LAS CABEZAS
Artículo de David GISTAU en “La Razón” del 20/10/2004
Por su interés y relevancia, he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
En su folio de ayer, Pérez Henares se mofaba del
actual revisionismo histórico –lo de las cuatro cabezas de la bandera de Aragón,
por ejemplo– que con tal de no ofender a nadie se aviene a borrar nuestras señas
de identidad y nuestros simbolismos genealógicos. De lo cual resulta que, ya
puestos a batirse en retirada, el partido de Zetapé quiere salir corriendo hasta
de las batallas libradas, y ganadas, hace siglos. No deja de resultar curioso
que, para los parámetros del discurso progre, las cabezas numismáticas de la
bandera de Aragón constituyan argumento para la indignación, mientras que no lo
son las cabezas occidentales que corta Zarqawi, ese asesino en serie elevado a
la categoría de «Che» resistente por la patología antiamericana.
Por tanto, el presidente aragonés propone alterar el símbolo de su región
sólo porque se lo ha exigido, usando la sensibilidad como extorsión, una
asociación musulmana a la que por cierto jamás se le ha escuchado ni una
protesta por las otras cabezas, las de Zarqawi. Detrás de esta inclinación de
Marcelino Iglesias a conceder con tal de no ofender está la misma cobardía que
nos retiró de Iraq justo después de una masacre sólo para no afrontar el riesgo
de sufrir otra. Y todavía hay quien acusa de cobardes a los cocineros porque
pagan por miedo el impuesto revolucionario. Qué otra cosa sino eso está haciendo
el gobierno de España con el Islam y su paroxismo integrista.
Pero ocurre que, a pesar de las concesiones, las anecdóticas y las formales
–cambiar banderas o derribar estatuas del Matamoros en Compostela, pero también
retirar tropas–, el terrorismo islámico todavía iba a arrojarnos, calle Génova
abajo, un camión cargado con quinientos kilos de explosivos. Se ve que, ya que
estamos de retirada y nos han olido la debilidad, habremos de seguir
concediendo, amenazados por otro 11-M, hasta terminar otorgando esa última
petición que nos tienen hecha los «yihadistas» del Califato universal: la
devolución de Al-Andalus. O sea que más nos vale ir trasladando piedra a piedra
las tabernas del barrio de Santa Cruz, que sería una pena perderlas. Nosotros
obsesionados por no ofender para no temer. Y ellos, mientras, cortando cabezas,
no hace siglos, sino ahora mismo.