LA REVOLUCIÓN DE LOS PERDEDORES
Artículo de Juan Espino, miembro de UPyD, en su blog “Regeneración Democrática” del 5-3-09
Dice Rosa, no se cansa de decirlo, y tiene toda la razón, que
somos un partido revolucionario. Creo que muy pocos afiliados discreparían de
esa aseveración. Yo la hago mía y añado, sin pretender enmendarle la plana a la
jefa, que somos tan revolucionarios que frente al encumbramiento de los
trepadores profesionales, en este partido —porque sólo podría ser posible en
este partido—, va a triunfar la revolución de los perdedores. Sí, los
perdedores, esos para los que lo verdaderamente importante son los principios y
no los puestos, la verdad y no la argucia, la transparencia y no la ocultación
y que, por ello, en los partidos clásicos estaban, y están, destinados a
perder, desaparecer, ser expedientados o apartados porque, aunque por prudencia
o un mal interpretado sentido de la responsabilidad no protesten, son los irritantes
e inevitables espejos que les devuelven sus auténticas imágenes a los déspotas
y manipuladores. No se trata de la negación de la legítima ambición política de
cada individuo, sino de asumir y defender que ésta nunca podrá estar por encima
de los principios que nos hayamos dado o los derechos de los demás.
Esos que en otros partidos son los perdedores por ser honestos y no llegar
buscando un puesto junto a las estrellas, son la sal del nuestro; son los que
marcan y, si no permitimos que se pervierta nuestro Manifiesto, marcarán el
camino. Son los que con su sola presencia y su mirada limpia, porque nada
ocultan, les recuerdan a dirigentes, sabios, expertos o muy preparados que sus
propuestas y acciones, con ser muy importantes, quizás no tanto como ellos
piensan, nunca, lo repito, nunca, justificarían que se llevaran a término
"a cualquier precio" o "como sea" que diría Zapatero.
Porque, al contrario que en los partidos de la edad antigua, si alguien sobrara
en UPyD, sería aquél que creyera estar por encima del bien y del mal; aquél que
creyera que para conseguir lo que él considera que es lo correcto, todo vale,
con tal de obtenerlo; aquél que creyera que no hay barrera alguna, ni sus
propios Estatutos, que pueda controlar su forma de ejercer el poder; aquél que
creyera que puede retorcer los hechos para eliminar presuntos problemas,
acabando con el buen nombre de cualquiera; aquel que creyera tener derecho a
negar los más mínimos derechos a sus propios compañeros.
No vayan a creer que todo lo dicho hasta aquí es fruto de una secuela no bien identificada tras el derrame, nada de eso. Si alguno de nosotros, en algún momento detectara la presencia entre los compañeros de alguien que defienda actitudes como las aquí citadas, siéntase libre de recriminarle dicho planteamiento porque estará respaldado por el contenido de nuestro Manifiesto Fundacional del que extraigo las siguientes frases:
"... consideramos a los ciudadanos capaces de pensar por sí mismos y de elegir en consecuencia..."
"... nos apiadamos cordialmente de quien carece de mejores argumentos para descalificar al adversario."
"Ser progresista es luchar contra las tiranías que pisotean la democracia formal,..."
"A nosotros nos gustaría ser capaces de aprovechar los elementos positivos de unos y de otros, pero sin tener que cargar con sus prejuicios y resabios reaccionarios, que existen en los dos campos."
"... ninguno lo hace tan bien como para que debamos renunciar a buscar alguna alternativa mejor."
"Los ciudadanos no podemos... refugiarnos... en la renuncia a exigir el respeto a nuestros derechos y libertades."
"... no hay más remedio que implicarse para que nuestras ideas tengan voz..."
"La base de la ciudadanía democrática es la igualdad en libertad: iguales leyes para todos y todos iguales ante las leyes."
"Ninguno (de los partidos de la edad antigua), finalmente, está interesado en proponer reformas que revitalicen la democracia mermando el poder de los aparatos de los partidos en beneficio de una deliberación pública y abierta, más allá de la alienación sectaria y del dogmatismo carente de ideas.
Así que tened por seguro que, si por encima de todo y todos, respetamos nuestro
ideario, nuestro Manifiesto, seguiremos siendo revolucionarios porque los
trepas que en cualquier partido clásico, toman el poder y son los únicos que
"son", aquí, en UPyD, no valdrían. Sus chuscos, totalitarios e
intimidatorios métodos, estarían destinados al fracaso. Para conseguirlo
deberemos tener muy claro que por encima de las personas (éstas cambian), son los
principios contemplados en nuestro Manifiesto los que deben recibir nuestras
lealtades.