¿CUÁNDO VAS A DESPERTAR, CATALUÑA?
Artículo de Luis Bouza-Brey del
(10-1-10, 9:00)
Este
artículo se propone extraer una visión sintética de la realidad de Cataluña
distinta de la imperante en la cultura oficial del “oasis”. Es un intento de
elaboración de un esquema perceptivo de los problemas que plantea el
etnonacionalismo catalán a la democracia española.
Este
esquema teórico de interpretación está hecho desde las percepciones propias de
un ciudadano español-catalán, cada vez más decepcionado y desesperanzado con la
vida política del “oasis”, al ser consciente de los graves problemas que está
creando para Cataluña la inconsciencia e irresponsabilidad de su clase política
y élites sociales dominantes.
Quiero
decir, en primer lugar, que existe un grave peligro para el futuro de España
como consecuencia de la situación en Cataluña, porque si se continúa por este
camino habremos demostrado una vez más que la democracia nos viene grande, y
que somos incapaces de integrarnos en la civilización política europea como un
país normal. La democracia en España habrá fracasado por enésima vez, y
saldremos de esta experiencia nuevamente sacudidos por conflictos irresolubles,
con un país destrozado y un Estado fallido, que nos definirán nuevamente como
uno de los enfermos de Europa, junto a los países balcánicos y Rusia. Seremos
nuevamente un país ingobernable con métodos democráticos, que se habrá
despedazado a sí mismo con encono suicida y cainita hasta la extenuación y la
marginación.
Pero
cuando hablo del peligro para España incluyo en esta concepción a Cataluña,
pues aquí la situación será mucho más grave que en el resto del país: la economía entrará en quiebra (ver
en el blog de Mikel Buesa su trabajo sobre la independencia de Cataluña) por
pérdida de los mercados de las empresas, la cohesión social se habrá roto, la
clase política necesitará imponerse por la fuerza para mantener su poder
decreciente, saldremos catapultados de la Unión Europea, y las élites sociales
e intelectuales habrán demostrado su incapacidad para interpretar y representar
a una sociedad a la que llevan esterilizando con mitos cada vez más anacrónicos
desde hace dos siglos.
Porque
la realidad es que Cataluña sufre de esquizofrenia paranoide por parte de sus
élites, contagiada a un sector importante de la población, mientras que la
mayoría se encierra en su vida privada, por temor a contradecir a la etnia
dominante y resistir frente al delirio psicótico de las élites. La resultante
es que la sociedad se comporta como una manada de borregos enfermos, conducidos
mansamente al precipicio por una cuadrilla de pastores lunáticos.
¿Qué
otra cosa es, sino esquizofrenia paranoide, que una sociedad postindustrial y
multiétnica del siglo XXI esté regida por élites que la gobiernan con mitos y
preconcepciones propias de una etnia sacudida por los cambios de los primeros
tiempos de la industrialización, de mediados del XIX?
¿Qué
otra cosa es, si no, que los escasos actores culturales y políticos que
intentan rebelarse frente a la paranoia sean acusados de fascistas por defender
una sociedad abierta, plural e integradora de la diversidad?
¿Qué
otra cosa es, si no, el intento de pervertir una democracia moderna para
ahormarla a concepciones premodernas, semifeudales y basadas en el privilegio étnico?
¿Qué
otra cosa es, si no, el hecho de solicitar plurinacionalidad para el “Estado” e
imponer monolitismo étnico en la “Generalitat” por obra de unas élites
endogámicas y cerradas?
¿Qué
otra cosa es, sino esquizofrenia paranoide, la violación de la Constitución y
el Estado democrático de Derecho para imponer un Estatuto inconstitucional
aprobado por una escasa minoría de la población catalana?
¿Qué
otra cosa es, si no, la traición del Partido exsocialista
de Cataluña a sus principios fundacionales, subordinándose a la hegemonía
desaforada del etnonacionalismo radical e independentista?
¿Qué
otra cosa es, si no, que unos por “Catalunya” y otros por “els treballadors”
impongan al pueblo de Cataluña una deriva demencial hacia la descomposición y
el atraso?
La
esquizofrenia paranoide etnonacionalista va a
provocar una crisis, sí, pero una crisis que enfrentará a las élites cerradas y
endogámicas de la sociedad catalana actual, apoyadas por esos grupos y
asociaciones anacrónicos de la llamada “sociedad civil”, que viven de la
subvención y el cuento de tiempos pasados, con una sociedad muy vital y creativa,
pero en crisis de desorientación y jibarización, que
tardará todavía algo en despertar de la narcosis inducida por los grupos
dominantes.
Por
eso, la llamada del etnonacionalismo a la
resistencia de la “sociedad civil” contra la democracia española, producirá
una ola superficial de protesta de la subcultura residual y oficial del
etnonacionalismo, fluyendo sobre la pasividad narcótica de la mayoría social.
Por
eso, es responsabilidad del conjunto de la sociedad española defender la
democracia e imponer la vigencia de la Constitución y el Estado de Derecho en
Cataluña, si se quiere evitar la continuación del proceso patológico y
degenerativo derivado de la esquizofrenia de las élites catalanas, y su
contagio letal a la democracia española.
Cuanto
más se tarde en asumir la gravedad de la crisis e imponer la terapia de la
fortaleza democrática, más difícil será la sobrevivencia de España. La terapia
es democracia, igualdad y Estado de Derecho, contra caciquismo étnico,
privilegio y despotismo.