CON LAS VÍCTIMAS Y CON BONO

 

 Artículo de Iñaki Ezkerra en  “La Razón” del 25/01/2005

 

Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)

 

No es un santo de mi devoción pero me pareció odioso y vergonzoso el trato que le dio a José Bono, en la manifestación madrileña del sábado, un grupo tan minoritario como agresivo y dispuesto a traicionar el mismo lema del colectivo que la había convocado: «Memoria, dignidad y justicia con las víctimas». Ninguna de las tres cosas hubo en esa reacción.

Lo que hubo fue injusticia con quien se ha posicionado siempre con claridad contra los terroristas y lo volvía a hacer ahora pidiendo el cumplimiento íntegro de sus penas. Lo que hubo fue indignidad en quienes reaccionaron de ese modo brutal y esperpéntico. Lo que hubo fue desmemoria con respecto al objetivo de la marcha que no era atacar a todo socialista que asomara la nariz sino acabar con la impunidad de los asesinos. Mal modo de pedir el fin de la impunidad haciendo pagar a justos por pecadores.

Esa reacción contra Bono no fue ni procedente ni inteligente. Vivimos un momento decisivo en el cual el Gobierno empieza a rectificar los errores y mentiras, las falacias y estupideces que vendió para llegar al poder. La rapidez con la que están revisándose las reducciones de condena a De Juana Chaos y los matarifes que se hallan en su situación es un ejemplo.

No es justo obviar que el PSOE está haciendo en ese aspecto la labor que no hizo el PP. De lo que se trataba el sábado era de instar a ese Gobierno a que actúe con coherencia y sin bandazos en su política antiterrorista, no de lesionar al ministro que precisamente no cojea de ese pie.

Era, por otra parte, inevitable que en esa manifestación se mostrara el descontento social que hay hacia un Gobierno que se sumó a ella tarde y cuyo Alto Comisionado ha resultado ser bastante bajito moralmente al pedir un nuevo «muerto» para apoyarla así como un presidente que ha expresado su deseo de negociar con ETA.

Era inevitable que se identificase el apoyo a los damnificados por el terrorismo con el rechazo a la política de un Ejecutivo que, naciendo de una bomba, ha entrado en el juego de dividir a las víctimas que le eran útiles de las que no lo eran; que subestimó la capacidad de convocatoria de éstas y nos les dio la debida cobertura en lo referente a seguridad; que vive dentro de una burbuja de soberbia ajeno a la realidad española; que sólo se preocupa de demostrar su talante con los verdugos y con sus cómplices morales, políticos o financieros hasta el punto de sostenerse gracias a ellos en el poder (ERC) o de perseguir el pacto más ignominioso con ellos (PNV, IU…).

Era inevitable que en una manifestación que fue un éxito de asistencia pese al tímido apoyo oficial y extraoficial de la misma oposición (todo hay que decirlo) hubiera algún grupo de energúmenos. Quienes hemos tenido que asistir a muchas manifestaciones en nuestra vida sabemos que esos personajillos no fallan nunca.

Por eso es tan imprescindible que las exteriorizaciones multitudinarias de la ciudadanía estén siempre acompañadas de un servicio de orden y un apoyo policial que ese día no existieron pero que existen normalmente para evitar que ocurran esa clase de cosas. Era inevitable que la manifestación de la AVT, al ser la primera convocada desde el 14-M, tuviera algo (algún lema) de esa otra manifestación que el PP no ha querido aún convocar contra el Gobierno de Zapatero por la misma prudencia (el maricomplejín famoso) por la que apoyó esta manifestación con pinzas.

Se está diciendo que allí se vio la mano del PP pero eso es falso por desgracia. Lo que sí ha ocurrido es lo que ocurre cuando se agita mucho una botella de champán: que salta el tapón y puede dar en la lámpara. Había el sábado en Cibeles manifestantes que no eran de esa manifestación sino de la que el PP no ha convocado todavía.

Era inevitable que ese descontento hacia el PSOE saliera a la luz como fue sencillamente repulsiva esa reacción violenta contra un ministro que se solidariza con las víctimas y que, sin preguntar la ideología de nadie, se suma como un ciudadano más a una manifestación para decir que está de acuerdo en que los terroristas cumplan íntegramente las penas.

Ese mensaje, que es el importante, es el que obvian quienes desean usar ese incidente interesadamente para deslegitimar a la AVT. Porque la bochornosa imagen del padre y el hijo zarandeados «por quienes creían de los suyos» es precisamente la antítesis del sacrificio por la convivencia de las víctimas del terrorismo, de la España cívica de las manos blancas y de la cultura democrática de Ermua que se rompió el 14-M con lo que esa fecha tuvo de culminación de una cultura del enfrentamiento y de escenificación calculada del regreso de las dos Españas.

Con sinceridad le diría a Bono y a su hijo que me ofendió y me dolió esa imagen de ambos siendo tratados de ese modo porque para mí la presencia de ellos en la manifestación es la que rompe el tópico del enfrentamiento que se ha intentado resucitar en los ultimos tiempos y la que valida la unidad constitucionalista frente al terror.

La histeria hortera de quienes atacaron a Bono me recordó, sí, a las vísperas del 14-M, a los exaltados como los Bardem, Llamazares, Madrazo, Imaz, Ibarretxe, Gabilondo, Pérez-Rubalcaba... Yo, con Bono.