LA CAPTURA DEL ESTADO

Nadie se había atrevido a tanto, pero es que nunca antes nadie había sentido tanto desprecio por sus propias palabras

Artículo de Fernando Fernández  en “ABC” del 21 de abril de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Es típico de los finales de legislatura buscar una salida digna a los profesionales que han trabajado para el partido de gobierno. Un proceso habitual que hay que saber contener, porque tiene tendencia al gigantismo y puede llegar a desvirtuar al Estado, a capturarlo por interés partidista cuando el cambio de color político es inminente. Entonces se apodera de los funcionarios de partido y de sus compañeros de viaje una especie de horror vacui, una sensación de derribo que liquida precipitadamente la legislatura. Esto es lo que pasa en Andalucía pero se había conseguido evitar en el gobierno central hasta que alguien ha descubierto el botín de la renovación de los consejos de los organismos reguladores. El espectáculo está siendo tremendo, impropio de una economía madura y una sociedad democrática en la que las instituciones deberían de estar por encima de las personas. Que dos secretarios de Estado sean los candidatos oficiales a presidir las Comisiones Nacionales de Energía y del Mercado de las Telecomunicaciones dice mucho de la idea que tiene este gobierno de la independencia de estos organismos. Si tal es el descaro en estos nombramientos que llevan aparejado escrutinio público y cierto coste político, qué pasará en las designaciones ministeriales directas. Me temo que bien pueden parecerse a una república bananera.

Este gobierno prometió en las elecciones dotar de plena autonomía operativa, funcional, económica y personal a los reguladores económicos y ahora los utiliza como su finca particular para pagar favores. No lo hizo por capricho, sino por exigencia de los organismos internacionales que insistían que ésta era precisamente una de las reformas estructurales que aumentaría la productividad de la economía española. Toda la teoría y la evidencia empírica demuestran que cuando las tarifas públicas las fijan técnicos independientes y sin disciplina política, los servicios públicos son más eficientes, funcionan mejor y son más baratos. Pero el gobierno ha preferido ocupar los organismos reguladores, ponerlos a su servicio y utilizarlos en el cambalache político para asegurarse un año más de legislatura. La instrumentalización del Estado al servicio del partido gubernamental es una manifestación más de la degeneración democrática de esta legislatura, del deterioro institucional que quedará como un daño permanente de la gestión del presidente Zapatero.

Nunca antes nadie se había atrevido a tanto, pero es que nunca antes nadie había sentido tanto desprecio por sus propias palabras. Hace poco más de un mes que el gobierno aprobaba la ley de Economía Sostenible. Uno de sus objetivos era garantizar la independencia de los organismos reguladores. Establecía para los candidatos un mecanismo de audiencia pública en el Congreso, otro intento de copiar un procedimiento anglosajón y traspasarlo al sistema político español. Es obvio qué será un nuevo injerto fallido. Con estos candidatos es fácil imaginar cómo van a ser estas audiencias. La disciplina de voto se impondrá como un rodillo, ¡hay de aquél que ose disentir de su partido y se atreva a hacer preguntas inteligentes sin desvelárselas antes al candidato oficial! Los diputados saben bien con quien se juegan su futuro. Zapatero y sus ministros han vuelto a prestar un mal servicio al país. De un plumazo, literalmente, se han cargado la esperanza de contar con organismos independientes nutridos de profesionales competentes y con libertad de criterio. Será divertido oírles rasgarse las vestiduras cuando dentro de un año aproximadamente el PP cambie la norma y cese a todos los consejeros. Es lo que tiene vivir en un país periférico, que el riesgo regulatorio es muy elevado.