LA REFORMA CONSTITUCIONAL NO ES PRIORITARIA… PARA EL PP
Artículo de Carlos Martínez Gorriarán en su blog de “¡Basta
Ya!” del 30-10-07
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un muy breve comentario a pie de título:
PERO, ¿A QUE JUEGAN?
Luis Bouza-Brey, 30-10-07,
11:00
Cuando aparecen comportamientos demenciales en el PP siempre me
interrogo sobre sus causas, y no las encuentro. Ahora,
el PP también se suma al suicidio colectivo, después de una legislatura de
lucha por la sobrevivencia. ¿Con qué PSOE quiere pactar? ¿Con el de ZP? ¿O es
que ya hay ofertas de G. y B. de cambiar la situación? Pero aún así, sin
acuerdo para reformar la Constitución y la ley electoral entre los dos grandes
el nacionalismo va a continuar imponiendo el rumbo, en cuanto las divergencias
inevitables aparezcan entre aquéllos.
En fin, no entiendo nada: ¡qué decepción!... UPyD
debe ampliar sus objetivos, a fin de buscar el apoyo de los defraudados por el
PSOE, pero también por el PP, que cada vez habrá más.
Aznar, Vidal-Quadras y Rajoy deberían
tomar cartas en el asunto y abrirles los ojos a los ciegos o insuflar coraje a
los cobardes..
¡Buff, que desastre!
Juan Costa despejó ayer algunas ambigüedades al especificar que el PP no considera que la reforma
constitucional sea prioritaria. Lo que sí es urgente -y de paso sorprendente- es
recuperar los consensos de la transición con el PSOE. ¿Pero qué consensos?;
¿los que permitieron introducir en la Constitución los “derechos históricos” o
la protección de las lenguas sobre y contra los derechos de las personas? La
cosa merece un comentario. No sé si esto significa que el PP teme alejarse
demasiado del PSOE y dejarle libre el centro bienamado,
ese tipo de cosas que preocupan prioritariamente a los partidos tradicionales.
Puede ser. En cualquier caso, sí que significa que el PP ha optado por
envolverse retóricamente en la bandera y el sentimiento de orgullo por ser
españoles y todo eso –como si alguien debiera sentirse orgulloso del azar de
haber nacido en España y no en Burundi o Japón-, para sosegar a su sector más
patriótico, a la vez que renuncia a emprender las reformas políticas de fondo
necesarias para que el objeto de ese orgullo tan proclamado, España, esté
constantemente en riesgo de evaporarse bajo la presión nacionalista.
Por si alguien los sigue dudando, tales reformas son dos: la de
la Constitución y la de la Ley Electoral. Al renunciar a entrar a fondo en este
ámbito el PP no sólo ignora a Alejo Vidal-Quadras y
su interesante proyecto de reforma, sino que indudablemente busca dejar la
puerta abierta a nuevos pactos legislativos futuros con los nacionalistas
“moderados”, léase PNV y CIU (y ríase a gusto con la presunta moderación de los
partidos de Ibarretxe y Oriol Pujol). Sonará
increíble, pero es cierto. O el PP no ha aprendido nada, o no puede poner en
práctica lo que haya aprendido, o sencillamente ha tirado la toalla y busca
adaptarse a un reparto de la tarta que quizás se le antoje perpetuo, pero que
no puede durar porque ya no queda tarta que repartir. Conclusión: el PP acepta el estado de cosas vigente,
gobernará si es que gobierna como si no pasara gran cosa, y sin duda esa falta
de sobresaltos tranquilizará adecuadamente a ese votante moderado, sesteante, orgulloso de ser español y muy tranquilo porque
lo es (al menos si no vive en Euskalherria o
Catalunya), al que el PP se dirige prioritariamente.
Pues nada, bueno es saberlo. Ratifica que somos, UPyD, el único partido serio que propone una reforma de la
Constitución como punto principal y prioritario de su programa electoral. No
sólo, por cierto, para atajar al nacionalismo en sus planes secesionistas en
marcha, sino para reforzar la separación de poderes, mejorar las libertades
individuales y regenerar la democracia de tal forma que no sean posibles situaciones
como el Plan Ibarretxe o el Estatut
confederal con socavones del AVE. O que haya partidos legales que apoyan el
terrorismo, tal que ANV, o Batasuna, que parece estar deprimida y para animarse
y hacer unas risas se plantea concurrir en las elecciones como si aquí no
pasara nada ni hubiera pasado jamás. Y entre tanto, el PP preocupado de que la
gente no se haga la idea de que plantea una política demasiado radical. Ni en
materia constitucional, ni de energía nuclear, ni de nada peligroso.
Pásalo: si quieres cambio, vota UPyD;
si quieres que no cambie nada, a Rajoy o Zapatero. Es sencillo, y encima es
verdad.