RIADA TEMPESTUOSA.
COUSAS A 21-9-15
Luis
Bouza-Brey.
Comentario a:
"PODEROSO CABALLERO",
de
JUAN MANUEL DE PRADA, 'ABC'
Mucho me temo que los efectos que
presupone De Prada a las tomas de posición de empresarios y banqueros ya no
serán efectivos:
Ya no lo serán porque los tarugos están en delirium tremens, y ya no oyen
ni ven, aunque sufren una diarrea verbal desbocada, para tapar su desconexión de la realidad.
Tampoco creo que las tomas de posición de los ecónomos tengan gran influencia en los
idiotas, apolíticos acatalanes hasta la última neurona, en posición suicida de "que os
den".
Por otra parte, solos ante el
peligro, los buenistas suicidas de la tercera vía incrementarán su cretinismo
ofreciendo màs concesiones a los tarugos a cambio de que paren el carro.
Y los "malnacidos" seguiràn conectados a sus
mamandurrias y trampantojos financieros hasta que alguien, o algo, les corte el grifo, cosa que no harán los tarugos ni los paniaguados jurídicos.
En fin, que si la tarugada pierde será de chiripa, porque a algunos idiotas
se les ocurra utilizar alguna neurona antes del puente del fin de semana próximo.
¡Qué tristeza de panorama de
deslealtad, incivismo y estupidez! ¡que la tormenta nos coja
confesados!
Vean lo que dice Juan Manuel de
Prada:
PODEROSO CABALLERO
JUAN MANUEL
DE PRADA, 'ABC' - 2015-09-21
Despertad oh
catalanes,
de vuestra quimera separatista, que ya don Dinero se ha puesto en
guardia y ha tocado la trompeta
A la postre, después de montar su pantomima
secesionista, parece que el separatismo catalán tendrá que achantar la mui, ante la
requisitoria de los bancos. Así, podrá decirse con propiedad que la quimera
nacionalista, como el rey don Rodrigo, muere por «do más pecado había»; pues es natural que
quien no tiene otro amante ni otro amado que don Dinero muerda el polvo
aplastado por sus exigencias. Todo este pandemónium separatista no es sino el McGuffin empleado por el pujolismo
para poder llevárselo crudo. Nuestros lectores ya saben lo que es un McGuffin en la jerga hitchcockiana:
un reclamo muy llamativo que se ofrece a las masas, a modo de caramelito, para
mantenerlas entretenidas, mientras uno se dedica a lo que de verdad le
interesa, que en el caso de Hitchcock era perseguir
rubias de carne y hueso. Al pujolismo, que es mingafría, más que las rubias de carne y hueso le
gustan las rubias que tintinean y se dejan meter mano en Andorra y Suiza; y
mientras se dedicaba a cazar rubias, lanzó a las masas el McGuffin
del separatismo, como se lanza un huesecillo a un chucho, para que no dé la murga. Sólo que el hueso, que al principio era
menudillo de ternera, se fue haciendo osamenta de elefante; y entonces Mas, el delfín o epígono del pujolismo,
quiso hacer del McGuffin pujolista
una gran quimera colectiva, temeroso de que las masas se encabronaran, al darse
cuenta de que durante décadas las habían estado saqueando a manos llenas.
Esta quimera colectiva se alimenta
con los perifollos retóricos de la democracia: que si derecho a decidir, que si voluntad
popular, que si patatín, que si patatán.
Pero ya nos advertía Castellani que, entre las
variantes más putrefactas de
democracia, se hallaba «la demos-gracias de los mercaderes,
que se aprovechan de todo régimen político débil para hacer sus grandes baraterías». Esta
forma de degeneración democrática tiene como fundamento filosófico «la indiferencia entre lo
verdadero y lo falso»; y como finalidad práctica «la
dictadura económica, esperando poder ser,
allá en el futuro del
dirigismo universal, algo aún peor». A la espera de ese
dirigismo universal con hedor azufroso, Mas pensó que el McGuffin
separatista podría seguir distrayendo a las masas, para que no reparasen en
las rubias que se llevaron de vacaciones a Suiza y Andorra; pero olvidó que, en «la demos-gracias de los
mercaderes», el poder político es esclavo de don Dinero.
Don Dinero primero desespiritualiza a los pueblos, convirtiéndolos en lacayos de los intereses
materiales; y, con el auxilio de los políticos, que son sus capataces, se
encarga luego de ordeñarlos, como hacen las hormigas con los pulgones, mientras los
pueblos se entretienen con sus demogrescas y se
refocilan en la cochiquera televisiva. El pujolismo
necesitó, sin embargo, una droga
más dura, que es la
quimera del separatismo, pues a la vez que cumplía las órdenes de don Dinero, birlaba
demasiadas rubias; pero ha bastado que los banqueros hayan llamado al orden a
Mas para que el órdago separatista pierda fuerza, como un pedo mal tirado. Y,
entretanto, los catalanes que se habían tragado la quimera mientras sus
capataces se lo llevaban crudo, han empezado a tentarse la ropa, ya no en busca
de la papeleta de voto, sino temerosos de que se les esfumen los ahorros.
Despertad, pues, oh catalanes, de
vuestra quimera separatista, que ya don Dinero se ha puesto en guardia y ha
tocado la trompeta. Y consolaos pensando que, aunque el derecho a decidir y demás trampantojos con los que os
tuvieron embaucados se desinflen ante la requisitoria de tan poderoso
caballero, al menos os resta el consuelo de participar junto a andaluces,
castellanos, vascos y gallegos en Gran Hermano, esa fábrica de
homínidos que, hoy por hoy, es el principal
elemento vertebrador de España.