EL IRRESPONSABLE
Artículo de José Javier Esparza en “El Semanal Digital” del 19.04.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Tiene mucho interés esa entrevista
con Zapatero que ha publicado El Mundo. Tendrá interés, sobre todo, exhumarla
dentro de quince años. Porque en esa entrevista, en la vacuidad retórica del
presidente, en su prodigiosa frivolidad, están todas las claves de lo que puede
pasarnos. ZP es la nada, pero esa nada es una declaración de principios.
Fernando de Haro acaba de retratarlo muy bien en su libro Zapatero, en nombre de
nada (Encuentro). Es un libro que hay que leer. Y que también habrá que guardar,
para la Historia.
La responsabilidad de las gentes de Estado suele medirse por su capacidad para
dar respuesta a problemas de largo alcance, aquellos problemas permanentes,
diríamos que "estructurales", que conforman la circunstancia de una nación en el
largo plazo –en la Historia. La responsabilidad histórica, en política, consiste
en saber responder a los mismos desafíos que afrontó tu predecesor y que tu
sucesor, seguramente, deberá asimismo afrontar. El objetivo no es resolverlos
"como sea", sino gobernarlos de modo tal que el Estado no pierda fuerza ni la
nación solidez.
En el caso de España, esos desafíos de Estado han venido siendo los mismos desde
hace mucho tiempo: el terrorismo secesionista de ETA; la integración del Estado
frente a los nacionalismos periféricos; nuestra posición internacional tras el
final de la guerra fría y la reordenación del poder mundial. Todos nuestros
Gobiernos, desde antes de 1975, habían aportado las mismas respuestas: frente al
terrorismo, represión sin cesión política alguna; respecto a la integración del
Estado, búsqueda de mecanismos estables que neutralicen la tendencia a la
disgregación; en lo internacional, inserción decidida en el ámbito europeo y
atlántico. Hasta hoy.
La irresponsabilidad de Zapatero reside en haberse salido deliberadamente de ese
guión. A los tres desafíos constantes de España, a esos tres retos que permiten
definir el sentido del Estado en clave española, ZP ha aportado respuestas que
van objetivamente contra el interés nacional. En el plano de la política
mundial, una apuesta demagógica por regímenes marginales y un enfrentamiento ya
crónico con la Comisión Europea y los Estados Unidos. En lo nacional, la
claudicación ante las fuerzas centrífugas, que se extienden ahora a todo el
país. Frente al terrorismo, una política pacificadora que, por lo que se va
viendo, incluirá concesiones políticas. Eso significa, lisa y llanamente, un
Estado más débil y una nación más rota.
Dentro de diez o quince años, cuando exhumemos la entrevista en El Mundo, cuando
volvamos a leer el libro de Fernando de Haro, ZP estará ante un tribunal
inapelable que es el de la Historia. No tendrá que rendir cuentas ante sus
electores ni ante el editorialista de El País, sino que se le pedirán
responsabilidades por su papel en un proyecto histórico que se llama España.
Entonces se verá que ZP entregó a sus sucesores una España peor que la que
recibió. Se verá que ha sido un irresponsable.