UN AÑO DECISIVO
Artículo de José Luis González Quirós* en “El Confidencial” del 05/04/2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
La
renuncia, aparentemente voluntaria, del presidente del Gobierno a encabezar las
listas del PSOE en el año 2012 marca el comienzo de un año especialmente
difícil que no habrá otro remedio que acortar. Esta renuncia de Zapatero nada
tiene que ver con la de Aznar, aunque contribuya también a que se adopte una costumbre
que, de generalizarse, tendría efectos muy positivos para la madurez de la
democracia española. Zapatero ha dicho que no va a presentarse apenas un minuto
antes de que la situación se volviese insostenible para él, y ha intentado
aprovechar el momento para anunciar una finta política bastante inverosímil.
La
situación en que ha quedado colocado al PSOE no admite más que dos
posibilidades, difícilmente compatibles. O Zapatero se decide a gobernar, y el
PSOE se entrega al disimulo, o Zapatero se dedica a hacer que gobierna, y el
PSOE a la pura propaganda. ¿Qué les parece lo más probable? No cabe pensar, por
desgracia, que un presidente que no se ha atrevido a hacer reformas de mayor
porte vaya a hacerlas ahora, cuando se cuartean los muros que soportaban su
autoridad, y cuando los mercados parecen menos agresivos, una vez que Zapatero
es ya figura del pasado: se trata de una posibilidad que no se le ocurriría ni
a Botín.
Tendríamos
que atravesar una situación extrema, que ahora no se adivina, para que se
repitiesen las llamadas de los poderosos y hubiese nuevas rectificaciones
espectaculares, y, como eso es poco probable que suceda, tendremos a un
Zapatero fustigador del PP y sin hacer nada -cosa en la que ya posee un crédito
indudable- hasta el momento mismo en que la continuación sea completamente
insostenible, lo que no ocurrirá más allá del momento en que se vea que aprobar
unos presupuestos para 2012 es absolutamente imposible, y que ya no merece la
pena seguir haciendo esfuerzos por ocultarlo.
En este
panorama van a influir una serie de circunstancias más determinantes que la
maltrecha voluntad de Zapatero. No me refiero sólo a la evolución de la
economía, que puede ir realmente a peor aunque el marco general parezca no
deteriorarse más, ni a la de las encuestas, que dependerá, en gran medida, del
calibre del éxito del PP el 22 de mayo, sino a que las estrategias de los
aspirantes al control del PSOE, y la forma en que el PP reformule su discurso,
van a ser los factores más determinantes.
El PP
ya no necesita vencer, sino convencer, que es algo más difícil que ejercer de
catalizador de un deterioro notoriamente impulsado por las carencias de
Zapatero y por la gravedad realmente asombrosa de algunos de sus errores
Si,
como imagino, los socialistas dan por perdidas las elecciones de 2012, quien
quiera hacerse con el control del partido querrá acelerar el momento de su
designación y que Zapatero convoque en el instante mismo en que haya el más
leve respiro, y, como queda dicho, siempre antes del cuarto trimestre de este
año, porque los posibles aliados no querrán indisponerse innecesariamente con
el presumible vencedor y no tendrán nada que obtener a cambio de una apoyo
negociado, de manera que será inviable el mantener por más tiempo la ficción de
un presidente que gobierna bien, aunque pueda perjudicar gravemente los
intereses de su partido. Todo indica, pues, que estamos ante un aplazamiento
táctico de la convocatoria de generales para que su desastroso pronóstico
contamine al mínimo las posibilidades de los candidatos locales.
La
variante decisiva capaz de determinar el futuro político de España, y el
momento en que haya que llamar a las urnas, estará, a mi entender, en la forma
en la que el PP, es decir, Mariano Rajoy, afronte este último tramo de su travesía
del desierto, ya casi con la certeza del éxito en la mano. Lo decisivo estará
no tanto en seguir trabajando por la victoria sino en asegurar al viabilidad del gobierno futuro.
Dicho de otro modo, el PP ya no necesita vencer, sino convencer, que es algo
más difícil que ejercer de catalizador de un deterioro notoriamente impulsado
por las carencias de Zapatero y por la gravedad realmente asombrosa de algunos
de sus errores. Zapatero ya ha perdido las elecciones, es casi completamente
seguro que el PSOE las pierda, pero falta por ver que el PP pueda ganarlas con
el capital político suficiente.
De
ser esto así, parece obvio no solo que el PP debiera cambiar ligeramente su retórica,
sino que, de no hacerlo, se enfrenta a los riesgos que siempre acompañan al que
alancea a moros muertos, por decirlo con la clásica expresión castellana. El PP
tiene unos meses en que, razonablemente seguro de su victoria, puede permitirse
el lujo de explicar lo que hará al ganar las elecciones, y deberá intentar
convencer a los españoles de que la prosperidad económica nunca se ha
conseguido garantizando duros a cuatro pesetas, sino trabajando, tomando
medidas que podrán parecer impopulares pero son sabias y razonables: cualquiera
puede hacerlas suyas si se explican bien. Tener miedo a decir ciertas verdades
servirá, únicamente, para que la acción de gobierno sea más ineficaz y sus
efectos tarden más en llegar. Hay que recordar cómo pudo ganar Aznar y, sobre
todo, cómo supo gobernar con éxito, y decir que se va a hacer lo propio.
*José Luis González Quirós es analista político