¿EN DONDE ESTAMOS?
Artículo
de Luis Bouza-Brey del
27-4-08
Hace ya
mes y medio que se celebraron las elecciones y da la impresión de que no hay
casi nadie que sepa exactamente qué es lo que venció en la contienda: el
Gobierno no parece que esté siguiendo un plan global y más bien da la impresión
de estar a la espera de no se sabe qué, mientras los problemas existentes se
pudren sin soluciones, o se incrementan en intensidad, o aparecen otros nuevos
cada vez más graves y profundos.
Si hacemos
un breve repaso, observamos que no sabemos si tenemos una Constitución
normativa, nominal o semántica, y el Tribunal Constitucional no dice ni pio
sobre los recursos contra el Estatuto de Autonomía de Cataluña, y de ahí se
derivan problemas como los del agua y los ríos, el vaciado del Estado, la
desigualdad salarial de los funcionarios públicos en función del territorio, o
la imposición de políticas lingüísticas que vulneran el art. 3 de la
Constitución en ámbitos como la educación, la Administración pública o los
medios de comunicación públicos.
Pero
tampoco sabemos muy bien qué pretende hacer el Gobierno para enfrentarse con
eficacia a la crisis económica y social galopante que se está produciendo,
puesto que no parece que inyectar liquidez al sistema económico sea solución
real, con los niveles de inflación y endeudamiento vigentes.
Pero es
que tampoco sabemos muy bien como se van a cuadrar los presupuestos cuando
llegue el momento: no se pueden aprobar unos Presupuestos con un cien por cien
de ingresos y un doscientos por cien de gastos, y las Comunidades Autónomas van
a comenzar a protestar en todas las direcciones frente a agravios comparativos.
Y el sistema fiscal global está en crisis terminal.
Pero es
que tampoco parece que sea posible mantener políticas sociales crecientes con
superávits menguantes, paro creciente e inversión privada decreciente.
Pero
tampoco se sabe si los 169 escaños del PSOE, y los pequeños regalos de publicar
las balanzas fiscales, estudiar la reforma electoral, proponer un nuevo
Estatuto vasco o mantener un tripartito renqueante van a ser suficientes para
obtener apoyos estables de CIU, IU, PNV y ERC, sobre todo cuando todos ellos
están experimentando crisis serias potenciadoras de cambios de rumbo y
demagogias potenciales.
Pero
tampoco sabemos si hay pactos de Estado implícitos con el PP, que a su vez
tampoco parece saber donde está y a dónde quiere ir. Da la impresión de haberse
desinflado y rendido ante la derrota electoral y el cambio de régimen, sin
defender la Constitución aparentemente vigente y los principios
constitucionales. Y esto constituye otro elemento de desmadejamiento del
sistema político, que carece de una oposición que funcione.
Hace unos
meses escribí que esta sería una legislatura constituyente o agónica, y es
probable que sea esto último, de manera que habrá que estar alerta por si se
agota antes de tiempo. Sobre todo, si se producen elecciones anticipadas en
Cataluña, a las que habrá que sumar las vascas ---anticipadas o no--- y las
europeas, más los cambios resultantes de los diversos Congresos partidarios
próximos.
En
síntesis: la democracia española está como aletargada, sin liderazgo,
coaliciones y conciencia política de suficiente nivel como para enfrentarse a
problemas graves, profundos y crecientes.
Esa es la
impresión que uno saca después de mes y medio a la espera de percibir el rumbo
postelectoral del país. Y no parece que esta parálisis sea una consecuencia de
la necesidad de tiempo para asimilar la nueva situación, sino de crisis de
orientación y creciente desarticulación.