LOS GRUPOS PARLAMENTARIOS ESTRECHAN LAZOS PARA AISLAR
AL GOBIERNO
Zapatero, en minoría
Informe de Alberto L. Marín
Zapatero está
solo, y así lo constató en el último Debate sobre el Estado de la Nación. La
oposición suma 181 escaños y está compuesta por el Partido Popular, por los
partidos nacionalistas -aliados del presidente en su primera legislatura- y por
el grueso de los partidos minoritarios, que nunca antes se habían manifestado
de una forma tan explícita. El presidente aúna diversas tendencias en contra
suya, pero la crisis es sólo una causa más que se suma a numerosas promesas
incumplidas y cuentas pendientes.
Los
grupos parlamentarios apuran la negociación de las propuestas de resolución
derivadas del Debate sobre el Estado de la Nación, ya que tienen que presentar
las enmiendas transaccionales que logren consensuar antes de las 20:00 del
lunes para que puedan votarse en el Pleno del martes 19 de mayo.
Ninguna
de las 90 iniciativas planteadas está firmada conjuntamente por más de un
grupo, por lo que, en principio, todas las fuerzas políticas necesitan pactar
entre ellas para recabar los apoyos que les permitan sacarlas adelante.
Así,
la supresión de la deducción por la compra de vivienda para las rentas más
altas a partir de 2011 se enfrenta a propuestas del PP y CiU que reclaman
mantener este beneficio fiscal y, en el caso de los populares, incluso
aumentarlo. Si la oposición pacta un texto que satisfaga a grupos que sumen más
de los 169 diputados socialistas (como sería el caso de la unión de los 153 del
grupo popular, los diez de CiU y los seis del PNV), el Ejecutivo vería cómo el
Congreso rechaza la medida "estrella" lanzada por Zapatero en el
debate del martes y miércoles pasados.
En
sus últimas palabras del miércoles, a modo de conclusión del Debate sobre el
Estado de la Nación, ya ojeroso y cansado después de dos intensos días, el
presidente del Gobierno pidió al Hemiciclo superar las divergencias con la
crisis como argumento. “Señoras y señores diputados, a la tarea”. Pero, en
realidad, y tras pulsar los pareceres de los distintos grupos en el Congreso de
los Diputados, quien debe ponerse “a la tarea” es el Zapatero más aislado y
débil en la Cámara legislativa de los últimos cinco años, al contar con 169
votos seguros —los de su Grupo- frente a la nueva oposición, que suma 181 .
Frente a él, la citada oposición, compuesta de forma espontánea, mayoritaria y
heterogénea, que comparte la idea de que el presidente ha agotado su
legislatura al mismo ritmo que ha perdido la credibilidad. Sus principales
aliados hasta hace pocos meses —nacionalistas vascos y catalanes, Izquierda
Unida y la mayor parte del Grupo Mixto-, como ha podido corroborar este
periódico, fiscalizarán la gestión del presidente al milímetro.
En
segundo lugar, la palabra moción ya no sólo se escucha en los pasillos. El
presidente podría salvar una moción de censura pero no una cuestión de
confianza, no vinculante y cuya proposición no está en manos de los
detractores: es el propio presidente el que debe plantear una moción así cuando
cree conveniente pulsar el respaldo de su gestión en un momento de suma
debilidad. Una de las principales lecturas del debate y repetida al unísono por
medios de comunicación de distinto signo es, precisamente, una soledad del
Ejecutivo que se hará palpable en cada derrota que sufra el Grupo Socialista en
la Cámara Baja, precisamente en un contexto, según el presidente, “grave”. En
este sentido, Rosa Díez, representante de Unión, Progreso y Democracia, fue la
más explícita y resumió el sentir del resto de formaciones: o logra el consenso
—lo propuso en forma de Pacto de Estado- “o déjenos a los españoles decidir
quién nos gobierna”.
Los nacionalistas miran por el retrovisor
La aritmética, como se puede observar en el gráfico que ilustra esta información,
resulta inédita con Rodríguez Zapatero en el poder, así como las “perlas” que
los distintos diputados de la nutrida oposición le dedican delante y detrás de
las cámaras. Los principales partidos nacionalistas con representación en
Madrid, CiU y PNV, se aferran a reivindicaciones particulares que algún día,
como cheque a cambio de algún apoyo puntual, el Gobierno les prometió. Aunque,
en líneas generales, la demanda principal de los catalanes, ya no sólo de CiU
sino también de ERC o ICV, es una resolución satisfactoria y pronta de la
financiación. Sin embargo, Zapatero ha aplazado una vez más —y van diez-, una
resolución al respecto. La formación de Duran i Lleida no olvida tampoco cómo
tramitó el Ejecutivo el Estatuto catalán y, según fuentes del partido, mirar al
retrovisor se hace inevitable.
Aunque
pueda parecer lo contrario, el día a día del Congreso es cordial, como
confirman fuentes del PNV, quienes niegan que el aislamiento de Zapatero vaya
más allá de las votaciones. Pero sí es un hecho, confirman estas mismas
fuentes, que promesas que no han visto la luz pero se han gestado en los
despachos han quedado en papel mojado. A las cuentas pendientes se suma el
pacto constitucionalista en el País Vasco. El PNV, comentan en sus filas,
ofreció a Patxi López un acuerdo de Gobierno que eliminaba todos aquellos
aspectos que podrían dividir al PSE y a la formación de Ibarreche durante los
próximos cuatro años. Es decir, los nacionalistas vascos ofrecieron a López un
pacto sólido en el que ningún socialista tendría que avergonzarse de sus
compañeros de alianza por cuestiones como propuestas de autodeterminación. El
nuevo Ejecutivo vasco es también, por tanto, un portazo a la cordialidad
plenaria, que se dará con cuentagotas y sólo ante aquellas iniciativas que los
peneuvistas consideren “imprescindibles y positivas para los españoles y para
el País Vasco”.
Incluso
ERC, compañero de viaje en Cataluña, ha perdido la confianza en Zapatero:
“Usted ha conseguido al cabo de los años que todo el mundo esté incómodo: es un
redomado prestidigitador que se pasa el día tirando las bolitas al aire y evita
que se le caigan al suelo”, dijo Joan Ridao este martes. La historia se repite
con ICV. Joan Herrera, portavoz de la formación en el Congreso, confirma el
rechazo a la política gubernamental si no se cumplen determinadas condiciones:
"Para hablar con nosotros, algunas cosas tienen que cambiar. No podrá
hablar con nosotros si lo que priman son más políticas de cheques".
En la
izquierda ocurre algo parecido, aunque la cuestión básica de la desconfianza de
partidos como Izquierda Unida hacia Zapatero se centra, en este caso, en la
incomprensión de sus políticas. Para Gaspar Llamazares, este presidente
socialista no representa a la izquierda en España: "Zapatero carece de
estrategia, de mayoría parlamentaria y de liderazgo social". El caso de IU
es delicado porque, a su vez, el haber perdido un puñado de escaños en las
últimas elecciones —perdió su Grupo Parlamentario propio- causó un alejamiento
del PSOE, para quien los votos de la formación de Llamazares dejaron de tener
trascendencia. Hoy, son necesarios, pero el Gobierno ya ha dado demasiados
pasos sin contar con IU, que ya se declara públicamente no aliado de este
Gobierno.
A día
de hoy, el único respaldo del Grupo Socialista es el Grupo Socialista. El mayor
de los problemas es que a ninguno de sus compañeros de Parlamento le sirven ya
las palabras. Incuso algunos, como ICV, no muestran predisposición a
escucharlas. Y esta tónica se mantiene con BNG y Coalición Canaria, más duros
que nunca en sus exigencias, y con UPyD, siempre combativo a pesar de contar
con un solo escaño.
La
oposición en el último Debate sobre el Estado de la Nación sumó 181 escaños,
abrumadora mayoría que se ha constituido sin planificación pero con dos motivos
que comparte su grueso: cuentas pendientes y una mala gestión de la crisis
económica cuyas consecuencias más devastadoras se están produciendo en España.