ZAPATERO, EN DEUDA CON ESPAÑA
Editorial de “El Imparcial” del 18 de diciembre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web
La
economía española está en serios aprietos, dicho de un modo que no genere más
alarma de la que realmente hay. Las razones son varias, si bien una de ellas
sobresale tanto por su magnitud como por su falta de originalidad. Y es que
desde que se desarrolló el estado de las autonomías tal y como hoy lo
conocemos, el agujero negro que engulle gran parte del PIB español no ha dejado
de crecer. El último dato conocido es estremecedor: las comunidades autónomas
deben más de 107.000 millones de euros. Dicha deuda ha aumentado durante el
último trimestre un 27 por ciento -y eso que, supuestamente, se habían
implementado unos criterios de austeridad cuyos resultados en breve iban a
verse, y a la vista están-, a lo que hay que añadir los números rojos de los
ayuntamientos; aunque menor que la autonómica, la deuda de las corporaciones
locales españolas asciende a 36.000 millones de euros.
Con
semejante lastre es imposible salir adelante. Si a ello le añadimos la
inoperancia de un Gobierno que sólo reacciona ante estímulos externos -llámese Angela Merkel. Obama o Unión Europea-, el panorama no puede ser más
desalentador. Por lo que respecta al tema autonómico, el responsable actual es
José Luis Rodríguez Zapatero, aunque la carga de dicha responsabilidad habría
que repartirla con la práctica totalidad de altos cargos del PSOE, auténticos
muñidores -cada uno en su faceta- del actual despropósito autonómico.
Es
casi una cuestión doctrinal. En su intento por bailarle
el agua a los nacionalistas y bordear peligrosamente la frontera de una
confederación no contemplada en la Constitución, los socialistas en versión
Zapatero han vendido que lo suyo era descentralizar, cuando lo que realmente
hacían era sobredimensionar, despilfarrar y confundir. Gracias a eso, hoy las
autonomías son una suerte de engranaje dilapidador de dinero público que se
mueve a impulsos de clientelismo político. Hasta que este Gobierno o el que
venga no tomen cartas en el asunto y se decidan a parar la sangría recuperando
competencias que nunca debieron transferir, la sangría económica de España
seguirá su curso sin impedimento alguno. Al igual que el descrédito del país.