HACIA LA DICTADURA NACIONALISTA
Artículo
de Juan Carlos Girauta en “Libertad Digital” del 09 de noviembre de 2008
Por su interés y
relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web.
Los males de los catalanes no vendrían de la mala gestión, el
despilfarro de recursos o la obsesión identitaria, sino de la existencia de la
COPE, El Mundo y hoy el ABC. La necesidad de eliminar al crítico es síntoma
inequívoco de una deriva dictatorial.
Lo del CAC y la Cope es sólo la enésima evidencia: la Cataluña oficial se dispone a acabar con la crítica por las buenas o por las malas; preferentemente por las malas. Entiéndase. La crítica será admisible siempre y cuando respete las premisas básicas del nacionalismo, con su consiguiente espacio de impunidad para ese doble juego que es el mismo juego: los lujos a cargo del erario y el intervencionismo más desaforado. La Cope comulgará con muchas cosas, pero no con ruedas de molino, y su rechazo a ponerse las anteojeras para ver sólo lo que el poder mande la ha condenado hace tiempo.
Del mismo modo que los colaboradores de la Cope solemos rechazar las anteojeras
siendo igualmente críticos con todos los partidos cuando lo merecen, no nos
acomodamos a la estabulación. Inmovilización, pesebre y anteojeras es demasiado
para algunos; en el oficio, sin embargo, los más lo sobrellevan
maravillosamente. Ningún otro fenómeno exhibe más a las claras la vocación
liberticida del establishment catalán que su disposición a acabar con la
presencia de medios incómodos. A Pujol no le dejó el Tribunal Supremo consumar
el acto antidemocrático, pero fue significativo que el gran constructor
nacional de Cataluña se arrogara la capacidad de establecer desde el poder qué
era verdadero y qué era falso y ligar a su dictatorial designio el cierre del
medio díscolo.
Como en todos los otros ámbitos, el tripartito perfecciona y radicaliza el
pujolismo. De lo segundo da fe la forja de un país de delatores lingüísticos,
las sanciones subsiguientes, la profundización de la inmersión y tantas otras
cosas. Del perfeccionamiento habla el CAC, la censura con disfraz técnico, el
trágala impuesto por un ente invisible y una burocracia kafkiana siempre más
decorosa que un dictadorzuelo dando órdenes a la vista de todos. Y más
terrible.
La obsesión anti Cope, la conversión del medio incómodo en enemigo a abatir,
las constantes alusiones hirientes por parte de los estabulados locales en sus
micrófonos, en sus columnas, en sus editoriales... todo guarda el inquietante
aspecto de la eterna figura del chivo expiatorio. Los males de los catalanes no
vendrían de la mala gestión, el despilfarro de recursos o la obsesión
identitaria, sino de la existencia de la Cope, El Mundo y, hoy, el ABC. La
necesidad de eliminar al crítico es síntoma inequívoco de una deriva
dictatorial y el aplauso de los estabulados refleja una grave enfermedad
social. Por cierto, no nos vamos a callar. Ustedes mismos.
Juan Carlos Girauta es uno de los autores del blog Heterodoxias.net.