VICIOS MORALES E HIPOCRESÍA POLÍTICA.

 Artículo de Carlos Martínez Gorriarán en su blog de “¡Basta Ya!” del 08 de julio de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web

 

Con un breve comentario al final:

LA REVOLUCION PENDIENTE

Luis Bouza-Brey (8-7-09)

 

Ya que a algunos les fastidia enormemente el enfoque ético de algunos problemas políticos –ámbitos separados al modo en que lo están lo privado (ético) y público (político), pero que arrojan mutuamente no poca luz sobre algunos aspectos recónditos de cada uno de ellos-, voy a insistir en ello. Plantearé así el problema: ¿hay en la crisis que nos están fabricando algunos medios a UPyD, gracias a los testimonios de algunos disidentes perseguidos, algún aspecto ético que ayude a enfocar mejor el problema político? Me parece que sí.

Ayer me preguntaba un periodista de El Mundo lo siguiente: ¿cómo se explica que un partido como el suyo, que ha alumbrado tantas esperanzas e ilusiones (etc.), sea tan conflictivo como los demás? Naturalmente, no he negado la conflictividad, pero le he señalado que todos los colectivos humanos, del más pequeño –una pareja- al más grande –la humanidad- son en sí mismos conflictivos, porque la conflictividad forma parte integrante y principal de la naturaleza humana. Tendemos a dividirnos y oponernos al menor pretexto o sin ninguno, hasta el punto de que buena parte de las reglas sociales, de todas las épocas y lugares, están orientadas a encauzar esa conflictividad inevitable (cismogénesis, lo llamaba Bateson). Si la familia más unida o un grupo de buenos amigos soportan conflictos, ¿cómo puede concebirse siquiera que nada menos que un partido político no los tenga? Es infantil alentar semejante bobada y escandalizarse porque surjan problemas, divisiones, cismas y broncas. Pues claro que todos los partidos tienen y tendrán conflictos internos, como los nuestros, de lo que se trata es de ver cómo intentan resolverlos.

Pasemos al siguiente punto: la extraordinaria simpatía y acogida que, en ciertos medios,  despierta de inmediato la figura del “disidente perseguido”. Lo dice él de sí mismo, por supuesto. Y hay que creerle a pies juntillas, víctima como es del autoritarismo y la intransigencia (y en algún caso más sonado, aunque él mismo haya sido no sólo partícipe, de lo que ahora denuncia, sino defensor a ultranza de las medidas más expeditivas… para los demás, naturalmente). En España esto es muy corriente. Por las razones que sean, desde el desprestigio histórico del poder y de la justicia hasta la admiración popular por el choriceo y la caradura, cuando alguien tiene un conflicto con las normas atrae todo tipo de adhesiones y simpatías. Los sinvergüenzas, taimados, estafadores, milagreros y jetas de toda condición parten siempre con ventaja en la carrera por el juicio favorable del público soberano. Este es el país del Dioni, para qué vamos a engañarnos. Así que basta con declararse perseguido o víctima de algo para recibir oleadas de calor humano, apoyo y comprensión. Sin ir más lejos, en el País Vasco y Navarra, con importantes extensiones en el resto de España, a los etarras y sus amigos les ha ido de miedo con esa “ética pública” de apoyo al perseguido por la justicia, y ha costado años, dios y ayuda que esa falacia monstruosa quedara en claro (y todavía…)

Vayamos a lo nuestro: los expedientes a afiliados de UPyD que tantísimo interés están despertando, en parte por su coincidencia con la extraordinaria locuacidad de críticos sobrevenidos que hasta anteayer participaban en la bacanal de autoritarismo o pugnaban por ejercerla, y si era posible en riguroso monopolio personal. Todos los afectados son, cómo no, víctimas de una injusta persecución, campeones de la “democracia interna” (que es a la democracia lo que la música militar a la música de verdad), sujetos desinteresados que lo han dado todo por puro altruismo y ahora son pagados con severas y arbitrarias sanciones totalmente inmerecidas. No diré más.

Pero el interés mediático es más bien la consecuencia de que eso ha pasado “en un partido que decía ser diferente y ahora resulta que es como todos”. ¿De verdad? ¿Cuántos expedientes han abierto en el PP y en el PSOE -sin ánimo de señalar- a los cargos electos o de partido pillados infraganti en actuaciones impresentables? ¿Y en las instituciones que gobiernan, sea el CNI o la Generalitat de Valencia? ¿No son más bien esos partidos partidarios del enjuague, del prietas las filas y aquí no pasa nada pero a la vuelta te espero Baldomero, y todas esas maneras de hacer o no hacer que dan pasto para tantas portadas de papel y horas interminables de tertulia?

No deja de regocijarme que los mismos que denuncian con santa ira democrática que en los partidos normales no se depuran nunca responsabilidades, ni menos aún dimite nadie, se suban por las paredes y reclamen que vertamos ceniza sobre nuestras testas y nos rasguemos las vestimentas precisamente por eso: porque en nuestro pequeño y joven partido hay personas que dimiten (por toda clase de razones), y hay personas que actúan mal y se les reclaman responsabilidades. Y no lo ocultamos, aunque sea un fastidio explicarlo y partas con la desventaja del sambenito de autoritario impuesto a cualquiera que crea en la igualdad de todos ante la ley. ¿Pero no era eso -dimisiones ,y expedientes si no las hay- lo que se espera de un partido transparente, con normas iguales para todos, que se toma en serio a sí mismo porque respeta a los ciudadanos y no va a permitir dentro lo que denuncia fuera, a saber, que haya quien haga mal uso de su puesto o traicione la confianza que disfruta?

Cuando pase todo esto, que no tardará mucho, tendré más material para un estudio que pienso hacer: sobre la indignación impostada y sobre la credulidad maliciosa. Dos vicios morales con importantes efectos en el empeoramiento de la vida pública.

Breve comentario final:

LA REVOLUCION PENDIENTE

Luis Bouza-Brey (8-7-09)

Hace año y medio le dije a Carlos Martínez Gorriarán algunas verdades que pocos quisieron escuchar. Como me suele suceder, tenía razón. En aquel momento comenté que CMG despedía un tufo muy marcado a Girón de Velasco y su revolución pendiente: su estilo agresivo y autoritario, su actitud despectiva e impositiva, anticipaban cuál ha sido su comportamiento a lo largo de estos casi dos años. Desde entonces, yo he seguido defendiendo en esta web y en “Ciudadanos en la Red” la instauración urgente e inmediata en UPyD de la democracia si se querían evitar males mayores, como la división del partido, la pérdida de autoridad de la dirección y la escisión. Por desgracia, he vuelto a acertar, aunque debo reconocer que no he sufrido ningún expediente disciplinario, pero sí el descrédito moral, la acusación de estar defendiendo mi interés personal, la de ser un trepa indigno, y el ostracismo. Pero, precisamente por no ser un ambicioso trepa, puedo nadar grandes trayectos contra corriente, sin que nadie me desvíe de aquello en lo que creo.

Y suelo acertar y vencer moralmente al final: los hechos confirman mi análisis, y frente a estos hechos de una crisis galopante, a CMG no se le ocurre otra cosa que echar la culpa a los demás de todos los males. Hace casi dos años, CMG despedía un tufo gironiano al menos evidente para mí. Hoy ya no puedo sino detectar el tufo del búnker no sólo en CMG, sino en el Consejo Nacional del Movimiento que le rodea… ¡disculpen el error: quiero decir, en el Consejo Político de UPyD!

Hoy, Eli Jo hace también un análisis de este artículo de CMG en su blog. Quizá la herramienta intelectual para el análisis profundo del comportamiento de CMG sea la psicología u otras ciencias del espíritu, pero creo que con el sentido común y la lógica política es suficiente para ver dónde está el problema de UPyD.