GORRIARÁN
DENUNCIADO POR DAÑAR LA IMAGEN DE UPYD.
Vean mi comentario de anteayer, sobre ¿Quién es el gólem, Gorriarán?
(Luis Bouza-Brey, 23-9-09)
PlazaMoyua.org ha conseguido tener acceso a una copia
de la denuncia contra Gorriarán. Apuntemos también
los antecedentes, para ver con perspectiva el último desquiciamiento del
responsable de Comunicación de UPyD. En tres pasos:
1) El Correo: Dirigentes
vascos critican la falta de participación en UPyD.
2) Gorriarán se pone ciego a insultar: ¡Cuidado
con el Golem!
3) Burofax-denuncia: Número de origen NB00009233024
De fecha 23 de septiembre de 2009 hora 13,09
Texto:
Al Consejo de Dirección de UPyD
En Madrid a 23 de septiembre de 2009
–
Estimados Miembros del Consejo:
Por la presente quiero pedir al Consejo de
Dirección de UpyD, o en su caso al órgano que sea
competente, la apertura de expediente disciplinario por falta grave contra el sr. Carlos Martínez Gorriarán, al
inferir grave daño a la imagen pública del partido desde la web de UPyD, y su propio Blog, con el artículo ¡Cuidado con el Golem!.
El Sr. Martínez Gorriarán
hace mención en el texto citado a un artículo (–>) de El Correo, de Bilbao, donde unos
afiliados conocidos del partido expresan unas opiniones que parecen no ser del
gusto de don Carlos. Pero en vez de esgrimir un solo argumento contra tales
opiniones, se permite insultarles. Por ejemplo, hablando de:
su doble moral, su
retorcida estulticia y su canallesca deslealtad.
No contento con insultar sin dar
argumentos, el sr. Martínez se permite describir la
participación de tres afiliados en la asamblea informativa celebara
en San Sebastión el pasado 21 de septiembre, como:
imponer su tabarra sobre
“democracia interna”, –básicamente, ésta consiste en pasarse las normas por el
arco del triunfo y en imponer sus muy minoritarias opiniones a cualquier
mayoría-.
Pero sin molestarse en explicarnos qué
normas “se pasaban por el arco del triunfo”, ni como pretendían imponer su voluntad
a qué mayoría.
Considero un daño muy grave para la imagen
pública de UpyD que nuestro responsable de
Comunicación y Programa:
• Utilice en público y por
escrito expresiones como “su doble moral, su retorcida estulticia y su
canallesca deslealtad” hacia afiliados que ejercen su derecho de crítica.
Si esos afiliados han incumplido alguna norma, el conocimiento de tal
circunstancia debería haber llevado a don Carlos a pedir el oportuno
expediente. Y mientras tanto, gozan de todos su derechos
y respetabilidad por parte de los dirigentes de UpyD.
Y del responsable de comunicación nada menos.
• Confunda en público y
por escrito la crítica a algún acto de la dirección del partido, con la crítica
al partido. Si eso resulta bastante común en lo que solemos llamar “partidos
políticos convencionales”, no puede ser normal en el nuestro si pretendemos
diferenciarnos de ellos.
• Llame “disidencia” a la crítica. Máxime
cuando los estatutos vigentes, en el capítulo de Derechos de los
Afiliados dicen;
7- A divulgar sus propuestas en el
interior del partido con el apoyo de los órganos de dirección, con vistas a
mantener debates internos sobre cuestiones de política general o sectorial y de
programa, y sobre asuntos de la organización
8- A expresar públicamente
sus puntos de vista sobre cuestiones políticas o de interés general,
manifestando libremente sus acuerdos o desacuerdos con la línea oficial del
partido.
• Se permita decir que las opiniones de los
militantes son “fabricación” de un medio, y les llame “golems”,
que según él quiere decir: “seres descerebrados o entidades al servicio del
hombre -bajo condiciones controladas pero enemigos de éste en otras”. En
público, por escrito, y en un medio del partido.
Por todo esto demando la apertura
de expediente disciplinario por falta grave a don Carlos Martínez Gorriarán. ¿Podría un afiliado de UpyD
referirse a Martínez Gorriarán como inmoral, estúpìdo, canalla y desleal, sin sufrir un expediente? Pues
espero que lo mismo se aplique a la inversa.
–
Al menos, Rosa Díez está con los herejes
imprescindibles, como Savater:
Denunciado queda. Ahora la pelota -y la respuesta,
está en tus manos, Rosa. Y el tiempo que tardes en darla, también.