REFLEXIONES ACERCA DEL LABERINTO VASCO
Luis Bouza-Brey, 4-7-98
Tenemos un Gobierno ciego. Existe un
guirigay peligrosísimo que responde a la expectativa de unas elecciones
decisivas en Euskadi y al Presidente, secundado por ese genio infantiloide de
la comunicación que hace de portavoz suyo, lo único que se les ocurre es
arremeter contra los socialistas y acusarlos de demagogia por abandonar el
Gobierno vasco.
Tenemos un gobierno peligroso, como intuí
hace ya bastantes meses, pues carece de liderazgo y proyecto de país, y como no
tiene nada que decir, el principio que guía su comportamiento es el sectarismo,
la descalificación del Partido Socialista, para evitar el riesgo de que lo
pueda descabalgar del poder.
Pero este asunto lo comentaré al final,
pues lo importante es analizar la complicada y peligrosa situación de Euskadi.
Quisiera descifrar el laberinto vasco, y
encontrar algún remedio a la descomposición actual de Euskadi. Una
descomposición que resulta de que el sedicente MLNV, el independentismo no
democrático, mantiene desde hace años la actividad terrorista y
desestabilizadora con el fin de conseguir la realización de referéndums de
autodeterminación en Euskadi y Navarra.
Prescindiendo en estos momentos del
análisis de los rasgos anacrónicos y fascistas de la ideología del MLNV, lo que
me parece relevante es que, dado su inmovilismo, la única salida que parece
existir para acabar con él es afrontarlo democráticamente de una vez en su
propio terreno. Si no se hace esto, la democracia no podrá funcionar en Euskadi
y, por tanto, en España.
Es decir, si afirman que no pararán de
matar mientras no haya un referéndum de autodeterminación, entremos por ese
camino, conscientes de los riesgos que implica y articulando los procedimientos
y apoyos necesarios para vencer al independentismo democráticamente.
No se trata, como pretenden algunos, de
ceder al terrorismo en lo sustantivo, aceptando resignadamente sus objetivos
independentistas para conseguir la paz, sino de abrir un proceso de decisión
democrática constituyente que permita de una vez zanjar este problema
desactivando el terrorismo fascista y venciendo democráticamente al
independentismo.
Los no independentistas deben hacer
pedagogía política en el pueblo vasco, alertándolo del peligro de dejarse
llevar por mitos e ideologías anacrónicos que no tienen sentido en la
actualidad.
Lo que parece estar sucediendo en estos
momentos es que toda Euskadi cree que no se puede continuar con este
inmovilismo, caracterizado por la existencia de nacionalistas que no aceptan el
marco constitucional. Unos llevan largos años recurriendo al terror y a la
desestabilización para conseguir cambiarlo, y otros no se sienten motivados
para defenderlo con convicción, corriendo sin rumbo a la búsqueda de pseudosoluciones que no acaban de apaciguar a los primeros.
Finalmente, parecen haber encontrado la fórmula milagrosa: "independencia
en Europa", es decir, anacronismo más modernidad. Yo creo que más bien
cabría denominar a esta fórmula "incoherencia en Europa".
Si esta pseudosolución
venciera, Euskadi se transformaría en una sociedad rota, abierta en canal por
una enorme herida, desestabilizada, sacudida por la violencia, el totalitarismo
ideológico y la represión, que tendría que hacer una larga antesala a las
puertas de la Unión Europea antes de entrar.
Pero, desgraciadamente, parece que el
largo y persistente trabajo de "ablandamiento" realizado por ETA ha
llevado a sectores importantes del nacionalismo a retroceder a sus orígenes más
irracionales y premodernos, pensando que con ello
conseguirán refundar una comunidad nacionalista reunificada y reconstruir la
mítica Euskal Herria.
A la vista de estos cambios en el
nacionalismo ("el Estatuto está muerto", "negociación sin
límites", "gran acuerdo nacional", "gobierno nacionalista
de PNV, EA y HB"), las elecciones de octubre y el período que se abre con
ellas van a ser cruciales para Euskadi y el resto de España.
Frente a esta nueva situación que se
avecina, veamos cuales son las estrategias de los diversos protagonistas de la
vida política:
El Gobierno viene manteniendo una política
de pacto parlamentario general con el PNV, excepto en la política
antiterrorista, ámbito en el que defiende una posición de firmeza frente a ETA
y el sedicente MLNV. Es decir, una política de eficacia policial en la
persecución del terrorismo y de rechazo a cesiones en la política penitenciaria
y otros aspectos. Política resultante de los pactos de Ajuria Enea, que
establecían como condición inexcusable para un cambio el que la acción
terrorista se detuviera.
Esta posición, defendida y ejecutada
principalmente por Mayor Oreja, y que tenía sentido en la medida que se
quisiera defender el orden constitucional y evitar la impunidad de la actividad
terrorista de ETA y la "kale borroka"
del MLNV, entra en crisis recientemente. Crisis que comienza desde el momento
en que el PNV, seguido de EA e IU, comienza a formular su política de
apaciguamiento y acercamiento a HB y el MLNV con el fin de acabar con "el
conflicto".
Esta nueva política se concreta
definitivamente en el "plan Ardanza",
rechazado recientemente en la última reunión de la Mesa de Ajuria Enea por el
PP, PSOE y, si no me equivoco, también por UA.
El plan Ardanza
concreta en un nuevo escenario la pauta interpretativa acostumbrada de los
nacionalistas, de creer que la pacificación de Euskadi se conseguirá con más
nacionalismo. Es decir, une dos aspectos, la pacificación y la búsqueda de
soluciones nacionalistas constituyentes como fórmula de solución al problema
vasco.
Este es el error que los no nacionalistas
no deberían aceptar de ningún modo: no deben dar por sentado que la paz en
Euskadi vaya a ser resultado de la independencia o de soluciones próximas a
ella. Porque ¿cuál es, en definitiva, la alternativa de los nacionalistas del
PNV y EA, si no es la independencia? ¿Serán capaces los nacionalistas de
concretar en qué consiste su carrera inacabable hacia el autogobierno, a partir
de la situación actual, si no es la independencia? Y si es la independencia,
¿la apoyará el pueblo vasco?
Sea cual sea la solución que propongan,
parece que, a la vista de la reacción de PP y PSOE, de rechazo de soluciones
más nacionalistas al problema vasco, el PNV y EA, con la ayuda desnortada de
IU, parecen acercarse cada vez más a la tentación de configurar un bloque
nacionalista con HB, a fin de conformar una mayoría social y política para
imponer su alternativa.
Es decir, que nuevamente se confunden
medios y fines: el PNV, con el argumento de buscar la pacificación, entabla
contactos blindados con HB que estimulan los atentados, renunciando a exigir la
parálisis de la actividad terrorista, y apunta a la perspectiva de un bloque
social, parlamentario y de gobierno nacionalista con EA y HB, frente a los
"españolistas".
El dilema, según mi opinión, consiste en
lo siguiente: el MLNV no acepta parar el terrorismo mientras no se ejerza la
autodeterminación como medio para alcanzar la independencia, y el nacionalismo
democrático ---PNV y EA--- no pueden poner en marcha la autodeterminación si no
es con el apoyo de HB, dado que PP, PSOE y UA se oponen. Pero el ejercicio de
la autodeterminación los llevaría a optar por la pseudosolución
independentista, renunciando al Estatuto y abriendo un período de
desestabilización en Euskadi y España. No obstante, posiblemente, si el PNV
formulara una opción independentista, apoyada en HB, antes de las elecciones,
perdería votos, dando la mayoría a las opciones no nacionalistas.
Frente a este "impasse", ¿por
qué no desbloquean la situación los partidos no nacionalistas? El pueblo vasco
apoya el diálogo como única vía de solución al problema, según la encuesta dada
a conocer hoy mismo. Ahora bien, diálogo no significa impunidad para el MLNV,
ni entreguismo frente a comportamientos e ideologías no democráticas, ni
aceptación de soluciones antagónicas con las propias. De modo que se debe
continuar con una política de firmeza policial frente al terrorismo y el
fascismo, pero al mismo tiempo se debe buscar una salida que desbloquee la
situación, pues si no se corre el riesgo de reproducir el equilibrio de fuerzas
parlamentario actual, o una situación de empate después de las elecciones, sin
que la campaña electoral haya servido para clarificar las alternativas.
De manera que PP, PSOE, UA y, si es
posible, IU, deberían ponerse de acuerdo para poner en marcha un proceso de
consulta al pueblo vasco sobre si quiere o no la independencia, utilizando las
vías previstas en la Constitución ---el artículo 92, en concreto---. Y
planteando esta solución y sus propuestas de articulación de Euskadi con España
y Europa en la campaña electoral, a fin de obligar a los nacionalistas a
definirse ante el pueblo sobre las soluciones substantivas que pretenden para
el país.
De algún modo, esta solución es diferente
del Plan Ardanza en la medida en que permite a los
partidos no nacionalistas rechazar soluciones nacionalistas al problema vasco,
y obliga al nacionalismo moderado a definirse.
Los riesgos son altos, pero el coste de no
desbloquear la situación es mayor.
Por eso, a la vista de como
está evolucionando la situación vasca, me parece correcta la postura del PSE de
marcar distancias con los nacionalistas y con la posible formación de un bloque
nacionalista anterior o posterior a las elecciones, presionando al PNV a
definirse de una vez. Pero este distanciamiento no es suficiente, si no se
busca una salida que desbloquee la situación, a la vista de que el Estatuto es
rechazado por un sector importante de los nacionalistas que, por otra parte,
son minoritarios en las elecciones.
El PSE podría articular su alternativa
basándose en una idea federal de Europa y España y en la búsqueda de un
procedimiento de consulta popular directa que permita deslegitimar
definitivamente al MLNV y clarificarse al nacionalismo. Esta solución podría
quizá conseguir el apoyo de IU y UA.
Para completar el panorama, se trataría de
conseguir que el PP, sin renunciar a su política de firmeza frente al
terrorismo, que debería continuar siendo apoyada por el PSOE, se sumara a la
búsqueda de fórmulas de desbloqueo.
Pero a la vista de la reacción obtusa del
Presidente del Gobierno y su portavoz en el día de ayer, uno siente temor.
Temor porque si de lo que se trata es de buscar opciones y apoyos amplios para
oponerse a la desintegración, la reacción sectaria del gobierno frente a los
socialistas es peligrosísima.
El Gobierno debería alejarse de una vez de
la influencia de periodistas paranoicos y conspirativos, que hacen de asesores
áulicos fomentando una agresividad destructiva y corta de miras, e impidiéndole
hacer una política centrista.
Mientras no lo haga, y se recomponga para
disminuir la influencia de sus miembros sectarios, no conseguirá subir en apoyo
popular, al tiempo que pone en peligro la estabilidad del país con su ceguera.