EL FRENTE TENÍA UN PRECIO
Artículo de Juan Carlos Girauta en “Libertad
Digital” del 23.06.05
Por
su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo
en este sitio web. (L. B.-B.)
No creo en las conspiraciones. No puedo imaginarme a altos
representantes de la judicatura coordinando su trabajo con los padres de la
nueva política “antiterrorista”. Las conjuras no hacen ninguna falta cuando se
crea un nuevo clima, cuando se da la vuelta, como a un calcetín, a todo lo que
contribuyó a acorralar a ETA política, policial y socialmente. De forma
implícita, el nuevo discurso excita, resucita, a cuantos vieron algún día sus
tesis en entredicho. Asociaciones judiciales o jueces singulares que tuvieron
que tragarse sus teorías por la sencilla razón de que la aplicación de las
contrarias se había mostrado indiscutiblemente más eficaz a la hora de combatir
fenómenos largamente enquistados. Hasta la saciedad repitieron que el
endurecimiento contra la violencia callejera que se había enseñoreado de las
calles del País Vasco sólo traería mayores problemas. Asimismo
contraproducente, hasta la catástrofe, se suponía que iba a ser la
ilegalización de Batasuna.
Sabemos que no fue así sino exactamente al revés. Por eso la
vuelta del calcetín antiterrorista de Zapatero, su liquidación del Pacto por
las Libertades –que ha entendido hasta la ETA, o sobre todo la ETA–, su
rendición formal en el Congreso de los Diputados tendiéndole la mano al
monstruo, su no condenar ciertos atentados ni ciertos comunicados, no se pueden
entender ni explicar desde razonamientos estratégicos. Constituyen la parte más
onerosa, y más ominosa, del precio a pagar, no para acabar con la ETA, sino
para estabilizar el gran frente anti PP con el que los socialistas han decidido
perpetuarse en el poder. Ahí está la dicotomía gallega (PP frente a todo lo
demás), más visible que la catalana y que la vasca por no contar con piezas
como CiU o PNV. Ahí esta la dicotomía española.
El cálculo es claro: ¿por qué no eliminar todos los obstáculos
que impiden la unión esencial –con matices para que no se atraganten Bono,
Guerra, Vázquez ni Ibarra– de socialistas, comunistas y separatistas ¿Por qué
no centrarse en ordeñar la vaca suiza del enemigo único, los fachas del PP,
aunque haya que abrazarse a los aliados estratégicos de la ETA?
La operación exige que el mapa político no se altere, que no
surjan iniciativas como la de Boadella y Espada, lo más esperanzador que ha
ocurrido en Cataluña en muchos años. La operación exige también distorsionar,
manipular y tergiversar hasta la caricatura el discurso de los populares,
tenerlos siempre a la defensiva. Muchas veces lo consiguen.
Pero suceden cosas con lo que no contaban: la articulación de la
España liberal-conservadora en torno a una nueva intelectualidad que, se mire
como se mire, está ganando la batalla de las ideas, aunque no todavía la de la
propaganda; la firmeza de Rajoy en momentos clave, como el debate sobre el
estado de la nación; la denuncia sin paliativos de la desconstrucción nacional
maragaliano-zapateresca; y, por encima de todo, la masiva presencia en las
calles de manifestantes contrarios al gobierno. La derecha, por primera vez,
acogida al recurso definitorio de la izquierda, pancarta y eslogan.