OMBLIGUISMO SUCESORIO

Editorial de  “La Gaceta” del 26 de marzo de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Inaugurada la ceremonia de la confusión –un teatrillo de marionetas donde jugar a las primarias–, ya resulta difícil diferenciar las filtraciones verdaderas de las tóxicas, y en torno a la sucesión de Zapatero todo parece reducirse a un desfile de globos sonda, en el que los postulantes y sus cómplices tratan de hacer el primer balance de sus fuerzas.

 

Inaugurada la ceremonia de la confusión –un teatrillo de marionetas donde jugar a las primarias–, ya resulta difícil diferenciar las filtraciones verdaderas de las tóxicas, y en torno a la sucesión de Zapatero todo parece reducirse a un desfile de globos sonda, en el que los postulantes y sus cómplices tratan de hacer el primer balance de sus fuerzas.

El espectáculo resultaría entretenido desde el punto de vista periodístico si la situación no rozase permanentemente la emergencia, que lo menos grave que le ha pasado a España en los últimos tiempos es vivir en estado de alarma durante dos meses, o incluso involucrarse en otra guerra más, incendios que a pesar de su importancia no han producido todo el humo suficiente como para esconder la realidad del paro, de la crisis que no cesa y de la falta de un plan que nos conduzca más allá del abismo económico. Mientras España se hunde, el PSOE practica el ombliguismo.

Al vicepresidente Rubalcaba, renacido como Fénix de su episodio médico, ya se le jalea en la calle como el delfín capaz de devolverle al PSOE la esperanza, y han convertido el ritmo de Amaral en un grito entonado a coro por los más incondicionales, que por pura lógica no pueden ser pocos; sólo hace falta contar el número de beneficiados por los ERE en Andalucía. Rubalcaba aporta su conocimiento de las cloacas del Estado, su capacidad probada para la demonización del adversario y, en fin, el dominio de todas las tretas necesarias para ganar unas elecciones careciendo de proyecto. No es extraño que los socialistas lo consideren como una buena opción para eludir el desastre presentido, y que incluso se dé crédito a la posibilidad de que una debacle en mayo conduzca a un traspaso de poderes en frío, sin necesidad de las urnas, para que el lavado de cara al partido se produzca desde la propia Moncloa, y se consiga apartar al Iluminado.

El otro nombre que aparece en las quinielas es Chacón, un producto al más puro estilo zetapé, todo marketing y cartón piedra, pero que ha demostrado la fuerza que puede movilizar un gran mago de la comunicación, porque hasta ahora ha conseguido maquillar los múltiples charcos en los que la ministra se ha dejado los tacones, y no hay despacho donde no se presienta el aliento amenazador de su poder. Por todo lo anterior, se ha barajado como factible un matrimonio político antes que una guerra a muerte, es decir, un ticket Rubalcaba-Chacón capaz de aunar la astucia de un zorro que desayuna todos los días faisán sin atragantarse, y un producto político con rostro de mujer, creado hasta el detalle con las últimas técnicas de la comunicación. LA GACETA fue la primera en alertar de este posible dueto, y celebramos que los compañeros de otros medios nos hayan seguido en esto. Y LA GACETA de nuevo alerta hoy de que el Partido ve “diferencias insalvables” entre uno y otra. Claro que, para que esta solución se hiciese efectiva, Bono tendría que quedarse tan ricamente al margen, algo que le costaría casi más que explicar sus formidables dotes de empresario.

En conclusión, la muerte política de Zapatero se ha convertido en el juego del cadáver exquisito, esa técnica de literatura experimental que consistía en que varios autores iban aportando palabras por separado, observando cada uno sólo el final de lo escrito por el anterior, y resultando del conjunto frases absurdas, que son las que repiten los postulantes y el propio zombi, incapaces todos de desarrollar el discurso coherente que necesita la economía y demorando, en aras de su ambición, las certezas de futuro que la situación exige.