Carta abierta de Juan Espino, en su blog de Regeneración Democrática,
sobre su abandono de UPyD del 6-12-09
Suscribo, y así lo haré, muchos de los documentos que a manera de
manifiesto, dan las poderosas razones –son todas las que están pero quizás no
estén todas las que son, ¡nadie es perfecto!– que tenemos para abandonar este
pudridero en el que, la soberbia y la ambición de unos y el fanatismo, el borreguismo y/o el sectarismo de otros, han convertido a UPyD.
¿Gente buena? Pues claro que queda, pero no tiremos cohetes, algunas por un
suicida "intentarlo una vez más". Derecho que les reconozco, y otros
porque, demostrando el éxito de la política desinformativa hacia el afiliado,
no se enteró aún de lo que hay. Pero esa buena gente, si libre es de, en mi
opinión, suicidarse, no puede justificar que los demás nos sumerjamos en el
pudridero.
Dicho esto, quizás por aquello del individualismo del español, voy a
colocar a continuación mis muy personales razones para abandonar lo que he
sentido, trabajado, peleado y defendido en UPyD.
Aunque ya les dedicaré mi personal despedida a algunos de los trileros y bergantes, dejo atrás a Rosas, Savateres y Gorriaranes,
deseándoles igual suerte en todo lo que hagan, que la satisfacción obtenida por
todos los que creímos que realmente UPyD iba a ser
una partido diferente.
Yo, Juan Espino, tras sentirme saqueado y despojado del partido que contribuí a
crear, y finalizado el congreso, también desposeído de cualquier esperanza de
recuperarlo, llego al convencimiento de que no puedo permanecer por más tiempo
en un proyecto del que finalmente se han apoderado aquellos a los que, otros
muchos y yo, confiamos – ingenua y/o neciamente–, su liderazgo y su
organización y que, en mi opinión, no creen en él, nunca creyeron en él. Mis
razones:
Fundamos UPyD con la intención de devolver al
Gobierno central determinadas competencias que usadas de manera torticeras por
algunos gobiernos autonómicos, sólo contribuyen a separar y enfrentar a los
españoles. Esto es, nada que ver con federalismos. Hoy UPyD, en una huida hacia no sabemos donde, defiende la entelequia y el
delirio de un estado federal de intensidad media corporativo.
Fundamos UPyD con la pretensión de convertirlo en un
modelo para el resto de partidos de actuación ética, transparencia y ejemplo de
gestión, además de coherencia con sus fines y propuestas. A día de hoy, los
hechos son:
Los datos del censo de afiliados, a pesar de
solicitarse simplemente cifras contrastables, sin nombres o datos privados, son negados sistemáticamente por la organización, usando la Ley de Protección de
Datos como coartada, incluso a la candidatura alternativa se le negaron los
datos de los que sí disponía la candidatura oficial.
En temas económicos no vamos mucho mejor, la cantidad de
1.702.689,- € (nada menos que el 45,64% de todo lo gastado desde 2007 hasta la fecha del
Congreso) figura sin mayor justificación en el epígrafe de
Gastos Corrientes. Al pedir aclaraciones un compañero, como respuesta, fue amenazado con una
demanda por parte de la propia Rosa Díez. Con posterioridad una rápida e
igualmente indeterminada lectura de datos incontrastables por parte de otro de
los "hacedores del entuerto", Juan L. Fabo, Pretendió dar
apariencia de un irreal "cuentas correctas, saldadas y explicadas" ¿Por qué?
Exigíamos la más exquisita separación de poderes y la actual dirección de UPyD es incapaz de aflorar internamente los más mínimos
fundamentos de esa separación. Todo está bajo el control
incontestable de unos pocos.
Defendíamos la igualdad de todos los españoles ante las leyes,
independientemente de donde residieran, mientras que en UPyD, la dirección decide caprichosamente
aplicar, o no, los reglamentos, según quien sea el afiliado.
Defendíamos la Ética como norma de conducta. A lo largo de estos dos años
de trayectoria, se nos ha hecho harto difícil creer que no se haya ha
abandonado tal empeño pues, desde la dirección, no ha tenido
empacho alguno en usar el Reglamento de Ética y Garantías, no sólo –si es que
se ha hecho así–, contra afiliados que atacaran los fines del partido, sino, y
principalmente, contra todo afiliado, los llamados
"disidentes", que osara discutir o
cuestionar –derechos que nos otorgamos en los Estatutos–, legítimamente cualquier decisión de la dirección. ¿Hay en eso algo de
Ética?
Defendíamos una nueva forma de hacer política, sin insultos. Hoy la realidad
es bien distinta, se ha enquistado en la dirección un individuo
incapaz de construir la más mínima crítica sin introducir insultos. Para este
individuo, sus propios compañeros somos blanco de insultos como enemigos y
delincuentes. Y como los malos ejemplos que no se reprimen a tiempo, degeneran
en contagiosos, en el Congreso, la propia Rosa Díez, en un
claro ejemplo de llamar a las cosas por lo que no son, acusó de “batasunizar el partido” a los compañeros que simplemente
osaron presentar cadidatura distinta a la suya. Alguien que conoce
tan bien el País Vasco debería usar un lenguaje mucho más prudente y no el de
los Arzallus, Eguíbar,
Otegui, Barrena, etc. empujando a sus hordas contra las víctimas o disidentes.
Defendíamos y reclamábamos a los otros partidos mayor democracia interna
“para que sus aparatos no secuestraran la voluntad de sus afiliados”. Bien
pronto se olvidó Rosa Díez de ello, la organización
interna de UPyD está más cerca del caudillismo y de
la repudiada democracia orgánica que de la democracia representativa.
Exigíamos para las elecciones institucionales e internas de partidos las
listas abiertas y primarias. Pues en UPyD el absolutista, incuestionable y omnipotente Consejo de dirección es
elegido por el, otrora denostado, sistema de listas completas
cerradas y bloqueadas. Además las candidaturas, lejos de primarias algunas, son designadas y
manipuladas por Rosa Díez con adhesión inquebrantable de su Consejo de
Dirección, cuando sea consultado, aunque sea a posteriori de la designación, da
igual.
Defendíamos que nadie nace siendo de izquierdas o derechas y, por tanto,
que las posturas políticas deben surgir de debate y el acuerdo. Pues bien, la dirección de UPyD, se ha aplicado con usos puramente leninista a impedir cualquier propuesta
de debate y, pese a lo que falsamente afirma, no ha facilitado cauce
interno alguno para la comunicación horizontal entre afilados. Incluso en la
comunicación vertical, se han tomado unilateralmente decisiones sobre temas tan
importantes como el aborto o la energía nuclear, sin consultar al afiliado o
ningún debate interno, en el que éstos pudieran manifestarse.
En una huida hacia adelante, Rosa Díez falta a la verdad definiendo como un
gran éxito su elección como portavoz en el Congreso, no comunicando a los medios que sólo fue apoyada por el 29,66% del censo
de afiliados con derecho a voto.
Por todo ello y por coherencia con nuestro Manifiesto Fundacional, declaro
públicamente que, tomo la decisión de abandonar UPyD
o mejor dicho “El partido de Rosa Díez”.
En Rivas (Madrid), a 6 de diciembre de 2009. Día de la Constitución
Fdo.: Juan Espino (Nº de Afiliado 2771)