IDEOLOGIA Y PRAXIS DE LA
IZQUIERDA
Artículo de Luis Bouza-Brey del 10-5-06, 19:30
Estos días, con motivo de la publicación del Manifiesto
de Euston, se ha suscitado una
controversia entre algunos sectores de la izquierda acerca de si ésta debería
orientarse también hacia el centro, hacia sectores liberales y democráticos no
socializantes.
A uno le gustaría aportar unas ideas a este debate, que en algunos
países puede resultar esencial para la configuración de su dinámica política.
Para ello, y partiendo del principio de que la izquierda busca
la igualdad de condiciones entre los hombres para desarrollar sus
potencialidades, intentaré contrastar ideología y práctica por medio de
enfoques de rango medio acerca de la estructura social y actitudinal
de las sociedades capitalistas desarrolladas.
LA TRINCHERA Y LA
ESCALERA
Hace ya bastantes años, Lockwood elaboró un modelo
dual acerca de las actitudes sociales básicas existentes en la Gran Bretaña de
los años sesenta. Llegó a la conclusión de que los británicos interpretaban la
desigualdad según dos modelos alternativos, el dicotómico, o de dos clases
antagónicas ---dominante y dominada---, cerradas y enfrentadas entre sí, y el
modelo de prestigio o jerárquico, caracterizado como una escalera compuesta de
múltiples peldaños o status que los individuos pueden ascender o descender
según sus méritos o deméritos.
Ambos modelos tendían a ser correlativamente predominantes en la clase obrera y
media, y producían actitudes distintas ante la vida social y política. En la
primera predominaba la solidaridad de clase, mientras que en la segunda lo
hacía el comportamiento competitivo e insolidario.
Aunque este es un tema muy complejo sobre el que habría que aportar nociones
referentes a la movilidad ascendente y descendente y hasta qué nivel llega
aquélla, podríamos afirmar que en la actualidad, en las sociedades capitalistas
maduras, se ha ido imponiendo el segundo modelo, el de prestigio o meritocrático, a medida que se fragmentaba el proletariado,
se incrementaban la productividad y el desempleo, y aumentaba la movilidad
ascendente y la capacidad de consumo debida al efecto goteo (“trickle down effect”).
Existen, no obstante, unas contradicciones básicas muy relevantes en el modelo
de sociedad y de desigualdad actuales, como son el bloqueo del acceso de la
juventud al mercado en condiciones igualitarias adecuadas, la creciente
desigualdad a nivel internacional e internamente, con los grupos que
monopolizan la cúspide de la jerarquía social, y la insostenibilidad del modelo
cuando comienza a extenderse a nivel internacional y a dañar irrversiblemente el medio ambiente.
INDIVIDUALISMO SOLITARIO
O SOLIDARIO
Una vez trazado el dibujo de la situación, en el que la estructura de la
desigualdad se basa en el modelo competitivo de grupos de status, me interesa
destacar, no obstante, la hipótesis de que las variables actitudinales
del comportamiento se pueden configurar polarmente como individualismo
solitario o individualismo solidario. Por ello, la brecha o “cleavage” predominante en la vida política entre
neoliberalismo e izquierda reside en el enfrentamiento entre ambas actitudes
básicas y sus consecuencias derivadas acerca del papel de la política en la
vida social y de las funciones del poder público con respecto a la desigualdad
y la solidaridad.
El neoliberalismo tiende a acentuar la preocupación por
incrementar las condiciones favorables al crecimiento económico, reduciendo al
máximo los límites políticos al mercado e incrementando los estímulos a la
productividad y a la desigualdad productiva. La izquierda ---o al menos la
tradicional---, por el contrario, centra su preocupación en el fomento de la
igualdad de las condiciones de vida de las personas, mediante la limitación de
las desigualdades estructurales del capitalismo y del mercado dejado a su
funcionamiento automático.
La contradicción del neoliberalismo es que sus políticas pueden fomentar el
crecimiento en el corto o medio plazo, pero los efectos sociales de un mercado
absolutamente descontrolado pueden ser letales para las condiciones de vida de
la mayoría de la sociedad, conduciendo a la descomposición social, a la anomía
y a la barbarie.
Las contradicciones de la izquierda se derivan de que su énfasis en la política
y el poder público para fomentar la igualdad pueden conducir al
estancamiento económico por ineficacia, metástasis y voracidad burocrática, así
como al anquilosamiento de la vida política debido al sectarismo ciego derivado
de una presunta superioridad ética, a la oligarquización
y corrupción de sus partidos políticos, al pretender arrogarse la
representación del interés general, y al bloqueo de la creatividad social
resultante del exceso de controles y burocracia.
¿RADICALISMO SECTARIO O
TRANSVERSALIDAD?
Volviendo atrás e intentando sintetizar, podemos decir que la hegemonía
política hacia la derecha o hacia la izquierda depende de cuál sea la actitud
predominante en la sociedad, y de que la mayoría se incline hacia el
individualismo solitario o solidario. Y eso depende de que la amplia clase
media existente se convenza de la necesidad de la solidaridad para el progreso
social, o se incline hacia el progreso individual desentendiéndose del resto de
la sociedad.
Por eso, la izquierda puede estancarse en una secta sedicentemente pura y
dogmática, que se va aislando paulatinamente en el extremismo y la protesta antisistema, o intentar conquistar la mayoría y el centro
para gobernar y mejorar las condiciones de igualdad de la sociedad. Pero la
izquierda tiene que estar alerta y renovarse, defender con firmeza la
democracia y la libertad, actualizar sus esquemas de política internacional y
buscar soluciones para dirigir el proceso de globalización, superar el Estado a
fin de encontrar el nivel de gobierno adecuado para formular y aplicar
políticas sociales viables, construir una ética de la libertad frente al
nihilismo y el hedonismo insolidario y la corrupción, y articularse en
organizaciones y partidos renovados de ámbito internacional, que sean capaces
de superar el ámbito político estatal en lo que sea necesario.
Por ello, la izquierda debe elaborar un esquema de interpretación del espacio
político centrista, pues ahí se juega el futuro. Debe formular su ideología de
manera que desarrolle una praxis adecuada a la realidad de un centro liberal y
democrático que se puede ir en una u otra dirección, hacia la solidaridad y la
justicia o hacia la insolidaridad y el egoísmo meritocrático.
En síntesis, la izquierda debe conquistar el centro para poder gobernar
conjuntamente en la dirección del progreso, y eludir el radicalismo sectario,
que sólo conduce a la impotencia, el estancamiento y la corrupción.
En Cataluña y el resto de España, este objetivo resulta cada vez más lejano,
debido al desprestigio creciente de la izquierda derivado de su inconsistencia
y alianzas radicales, extremistas y antinacionales.