A LOS ESPAÑOLES QUE QUEDEN. Cousas
a 18-9-15
Luis
Bouza-Brey.
Comentario a "NO
HAY HUEVOS",
De Carlos Herrera en "ABC" del
18-9-15
Sí, Herrera, no hay
huevos. Unos, porque son "idiotés"
y llevan cuarenta años recluyéndose en una antipolítica que deja su y nuestro
destino en manos de tarugos delirantes, esquizofrénicos y paranoicos.
Otros, porque son "tarugos",
embarrancados desde hace un siglo en delirios de pureza étnica, rechazo
xenófobo, espíritu de
campanario, insolidaridad tribal e irracionalidad mítica.
Otros, porque son "cretinos"
buenistas, relativistas que creen que todo vale
excepto los que creen que hay cosas que no valen. Estos, para ellos, son "fachas" con principios. Los
cretinos creen que todo se arregla hablando y cediendo hasta que los tarugos se
apaciguen, ya que no hay nada que perder, salvo el
buen rollo.
¡Ah!, y por
último los
"malnacidos". Esos que viven del cuento y el latrocinio. Esos
que se lo llevan crudo en nombre de Cataluña, o de los Trabajadores, o de España, haciéndonos pagar a los demás sus cuentas en Suiza o
las Caimanes, sus colecciones de coches de lujo o cuadros, su derroche superlujoso en tiempos de paro y hambre.
Pues sí, Herrera, no hay huevos,
en unos, para poner al país en el núcleo de su motivación, ni hay huevos, en
otros, para abrir el espíritu, ni hay
huevos, en los de más allá, para la decencia, la coherencia y los
principios, ni hay huevos, en el conjunto, para acabar con ladrones, tarugos, idiotas y
pasteleros indignos y suicidas.
¿Quién nos queda? Muy pocos:
los perdedores de un país de
listillos imbéciles.
Vean a Herrera:
NO HAY HUEVOS
CARLOS HERRERA,
'ABC' - 2015-09-18
Siempre se les puede decir
que quien quiere tortilla antes o
después tendrá que romper los huevos
DA igual. Por muchos
avisos que mandes acerca de la ruina que supone sentirse independientes –y serlo, evidentemente– nada cambiará la opinión de los que viven en la
lluvia de azufre de la química sentimentaloide. Es inútil confrontar racionalidad con sentimentalidad: gana la
puesta en escena, la épica pequeña de cuarto de baño, la ensoñación infantil. Les han
prometido la Arcadia Permanente y se lo han creído, y ante eso no hay Junker que
valga, ni Merkel, ni Cameron, ni Obama,
ni la madre que los crió. Presumen
de ser una colectividad guiada por el «seny» y son, en su mitad más expresiva, unos adolescentes
inmaduros ensimismados en melancolías absurdas. La otra mitad, salvo meritorias excepciones, no
saca la cabeza del agua por temor a la exposición al sol: y no acaban de entender que así, aunque se evite la
insolación, lo más probable es perecer
ahogado.
Si yo fuera
independentista sospecharía muy
mucho de mis iniciativas si fuera de mi corral me apoyaran los más tontos de la clase. La
imposible independencia de Cataluña es sólo
refrendada y jaleada por sujetos del tipo Willy
Toledo, lo cual desalienta al más pintado.
Pero digo, da igual. Entiendo la épica menor de los que se sienten protagonistas de la
historia, pero no acabo de entender a los que, con todos los datos en su mano,
juegan con el fuego del futuro vacío, nudoso, casi estéril. Allá cada uno,
podrá decir
usted, y tendrá razón, pero me sorprende que
empresarios catalanes le tengan más miedo a Artur Más que a perder el
mercado que les sustenta.
El Círculo famoso de
empresarios catalanes que tanto se juega en este sopicaldo ha optado por la
equidistancia. No le ha dicho a los separatistas «estáis jugando con nuestras
empresas, con nuestro patrimonio, con el trabajo de miles de familias», no. Le ha dicho «no es lo mejor, pero pedid luego un referéndum». Ha
pedido la consecución de una
ilegalidad para quitarse de en medio, como siempre, y no dar un paso al frente
en defensa de sus intereses. Es evidente que los separatistas encabezados por
ese dislate de Más han
presionado hasta la náusea a
Fomento del Trabajo y al Círculo en
cuestión, prometiéndoles un futuro sin
impuestos o un presente sin ayudas. Y éstos, a buen seguro, han pensado que es más cómodo dejar que los
votantes le den la mayoría a los
independentistas, cosa que ocurrirá puede que por incomparecencia de los contrarios –que seguirán quedándose en casa si nada lo
remedia–, para
después reclamar
un cierto toque de queda, una moratoria de incendios, una salida rápida de los bomberos
para apaciguar fuegos innecesarios. No lo dicen ahora porque no se atreven. Lo
dirán después y con la boca
contrita. Nadie espere heroicidades. Muerto Lara, Bonet hay sólo uno. El dueño de Freixenet,
una suerte de héroe
solitario, le dijo a sus trabajadores: después de la independencia perderemos la Denominación de Origen, tendremos
que pagar aranceles, perderemos también mercado, ya no seremos competitivos y muchos de ustedes,
lamentablemente, se quedarán sin
trabajo. La verdad desnuda. No espere que eso lo digan los de Gallina Blanca,
por ejemplo.
Será interesante comprobar cuántos capitales saldrán pitando de Cataluña al día siguiente de la victoria de Juntos Por El Sí. Ni siquiera el día en que salga algún iluminado al Balcón, el Gran Balcón Soñado. No. El mismo día de la victoria de los
separatistas. Ayer se publicaba un dato interesante: las empresas con sede en
Cataluña caen en
bolsa cuatro veces más que las
del Ibex 35 (elconfidencial.com). Aten esa mosca por el rabo. ¿Quién quiere sacrificar
gratuitamente su patrimonio? Desde luego no todos los empresarios que, en
cuanto pueden, te lloran en el hombro lamentando los aconteceres. Claro que
siempre se les puede decir que quien quiere tortilla antes o después tendrá que romper los huevos. Y lo malo es que no hay huevos.