MI CONCEPCION DE “CIUDADANOS-PARTIDO DE LA CIUDADANIA”

 

Artículo de Luis Bouza-Brey del 12-7-06.

 

     El partido de los Ciudadanos de Cataluña nace como como respuesta a una situación de emergencia creada en Cataluña tras largos años de hegemonía y dominio del nacionalismo étnico-lingüístico. Nacionalismo que en su afán homogeneizador de construcción de una nación mítica que ni siquiera existió en el pasado, se enfrenta cada vez más intensamente con la Cataluña real.

     La Cataluña de hoy es una sociedad plural y compleja,  compuesta por ciudadanos libres de muy diversa procedencia, que no están dispuestos a dejarse asimilar renunciando a su identidad, o a ser marginados como metecos privados de derechos, residentes en una sociedad ajena que, por el contrario, se ha construido con el esfuerzo de todos.

     En su búsqueda de la Cataluña mítica, homogeneizada por unas instituciones sectarias y cada vez más autoritarias, el nacionalismo catalán necesita alejarse de la pluralidad real derivada de la constitución social de España y vaciar de competencias al Estado democrático. El objetivo es  la soberanía y la introducción de mecanismos confederales que les permitan quedar libres de trabas igualitarias y solidarias, que obstaculicen su intento de construir una nación uniforme y basada en relaciones bilaterales y privilegiadas con el resto de España.

     La contradicción en que incurren es que al mismo tiempo que reclaman la “plurinacionalidad, la pluriculturalidad y el plurilingüismo del Estado”, rechazando inconstitucionalmente el carácter nacional de España, intentan construir una nación monolítica, unicultural y monolingüe en Cataluña. Para ello tienen que enfrentarse de manera más o menos velada y gradual con la pluralidad real de Cataluña y provocar, en la realización de sus objetivos, la división de Cataluña, el enfrentamiento con el resto de España y el dinamitado de la Constitución democrática del 78. Constitución aprobada por primera vez en nuestra Historia mediante amplísimo consenso y que se basa en los principios de soberanía nacional del conjunto del pueblo español, ciudadanía, igualdad y solidaridad, incompatibles con los principios y objetivos del nacionalismo catalán. 

      En efecto, la Constitución española instaura un Estado complejo que articula de manera equilibrada la unidad del conjunto con el autogobierno de las nacionalidades y regiones y la solidaridad entre éstas. De este modo, reconoce e institucionaliza los requisitos de salvaguarda de la diversidad y la autonomía, equilibrándolos con los mecanismos de la unidad, la ciudadanía, la igualdad y la solidaridad entre todos los españoles.

      Pero debido a la larga hegemonía del nacionalismo catalán, la casi totalidad de los partidos de la Comunidad han sucumbido a su ideología, creando un vacío en la articulación política de Cataluña, al dejar sin representación en las instituciones autonómicas a un amplísimo sector de ciudadanos que no comparten la ideología nacionalista.

Este nuevo bloque nacionalista (PSC, CIU, ERC e IC: el “PUC” o “Partido Unificado de Cataluña”, según algunos) ha impulsado la aprobación de un “nuevo Estatuto” sectario y nacionalista que rompe los equilibrios constitucionales y viola la Constitución y los derechos del pueblo, al modificar sus principios básicos sin seguir el procedimiento de reforma constitucional previsto.

     Por ello, al haberse aprobado en el referéndum este Estatuto, y si el Tribunal Constitucional no lo anula, se habrá consumado un cambio de régimen político y una vulneración de la Constitución que la habrá transformado de normativa en nominal, abriendo el camino a una desestabilización peligrosísima del país en el medio plazo. El sectarismo se habrá impuesto al consenso, y la democracia española y catalana habrán sido sustituidas por un sistema confederal y antidemocrático cuya duración será inevitablemente breve. 

 

LOS OBJETIVOS CONSTITUCIONALES DEL PARTIDO DE LA CIUDADANIA

 

     Para responder a esta degeneración política, se ha creado “Ciudadanos”, cuyo objetivo constituyente es defender la democracia en Cataluña y el conjunto de España, frente a la crisis creada por los nacionalismos periféricos y la subordinación del PSOE e IU a los mismos. 

     La Constitución de 1978 y los Estatutos derivados de ella fueron aprobados por amplísimo consenso y diseñaron un Estado democrático y complejo. En él la Nación española reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones españolas, sus instituciones de autogobierno y la articulación de la pluralidad mediante la soberanía del conjunto de los españoles, definidos como ciudadanos iguales ante la ley, sin que puedan prevalecer contra esta igualdad ningún tipo de discriminaciones por razón de nacimiento, raza, sexo, religión,  opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal y social.

     Estos ciudadanos, mediante el ejercicio de sus derechos y libertades fundamentales, eligen a sus representantes y participan en la definición del interés general de España y cada una de las Comunidades, sin que nadie pueda usurpar o monopolizar ni el nombre ni la representación excluyente de España o las Comunidades. 

 

     Pero puesto que el nacionalismo catalán, con la ayuda del PSOE e IU y los demás nacionalismos periféricos homogeneizadores, pretenden sustituir la España plural y la Cataluña de los ciudadanos por la confederación de múltiples Naciones monolíticas y soberanas, articuladas mediante relaciones de bilateralidad, insolidaridad, privilegios y desigualdades externas e internas, los Ciudadanos de Cataluña y del resto de España deben unirse para defender los principios constitucionales y democráticos vulnerados.

      Deben defender el principio de que Cataluña es una nacionalidad plural, integrada en la Nación plural que es España, cuyos intereses generales sólo pueden ser definidos democrática e igualitariamente, mediante la participación de todos los ciudadanos en los diversos ámbitos del poder político. Poder político articulado en instituciones que posibiliten el autogobierno en la periferia y el gobierno compartido en el centro, sin privilegios ni desigualdades sociales ni territoriales que nos retrotraerían a la época precontemporánea.

      En este sentido, Ciudadanos debería defender el perfeccionamiento del Estado autonómico mediante la reforma del Senado y la racionalización del sistema, cerrando el capítulo permanentemente abierto de transferencia de competencias, recuperando competencias esenciales del Estado y manteniendo el laicismo identitario y el bilingüismo, frente a los intentos de constituir el nacionalismo catalán en una religión política que condena al discrepante y al diferente a la marginación en su propio país y a la exclusión de la participación política.