ENTREVISTA A JOSÉ
JAVIER ESPARZA
"ZAPATERO ESTÁ EXPLOTANDO A UN NONAGENARIO COMO
CARRILLO"
Por Manuel R. Ortega
en “El
Semanal Digital” del 2-5-10,
Con "El libro
negro de Carrillo" ha deconstruido al ex dirigente del PCE, expulsado por
éste mismo partido y sobre
el que recaen responsabilidades de sangre, incluso de sus camaradas.
Hay que tener mucha personalidad para
enfrentarse a uno de los tótems de la nueva izquierda zapateril y, además,
portar un parche como el suyo. José Javier Esparza, director de La Estrella Polar, ha
puesto negro sobre blanco una síntesis demoledora sobre Santiago
Carrillo. Un personaje que, en realidad, es el reflejo de una
época y de una ideología plagada de muertos. Y es que Esparza,
un Blas de Lezo de la cultura, deja las cosas muy claras.
- ¿Cómo y por qué ahora un libro sobre
Santiago Carrillo?
- En realidad la idea nació después de aquella célebre, la de los buenos y los
malos, en la que la gente fue a homenajear a una persona que había trabajado
por la Transición y se encontró con que se glosaba a un Carrillo
que él mismo había dejado atrás, el de la Guerra Civil y el exilio. A partir de
ese momento la figura de Carrillo en la vida pública cambió
radicalmente. Hasta entonces todos lo habíamos reconocido como el hombre que
renunció a ciertas cosas -por supuesto, por propio interés, aunque no dejaba de
ser una renuncia- y aceptó la bandera bicolor, la Monarquía, la Constitución...
Pero el Carrillo que reapareció fue justo el que todos los
españoles habían dejado atrás. Lo cual hacía preciso volver a recordar lo que
mucha gente había olvidado: cuál es la trayectoria política real de Santiago
Carrillo.
- ¿Y a qué cree que responde ese cambio?
Lo que creo es que un Gobierno particularmente irresponsable, que no tiene más
modelo económico, político o social que el nihilismo, para mantener su poder
necesita dividir a la sociedad y alinear a la parte que le respalda en torno a
elementos afectivos, irracionales, como es un pasado recreado virtualmente y,
dentro de ese pasado, el de Carrillo, que es un mito vivo.
Diciéndolo en plata, y con dolor: creo que Zapatero
está explotando sentimentalmente a un nonagenario para cimentar su propio
proyecto, que es meramente de mantenerse en el poder.
- Acaba de hablar del pasado de la izquierda y de
Carrillo. Usted cuenta en su libro los aspectos más oscuros de la historia del
PCE, que es gran parte la propia historia de Carrillo: ¿Por qué siempre se pasa
de puntillas sobre estos asuntos? ¿No es curioso que IU, y el propio PCE,
hablen de víctimas y memoria y ellos mismos ni siquiera hayan pedido perdón a
las que ocasionaron, incluidas las de su propia gente?
- Exactamente. Hay que recordar una cosa que parece haberse olvidado: el PCE
expulsó a Carrillo en 1985. Carrillo
representa una cosa tremenda, y no por él como persona, sino por la etapa que
le tocó vivir: el máximo representante del totalitarismo comunista español.
Como lo representa, en Europa, muchos millones de personas que vivieron aquello
en primera persona. Pero la izquierda española tiene un verdadero problema:
carece de horizonte, necesita reactivarse con una memoria sentimental que tiene
mucho de falsa. ¿Qué le pasa a la gente que está ahora en torno a IU-PCE? Pues
que son un personaje en busca de autor. Harían muy bien en releer a sus propios
clásicos. En El libro negro de Carrillo la mayor parte de la documentación está
obtenida de fuentes comunistas: Fernando Claudín, Jorge Semprún, Gregorio Morán,
Enrique Líster... Son ellos quienes han hecho la autocrítica de
la izquierda española, y muy bien hecha. Autocrítica que la izquierda actual
parece haber olvidado. Tantos años de totalitarismo no pasan impúnes y en la izquierda
española han dejado su huella.
- En su libro dice que Carrillo confiesa en sus
Memorias su "fe en Stalin". Recientemente, en declaraciones a un
medio de comunicación, ha afirmado que el gran error del comunismo fue el
estalinismo porque era un "capitalismo de Estado". ¿Por qué, y
sabiendo que fue uno de los periodos más brutales de la URSS, los dirigentes
comunistas siempre le achacan la culpa de todo a Stalin como si tras su muerte
no hubiera continuado la represión?
- Eso forma parte de la propia liturgia comunista que tras su muerte
responsabilizó a Stalin de sus errores. El
comunismo siguió siendo lo que era. Es verdad que con menos muertes, aunque con
sanatorios psiquiátricos y Gulag. Y es que esa ideología es un fe irracional.
Pretendiéndose científica, en realidad es una superchería, una religión de
sustitución. Dentro de la misma, y puesto que el dios no puede ser malo, tiene
que serlo el oficiante, en este caso Stalin. Es una filfa ideológica porque el
comunismo ha sido lo que ha sido. Pero siempre habrá gente dispuesta a comulgar
con ruedas de molino, y esto es lo que lo hace singularmente patológico: que
aún teniendo ante la vista sus efectos sanguinarios se sigue negando cuál es el
origen de los mismos.
- Hablando de represión y de Carrillo, es inevitable sacar la cuestión:
Paracuellos. ¿Cuál es el estado de esa cuestión?
- Se sabe prácticamente todo. Lo único que falta por conocer de la masacre es
quién dio la orden material. Se sabe que fue instigada por Moscú y la Komintern
a través de algunos de sus agentes en España. Se sabe que los ejecutores no
fueron sólo los comunistas, sino que incluso antes, el gobierno del Frente
Popular, a través del ministro Galarza, que era socialista, ya había hecho
planes al respecto. Por lo demás, pocas vueltas hay que darle. Fue el mayor
exterminio por razones políticas de la Guerra Civil española. Curiosamente, Carrillo
sigue diciendo que él no tuvo responsabilidad alguna. Nadie se lo puede creer,
sobre todo desde el momento en que existen en los archivos soviéticos
telegramas como el de Dimitrov o las actas de la Junta
de Defensa de Madrid, en las que se elogia a Carrillo por
haber ejecutado esa acción. Creo, después de estudiar el asunto varias veces,
que la tesis que más se acerca es la de Antonio Elorza: una orden de la
Internacional Comunista. Respondió a una táctica claramente leninista y a dos
miembros del PCE, Carrillo y Cazorla,
les correspondió haberla ejecutado.
- Cuando a Carrillo se le saca el asunto de Paracuellos, la izquierda responde
desacreditando la masacre y asegurando que las acusaciones son
"fascistas"... Pero nunca se habla de la represión interna del PCE...
- Es algo que he tratado de subrayar porque es lo definitivo. Uno puede entender
que en una guerra civil se aniquile al enemigo. Es una barbaridad pero responde
a la condición humana. ¡Pero que uno liquide sistemáticamente al amigo ya es
otra historia! El PCE, con Carrillo siempre detrás, ejecuta
sus grandes purgas internas a partir de 1944 y sigue con ellas hasta bien
entrados los años 50. Y siempre con Carrillo como responsable del
Partido. Esto da la medida de que el problema no era él sino el comunismo. De
hecho, a mí Carrillo me interesa en la medida en que representa una
época, una ideología, el tiempo del estalinismo.
- Ha hablado de grandes purgas internas a partir de 1944. ¿Cuáles fueron?
- Puede decirse que fueron tres oleadas represivas terribles, con muchos
muertos. La primera tuvo lugar en 1944 sobre los monzonistas, el aparato
clandestino del PCE que había montado Monzón en la España de Franco.
Luego vino otra sobre los disconformes con la línea del Partido, como sucedió
con Joan Comorera, líder del PSUC, que tuvo que huír de
Francia y refugiarse en España porque prefería ser capturado por la Policía
franquista. Ésta, por cierto, lo detiene tras ser delatado por sus propios
compañeros del PCE y lo mete en la cárcel, donde morirá. Más tarde vino la
purga sobre los jefes del maquis cuando el PCE quiere desmantelar la guerrilla.
Algunos se negaron y Carrillo aprobó el envío de
sicarios que los asesinaron in situ. En fin, unas historias tremendas y que
sólo cabe concebir dentro de la lógica del estalinismo.
- ¿Ha pedido Carrillo alguna disculpa por estos asuntos?
- Con la boca chiquita. Él tiene un planteamiento teórico según el cual es una
persona de carne y hueso como los demás. Cometido el error, pide perdón y elude
cualquier tipo de arrepentimiento porque ese es un concepto cristiano que no
cabe dentro de su visión de las cosas, y seguramente tenga razón. Carrillo
no se siente culpable. Es un militante de un movimiento que edificó sobre la
muerte la base de su poder, y se entiende que no quiera pedir perdón porque él
hizo lo que juzgaba correcto. Eso es precisamente lo pavoroso: que esa
ideología lleva a aceptar que la muerte del prójimo, amigo o enemigo, forma
parte del proyecto.
- Oiga, pues hasta "intelectuales", entre comillas, como Terelu
Campos y Jorge Javier Vázquez han salido en defensa de Carrillo, es de suponer
que por darle a usted una colleja por sus críticas a "Sálvame". Visto
lo visto, ¿qué les diría a estos dos personajes?
- A estos dos personajes no les diría nada porque no tengo gran cosas que
decirles. Pero sí le diría algo a la izquierda española: jamás van a ser
capaces de conseguir ofrecer un horizonte sensato mientras no tenga el valor de
repasar su historia real. Y sobre todo mientras no sea capaz de ver que la
España de ahora y la de Carrillo no tienen nada que ver.
Pretender mirar a la España de hoy con lo ojos de los años 30 es como ver la
Nueva York de hoy con los ojos de 1550. Esa reflexión, ojo, ya la hicieron sus
mayores. Ahora estamos viviendo un proceso de involución que tal vez tenga que
ver con que se concede cualidad de portavoz a gente como estos dos personajes
que acabamos de citar.
- Y lo curioso es que según los canones de esa ideología, una "pequeño
burguesa" como Terelu y alguien con la orientación de Vázquez estarían en
el Gulag...
- Lo estarían, efectivamente. Además Terelu no es una "pequeño
burguesa", ¡es una burguesa con posibles! Pero da igual, ya digo. El fondo
de la izquierda ya no es social, sino esencialmente emotivo y mítico. Quieren
levantar una bandera que lave la mala conciencia, y dentro de ella los ricos,
¡sobre todos los ricos!, también se reconocen para justificar su propia
posición...
- Otra cosa curiosa. En la rueda de prensa en que Carrillo presentó su último
libro, fue preguntado sobre el suyo, señor Esparza, a lo que respondió
asegurando que eran todo mentiras. Lo llamativo es que todavía no había podido
leerle porque no había sido distribuido. ¿No cree que parece haber un muro de
verdad oficial y propagandística contra el que las versiones que se sale de la
misma van a estrellarse?
- Eso existe, claro, pero veo que ese muro acaba perforándose, como ha
sucedido, por ejemplo, con Katyn. Al final la verdad se impone siempre. En este
caso concreto, la reacción de Carrillo me hizo mucha gracia
porque era imposible que hubiera podido leer el libro, ya que aún no había
aparecido. Aplicó una respuesta estándar que tiene ante este tipo de
situaciones sea cual sea el libro que toque. A mí me interesa subrayar que éste
no es un libro contra Carrillo. No tengo nada contra él.
Me he acercado a él como podía haberlo hecho al cardenal Cisneros
o a Toro Sentado: como un personaje histórico, un hombre de
su época.
- Ahora que estos temas han vuelto a estar de moda, ¿por qué se habla de
memoria histórica y no de historia?
- Porque con ello se prima la dimensión emotiva sobre la objetiva del hecho
histórico. Ahí es donde está el truco. En realidad no se quiere hacer Historia,
es otra cosa: la única bandera en que una izquierda sin proyecto puede
reconocerse y que sirve como elemento movilizador. Y tampoco olvidemos que en
España la izquierda ganó la guerra cultural a finales de los años 60 ante la
pasividad del régimen de Franco. Desde entonces ha marcado
lo que podía o no decirse, incluida la versión oficial sobre la Guerra Civil.
Sin embargo, esa tutela va rompiéndose poco a poco. Hace quince años hubiera
sido inconcebible la aparición de libros críticos sobre esta materia, como
sucede hoy en día.
José Javier Esparza (Valencia,
1963) tiene tras de sí una larga trayectoria periodística en las redacciones de
"ABC" y "Ya". Promotor de diversas iniciativas culturales y
conocido crítico televisivo del Grupo Vocento, en la actualidad dirige "La
Estrella Polar" en la Cadena COPE. En los últimos años se ha especializado
en la divulgación de la Historia de España, con libros como "La gesta
española" y "España épica". A la represión en el bando
republicano le dedicó el estudio "El Terror rojo en España", que en
cierta medida complementa a su nuevo libro sobre Santiago Carrillo.