UPyD, DEL DESIDERATUM AL FIASCO POLITICO
Artículo de Erasmo de Salinas en “Ciudadanos en la red” del 30 de mayo de 2008
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Hace menos de un año, la formación que lidera
Rosa Díez se convirtió en sus comienzos en la gran esperanza para las
maltrechas expectativas políticas de los ciudadanos españoles. Con el logro de
un escaño en las pasadas elecciones generales, se dio un paso de gigante hacia
algún sitio que todavía no se sabe muy bien si es el principio del fin o el fin
del principio.
Hoy se puede decir que UPyD
ha defraudado la ilusión de los que esperaban algo nuevo, porque es más de lo
mismo. Sirve al sistema político español, cumpliendo funciones nuevas, que
otras formaciones habían abandonado, pero el resultado, tras un tiempo
considerable es absolutamente insuficiente, porque esta formación política no
ha sido capaz de congregar las dispersas voluntades regeneracionistas que
pululan por el país y exclusivamente se mueve en el ámbito concreto de sus
particulares expectativas (y obsesiones), y autolimitaciones.
Parece que el efecto político de UPyD tiene una pretensión balsámica para apaciguar las iras
de los sectores menos informados, desinformados e intoxicados, de la población
española, ahora que están a punto de comprobar que frágil es su bienestar, y
cuanto puede llegar a mentir un político como Rodríguez Zapatero, para obtener
su reelección.
Entre los ciudadanos españoles hay diversas categorías según la información
política de la que disponen; los que se encuentran en posiciones más avanzadas,
es decir, en las trincheras
de la resistencia, y que siguen cotidianamente el descalabro del
Estado, la debacle de nuestra economía (4,7 % de inflación), las usurpaciones
de los nacionalismos, y la nimiedad repulsiva del Presidente del Gobierno y su
corte, no parece que se sientan confortados con la denuncia de lo que ocurre en
este país, porque realmente, Rosa Díez está manifestando en su discurso
político las cosas que llevan años denunciándose, por parte de los sectores más
beligerantes; pero lamentablemente, lo que ayer era imprescindible, hoy ya no
sirve de nada.
Si bien el papel desarrollado por Rosa Díez
en estos meses es disruptivo con la cadencia de la degeneración política, sólo
alcanza el máximo reconocimiento de algún titular de periódico y algún
comentario por parte del periodista de relumbre afín, pero sus intervenciones
parlamentarias, desgraciadamente, formarán parte exclusivamente de la historia
de la retórica del Congreso de los Diputados, y de las hemerotecas de la
denuncia.
El problema de UPyD
no es otro que la incapacidad de sus organizadores para establecer un gran
frente transversal, en el que se mezclen ciudadanos y políticos, que defienda
por tierra, mar y aire la continuidad de la nación española, como marco
indispensable en la defensa de los derechos constitucionales de los ciudadanos.
Vuelven a repetirse los errores cometidos en Ciutadans, el debate de si debe primar la consolidación
sobre la expansión es un recurso para el entretenimiento de las bases, mientras
las élites organizan a su medida el partido, nada tiene que ver con lo anunciado
en su ideario y programas, con sus propuestas públicas.
En realidad, lo que impide el funcionamiento
de este partido y está sobre la mesa, es la configuración de UPyD, que debe esclarecerse entre dos alternativas: ser un
partido convencional o ser un movimiento ciudadano transversal, al estilo del
Movimiento Democrático francés dirigido por Bayrou, o
los movimientos de regeneración antipolíticos
italianos como los promovidos por Beppo Grillo y
Antonio di Pietro.
Ejemplo de todas las arbitrariedades y
sinrazones sigue siendo el caso de UPyD en Cataluña,
por ejemplo, ¿cómo se puede hacer un discurso contra el nacionalismo en España
omitiendo iniciativas, discursos y denuncias de lo que está ocurriendo en el
feudo del tripartit, donde se está aplastando cada
día lo español?
El problema acontece porque la gente que está
en la dirección de UPyD sólo conoce las barbaridades
del nacionalismo vasco por su adscripción a Basta Ya, pero no tiene ni pajolera
idea de la dramática situación que se vive en Cataluña si alguien pretende
seguir siendo y sintiéndose español.
Y la dirección de UPyD,
en vez de confiar en los grupos disidentes organizados que actúan en paralelo
con sus vindicaciones, ha preferido delegar la defensa de su pabellón a quienes
se han dedicado a boicotear la resistencia anticatalanista,
concediéndole un balón de oxigeno a Ciutadans, para
que resuelva sus incongruencias. Y por qué no decirlo, también a Montilla.
El coste político que supone este trato
discriminatorio de los españoles que viven en Cataluña, es inmenso, porque cada
día que pasa, el nacionalismo catalán se afianza más en el poder, sin
resistencia alguna, ni de Ciutadans, ni de UPyD.
Es lamentable, pero parece que UPyD ya ha descontado
Cataluña de sus objetivos políticos, asumiendo que el dictamen constitucional
sobre el Estatut será irrevocable. En lo que ocurre
en Cataluña, se puede contemplar la auténtica dimensión política de las
aspiraciones del partido de Rosa Díez, radical en su lucha por la libertad en
el País Vasco, y extrañamente renuente en su lucha por la igualdad y la
libertad en Cataluña.
Para las pituitarias sensibles, esta forma de
actuar huele a intereses no declarados y propósitos inconfesables, a la
creación del instrumento político que no sirve para lo que se anuncia, como
ocurrió en Ciutadans.