CUATRO VERDADES SOBRE EL PELIGRO QUE NOS ACECHA (QUE NO ES SÓLO ZP)
Artículo de José Javier Esparza en “El Semanal Digital” del 10.11.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Y ¿por qué ZP quiere romperlo
todo: nación, familia, educación? Porque tiene un proyecto mesiánico. Un
proyecto que no empezó con él, pero del que él es agente. Miradle a los ojos.
10 de noviembre de 2006. Mirad a los ojos de Zapatero y tal vez veáis lo que yo
veo: un tipo convencido de haber hallado la piedra filosofal. Porque Zapatero
tiene un proyecto, y ése es precisamente el problema. Todo lo que estamos
viviendo en estos años puede parecer una mezcla absurda de irresponsabilidad y
azar, pero no lo es. Al contrario, tiene un sentido. En el zapaterismo han
venido a confluir las peores emanaciones de la actual izquierda europea y de la
vieja izquierda española. El resultado es de pesadilla. ¿Nos dejarán decir
cuatro verdades?
Una: El zapaterismo es un caso práctico de "ideología de la cancelación".
Siniestro palabro, ¿verdad? Pero en realidad es muy sencillo. Hay que cancelarlo
todo: patria, familia, moral, educación, identidad, porque todo eso es vestigio
de un mundo retrógrado y oscuro. Hay que liquidarlo como se liquidan las
existencias de una tienda –por cierre del negocio. Y hay que sustituirlo por
unos dogmas nuevos de aliento progresista, "la revolución que nunca pudimos
hacer", ahora con la anuencia de unos poderes financieros que ya no se sienten
amenazados y que, aún más, están dispuestos a pagar la fiesta. Nihilismo y
progresismo terminan siendo una única cosa. Por supuesto, el problema no es sólo
nuestro: la "ideología de la cancelación" funciona en toda Europa. Pero sólo
aquí se extiende desde el poder institucionalmente y sin resistencia. Todo lo
que el Gobierno Zapatero está haciendo en España es pura ideología de la
cancelación: un proyecto quizá descabellado, pero coherente, y que se ha
convertido en horizonte único de la izquierda radical tras la caída del Muro de
Berlín. Si no entendemos esto, no entenderemos nada de lo que vemos a nuestro
alrededor.
Dos: A ZP le mueve una alucinación mesiánica, típica de la vieja izquierda
española. Porque junto a esa "ideología de la cancelación", la zapateridad
recoge, vulgarizada, una vetusta tradición de nuestra izquierda, a saber: que
toda la Historia de España es un error gigantesco, que aquí no levantaremos
cabeza hasta que haya una revolución como la francesa, que España no será un
país digno hasta que la izquierda lo modele y que por eso, en fin, la izquierda
tiene una misión providencial. Para esta visión de las cosas, si hay separatismo
es porque la unidad nacional ha sido algo funesto, y si hay terrorismo, es
porque la vieja España nunca ha sabido entender a los irredentos. La culpa
siempre la tiene España, identificada todavía con el Imperio y la
Contrarreforma, o sea "la derecha". Poco importa que haya habido revoluciones,
constituciones y transiciones: estamos ante una interpretación mesiánica de la
Historia que sencillamente prescinde de la realidad. Y así, bajo esta sugestión
mesiánica, la disgregación del país no será tal, sino que aumentará la
concordia, y el pacto con los terroristas no será claudicación, sino mensaje de
paz. Patológico.
Tres: El objetivo supremo del poder, hoy, en España, es aniquilar cualquier
vestigio de corte tradicional. Ya sea en la educación o en la estructura
familiar, ya sea en la religión o en la identidad nacional, la política del PSOE
marcha expresamente orientada al exterminio de todo lo que recuerde a la
sociedad "vieja", de todo lo que pueda representar un obstáculo para la sociedad
"nueva". Este proceso no ha empezado ahora: lleva muchos años en vigor. Pero
sólo ahora se ha convertido deliberadamente en programa de gobierno. Se trata de
dar la vuelta al mundo tal y como lo hemos conocido. Así se privilegiará a los
transexuales y homosexuales antes que a las familias, a las minorías musulmanas
antes que las mayorías católicas, a los que denigran a España antes que a los
patriotas, a los terroristas antes que a las víctimas, a los alumnos incapaces
antes que a los capaces, a los partidarios del aborto y la eutanasia antes que a
los defensores de la vida, y todo ese largo etcétera de inversiones que nos está
poniendo el mundo cabeza abajo.
Cuatro: Es urgentísimo tomar conciencia de lo que tenemos enfrente. No es sólo
el programa pasajero de un Gobierno elegido por cuatro años. Es un proyecto muy
amplio de ingeniería social. Esta gente quiere crear una sociedad nueva
edificada sobre tópicos ideológicos considerados como dogmas de fe. Y como son
dogmas, poco les importa que sean racionalmente infumables. A la tarea de
expandirlos por todas partes se emplean no sólo los políticos, sino también la
orquesta mediática afín, los funcionarios de altos organismos internacionales y
una nutrida legión de fanáticos semi-ilustrados que creen combatir por el
"progreso". Tan fuerte es su presión que no sólo se ejerce desde la izquierda,
sino también, con frecuencia, desde la derecha. Hoy mandan. En realidad, llevan
mucho tiempo mandando. Va siendo hora de plantear una resistencia.
Simpática nota de un lector: "Es que usted sólo critica, pero no propone
soluciones". Respuesta en dos tiempos. Uno: para curar la enfermedad que nos
aqueja, es imprescindible conocer antes cómo y por qué se ha contraído. Dos: el
tratamiento, con su permiso, a partir de la semana que viene. Pero a más de uno
no le va a gustar la receta.