voto en las urnas, adquieren la condición de gobernados o súbditos. La soberanía del pueblo se restringe a un solo día cada cuatro años, mientras que los políticos ejercen su poder sobre los 1455 restantes.

Cuando Rousseau escribió El Contrato Social, nunca pensó que la voluntad general del pueblo pudiera ser usurpada por una legión de detentadores como la que rige nuestra existencia. Cuando Montesquieu escribió El Espíritu de las Leyes, jamás pensó que el poder ejecutivo esclavizara al poder legislativo y al judicial. Nunca imaginaron que la política pudiera ser ejercida sin "areté".

Locke, Hobbes y Voltaire no se equivocaron, nuestros políticos son los lobos que usurpan lo mejor de nuestra naturaleza, en su propio y exclusivo beneficio, para lo que no escatiman en opresiones e inequidades contra sus propios electores. ¡Cuánto recuerdan a la Nomenklatura de la extinta Unión Soviética, estos deleznables estafadores públicos!

En la polis griega, la vida política de los ciudadanos era el área más importante de sus vidas; los griegos no delegaban en los demás y tenían estrictos controles sobre los límites del poder de los representantes políticos que elegían, siempre por cortos espacios de tiempo.

En la democracia española actual, los ciudadanos aceptan lo que les ofrecen y acuden a votar cada cuatro años como borregos guiados por los pastores de turno, que son los medios de comunicación subvencionados desde el poder.

Como auténtico ganado nos tratan los políticos, cuando el nivel cultural y los criterios racionales de la población española actual son más que suficientes para decidir sobre la inmensa mayoría de los problemas públicos y privados que se presentan en nuestro país.

Los ciudadanos tendremos que quitarnos de encima muy pronto el yugo de la tutela política que ejercen sobre nuestra libertad los políticos, como si fuéramos niños que no saben lo que es bueno para su presente y su futuro.

Es una auténtica tomadura de pelo, que algunos reconocidos incapaces, elevados por sus artimañas y arteras habilidades, hayan sido elegidos para representar a personas formadas, maduras, racionales, que saben decidir por sí mismas lo que les conviene.

Es necesario que vayamos pensando en una nueva revolución, porque si hace 200 años los políticos nos libraron del absolutismo monárquico y el yugo religioso, hoy se han convertido en un nuevo absolutismo que debemos desterrar de nuestras vidas. Es la hora de los ciudadanos, la hora de erradicar a los "nuevos señores" de nuestra existencia.

Todos los ciudadanos somos iguales ante la ley, y eso no admite las diferencias de privilegios entre ciudadanos y políticos. La democracia no se puede restringir a la equidad entre seres humanos y votos, es imprescindible la homogeneidad entre ciudadanos y políticos, porque los políticos se han convertido en una clase dominante, sustituyendo la herencia de la antigua nobleza por la adscripción discriminante de la mano amiga del poderoso de turno.

Si la revolución industrial nos convirtió en asalariados, esclavos que enajenan su vida a la limitación de la supervivencia controlada; la transición política nos ha convertido en ganado concentrado en granjas electorales, del que extraen sus privilegios quienes nos representan políticamente, que son los nuevos amos a los que debemos servidumbre. ¿Vamos a seguir así?

Erasmo de Salinas