EL FACHERÍO DE SIEMPRE

 

 Artículo de José Javier Esparza   en “El Semanal Digital” del 17.10.05

 

 Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

 

17 de octubre de 2005.  Lo dijo Bono cuando pitaron a ZP en el desfile: "Es el facherío de siempre". O sea la derecha profunda que resurge. ZP, más blandito, habló de "normalidad democrática". Después la pitada se repitió en Salamanca. Hay mar de fondo, pues. Pero ¿es el facherío? La corrección política impone hablar de "ciudadanos disconformes", cosa que, sin duda, son. Pero, ¿de dónde?

Es sensato prestar atención a Bono. Pocos conocen tanto a la derecha profunda como él. Este hombre lleva toda su vida jugando a ser el candidato de izquierdas de la gente de derechas y el candidato de derechas de la gente de izquierdas. Esa lumbalgia episcopal que le aqueja se la ha ganado a pulso: ningún político ha besado tantos anillos de obispo. Tampoco nadie ignora su particular versión azul mahón de la freudiana "muerte del padre": tantas veces ha invocado a su padre falangista que se le tomaría por heredero legítimo de los cuarenta de Ayete. Nadie como Bono, en fin, ha guiñado tanto el ojo a los tópicos de la derecha de toda la vida. Conoce a su público. O sea que es posible que sí, que los abucheos vinieran del "facherío de siempre". Pero es precisamente esto lo que más debería inquietar al Gobierno.

Veamos. Facherío: dícese de la derecha profunda cuando se echa al monte. Su contrapartida natural es el rojerío: la izquierda profunda cuando se pone burra. Normalmente, tales derivas nacen de circunstancias excepcionalmente tensas. A la izquierda la hemos visto hace poco convertida en rojerío: aquella manifestación continua que el PSOE montó durante dos años para minar el aznarato. Pero hacía mucho que no veíamos a la derecha convertida en facherío. El facherío, en España, estaba callado desde 1979; ni siquiera pitó el 23-F. Desde entonces ha llevado una vida de ghetto y covachuela, de bar de amigotes y tertulias nostálgicas. Aguantó el largo ciclo del felipismo sin la menor protesta, sin sentir siquiera la necesidad de organizarse. Como aguantó, después, el aznarato en total conformidad, quizá pensando, erróneamente, que estos eran "los suyos". Por aguantar, ha aguantado incluso los primeros compases de la zapateridad. ¿Por qué ha despertado "el facherío"?

Lo que ha hecho que la derecha social se comporte como "facherío" es simplemente esto: nunca ningún Gobierno, desde 1975, había enconado tanto las cosas ni había llevado la temperatura social hasta el punto de que tanta gente sienta que todo se está rompiendo. Y lo que más debería preocuparles: esa gente que ahora parece movilizarse es precisamente la que nunca antes se había tomado la molestia, por pereza y por falta de conciencia cívica. Y ya no es sólo el facherío clásico; ahora hay, de repente, muchos más. O sea que, en el fondo, no es el facherío de siempre: es otra cosa. Y a éstos ya no se les engaña con la lumbalgia episcopal.