LA PSICOSIS DEL NACIONALISMO CATALÁN

 

Luis Bouza-Brey: Entrada en el blog de Mikel Buesa y en Plaza Moyúa  el 21-9-12

 

Además de las graves consecuencias económicas de la secesión o el pacto fiscal, consecuencias que no se tienen en cuenta por los nacionalistas, creo que hay que buscar el sentido profundo de la situación de desencuentro en lo que Mikel llama voces ancestrales… voces ancestrales que han creado una esquizofrenia paranoide en un sector significativo de la sociedad catalana. porque esquizofrenia paranoide es no entender al propio país, sino únicamente asimilar los relatos de siglos pasados, de cuando hubo una guerra de Sucesión-secesión, de cuando se derrumbó el Imperio español en 1898, o de cuando de volvió a desencadenar otra guerra civil en 1936.

Y son relatos de siglos pasados que producen esquizofrenia paranoide, porque desde entonces la sociedad catalana y la del conjunto de España han experimentado transformaciones profundas: Cataluña tiene una composición demográfica y social radicalmente distinta de la de las situaciones anteriores, y el conjunto de España es ya una sociedad industrial y de servicios desarrollada, y no una sociedad latifundista y primitiva, en el aspecto esencial de su estructura económica.

Pero los nacionalistas catalanes y el sector de la población que los sigue continúan inmersos en el relato del pasado, cuando las cosas han cambiado de raíz. Y por eso se produce la esquizofrenia, que además es una esquizofrenia paranoide que achaca el desajuste a la maldad de “España” o del “Estado”, cuando el desajuste es psicológico-social, derivado de la pervivencia de los esquemas interpretativos de la realidad del pasado.
Esta esquizofrenia paranoide produce varias consecuencias a las que podríamos denominar taruguismo, victimismo y delirio: y todas ellas juntas producen un etnonacionalismo retrógado, anacrónico y alucinatorio-escapista.

Denomino taruguismo a esa cerrazón mental e inmovilismo simploide, basado en mitos sentimentales (ancestrales, en palabras de Mikel) que se intensifican en momentos de crisis, agravándola. Los nacionalistas y el sector de población que los sigue son como una cuña (un tarugo) inserto entre dos entes (Cataluña y el conjunto de España) que bloquea su evolución y adaptación al contexto internacional y a las necesidades de los tiempos actuales.
El victimismo es la desviación de la responsabilidad de la propia inadaptación a un ente “exterior” (España, el Estado) que siempre daña a los pobres sufrientes catalanes.

El delirio es el permanente alejamiento de la realidad, la percepción errónea del conjunto (de Cataluña y del resto de España) y la pseudoexplicación retórica, mítica y propagandística que agravan la desconexión.

Todo este síndrome patológico no se entiende bien desde fuera de Cataluña muchas veces, pero creo que es lo que hay, y lo que hace falta diagnosticar correctamente para poder cambiarlo.

Lo que es inadmisible es que los nacionalistas digan que España les roba cuando ellos roban a Cataluña con sueldos de casta política propios de países con petrodólares, además de corrupciones endémicas diversas (Palaus, 20s por cientos, redes clientelares corruptas en la Administración). Corrupciones impunes gracias a los medios de comunicación propagandísticos subvencionados y la ceguera y avestrucismo del poder judicial y los Gobiernos centrales. ¿España les roba porque tiene un sistema fiscal común que les impide explotar más a su pueblo?

Lo que es inadmisible es que el delirio paranoico les lleve a una ruptura de la unidad política y a una violación de la Constitución y las leyes que encajan perfectamente en diversos tipos de delitos (sedición o rebelión, en último extremo; desacato) que resultan impunes.

Lo que es inadmisible es que los demás actores políticos sean incapaces de terminar con la pauta de concesiones iniciada a comienzos de la transición para estabilizar el nuevo régimen. Pauta que con su prolongación en el tiempo está destruyéndolo.

Lo que es incomprensible es que no haya ningún actor político capaz de entender que la esquizofrenia paranoide no terminará mientras no se le haga frente. El nacionalismo es igual que el terrorismo por otros medios, pues sus objetivos son iguales, y al terrorismo comenzó a vencérsele cuando se firmó el Pacto Antiterrorista entre los dos grandes partidos.

Algo así hace falta también ahora, aunque ese pacto debe incluir también una revisión constitucional, para acabar con la partitocracia oligárquica y un modelo de Estado autonómico indefinidamente abierto que está deconstruyendo el Estado y la unidad de España.

Lo que no se puede hacer es continuar cediendo ante la paranoia, el tarugismo esquizofrénico y el delirio. ¿Cuándo comenzará a producirse esta Regeneración? Uno está harto de pedirla y de avisar de los riesgos de la situación a avestruces ciegos, sordos, mudos e ineptos. Quizá España esté destinada al fracaso eterno como país moderno debido a la falta de psicólogos sociales y psiquiatras políticos: es una sociedad de élites y sectores de la población estancados que necesitan tratamiento cultural y una nueva conciencia política que las élites del régimen del 78 han sido incapaces de elaborar. Eso es lo que hace que nos estemos hundiendo: el estancamiento de la cultura política del país, las pseudolegitimaciones anquilosadas de sus élites y la aceleración del cambio derivada de la globalización, que nos hace cada vez más disfuncionales como país e incapaces como sociedad de adaptarnos al cambio y gobernarlo.