EL ODIO ARRAIGA
Artículo de Santiago Gonzalez en “¡Basta ya!” del 17.05.07
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Permítame que le distraiga un momento de sus altas y benéficas cavilaciones, señor López, para llamar su atención sobre un asunto quizá menor, pero desasosegante. Una persona que se define como seguidor de su partido, ha escrito un correo electrónico a la eurodiputada Rosa Díez en el que, una vez corregidas las faltas, dice lo que sigue:
"Si ETA te mata yo no iré a tu funeral. Ojalá esto no suceda, no deseo la muerte de nadie, ni siquiera la tuya. Pero lo que no podré evitar es alegrarme enormemente, son emociones humanas... Y no será culpa mía, sino tuya.
Ten decencia y abandona la política con la que te lucras con los votos que te dimos los que ahora te odiamos."
“Fede” algarroba@yahoo.es
No pretendo establecer acusaciones demagógicas ni cargar sobre sus espaldas sufridas de secretario general la bellaquería de un votante, ni siquiera sabemos con certeza si afiliado. Pero sí quiero hacerle reflexionar sobre un pequeño detalle. ¿Cree usted que el tal Fede o como quiera que se llame, pudo ser uno de los asistentes a la Fiesta de la Rosa, el pasado 6 de abril? Aceptémoslo como hipótesis de trabajo. Aceptemos también que no es un hombre con una gran formación intelectual y principios muy elevados o que, alternativamente, es persona muy sensible a su magnetismo personal y a su fuerte liderazgo.
Cabe suponer que al oír a su secretario general referirse a Rosa Díez en estos términos: “sus palabras y sus hechos son la muestra más indecente de quien hace y tiene una forma miserable de hacer política”, se quedara algo desconcertado. También me pasó a mí en un primer momento. He asistido a unos cuantos mítines de la Fiesta de la Rosa y jamás había visto un despelleje semejante contra un cargo público del mismo partido. Tampoco he oído nunca esas palabras, “indecente, miserable”, en otras formaciones políticas para referirse a un disidente. Ni siquiera en el PNV hace veinte años, cuando lo de Garaikoetxea.
Indecente, miserable. ¿Dos sonrisas, dos propuestas? ¿No comprende, mi admirado señor López, la perplejidad que produce escuchar de sus labios nueve días más tarde que ustedes van a desarrollar “una campaña limpia y sin insultos”? Puede que calificar así a una compañera de partido sea parte de esa Euskadi de la convivencia que usted quiere ayudarle a hacer a José Luís, pero créame, el proyecto es muy mejorable.
Supongo que habrá tenido conocimiento de que dos candidatas del PP, Nerea Alzola y Virginia Arroyo, fueron agredidas en la plaza del Sagrado Corazón por militantes de eso que ahora llaman ustedes “la izquierda abertzale”. ¿Las ha llamado usted o alguien de su Ejecutiva para interesarse por su estado, por la muela rota de Virginia, para expresarles la solidaridad corporativa de los socialistas? Virginia Arroyo es concejal de Ermua, no me haga apurar el razonamiento hasta el fondo.
En los últimos días se han producido docena y media de ataques a candidatos del PP y a las sedes de su partido. ¿Algún dirigente socialista ha dicho algo al respecto? Créame que me gustaría mucho que estas últimas preguntas tuvieran respuestas afirmativas, aunque no hay precedentes esperanzadores. Hace cuatro años se llegaron a atacar en más de 300 ocasiones las sedes del PP en toda España. En varias ocasiones ha sido requerido el secretario general de su partido y presidente del Gobierno para que condenase aquellos actos, tres de ellas durante su comparecencia en la Comisión de Investigación del 11-M en el Congreso. No hubo manera, oiga.
Tampoco fue posible que el 18 de abril de 1995, el entonces presidente, Felipe González, llamase por teléfono al líder de la oposición, que había sufrido un atentado terrorista, al hacer explosión un coche bomba al paso de su vehículo.
Se comprende que Rosa Díez resulte molesta, con tanto empeño en recordar promesas electorales, pactos firmados y compromisos con los votantes, pero ya les caía mal a ustedes de antes. No había hecho una sola declaración en público cuando le quitaron el despacho que tenía en la Ejecutiva. Sin una voz más alta que otra, eso sí. Se limitaron a meter sus pertenencias en una caja de cartón que dejaron al fondo del pasillo.
Es muy preocupante asistir a este espectáculo. Ver cómo germina el odio en la Euskadi y la España de la convivencia. No tiene sentido responsabilizar a un pobre diablo que se desahogue con un e-mail seguramente apócrifo, cuando los dirigentes se ponen boquirrotos. Qué hallazgo el del ministro de Justicia pidiendo laxante para el PP. Ay, aquellas viejas y divertidas tradiciones de los amigos de su papá cuando recetaban aceite de ricino a los desafectos.
Alec Baldwin interpretaba el papel de un fiscal estadounidense que va a Alemania para participar en el juicio de Nuremberg. Al llegar empieza a consultar documentación, a ver películas. “He comprendido lo que es el mal”, dijo al terminar. “Es la ausencia de empatía”. Pues eso.