EL REY
Y UNAS EXPLICACIONES IMPRESCINDIBLES
Editorial de “Libertad
Digital” del 12 de mayo de 2008
Por su interés
y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este
sitio web.
El formateado es mío (L.
B.-B.)
Con una
apostilla a pie de título:
EL REY SE
EQUIVOCA POR PARTIDA DOBLE: DEBERIA HABERSE CALLADO Y YERRA EN LO SUBSTANTIVO.
Zapatero
"sabe muy bien hacia qué dirección va y por qué y para qué hace las
cosas".
Este
Presidente parece que es capaz de romper todo lo que se había conseguido, hasta
la neutralidad de la Monarquía
L. B.-B.,
12-5-08, 2:00
"El Rey no puede inclinarse decididamente por una opción política
determinada, ni poner de manifiesto jamás sus simpatías
o sus animadversiones y repulsas (...) El Rey ha de estar con todos los
partidos políticos en general y con ninguno en particular."
Los
rotundos y encendidos elogios que Su Majestad el Rey regaló hace unos días a
Rodríguez Zapatero con motivo de un reportaje sobre el presidente del Gobierno
para el diario El Mundo son cuanto menos sorprendentes y desconcertantes.
Además, constituyen una ligereza y una probable extralimitación de las
funciones de moderación de las instituciones que le asigna el artículo 56 de la
Constitución.
Más
allá de lo bien o mal que un político determinado le caiga al Rey, algo
totalmente irrelevante, e incluso si fuera cierto que Don Juan Carlos siente
una especial simpatía por Rodríguez Zapatero, el hecho es que nada hay más
lejos de las atribuciones reales que la crítica o el elogio a un presidente del
Gobierno. Afirmar que Zapatero "sabe muy bien
hacia qué dirección va y por qué y para qué hace las cosas", añadiendo a continuación que "tiene
profundas convicciones", "es un ser humano íntegro" y "un
hombre recto" que además "no divaga" trasciende la cortesía
protocolaria y se aleja de la discreción y la mesura que los miembros de la
Familia Real deben exhibir en sus comportamientos y manifestaciones públicas.
Además,
semejantes declaraciones sugieren que para el monarca más de 10 millones de
españoles, los que se negaron a votar al PSOE precisamente por no estar de
acuerdo con la opinión del Rey, están equivocados, en cuyo caso convendría que
Su Majestad explicase en qué consiste su error. Sus explicaciones resultarían,
sin duda, inapropiadas para ese papel moderador al que se debe, pero una vez
traspasada esa frontera resulta necesario que aclare las razones de tanta
alabanza.
Por
otra parte, las loas de Don Juan Carlos a Rodríguez Zapatero y a su línea
política contradicen no sólo las numerosas manifestaciones del Rey a propósito
de asuntos como la unidad de España, la igualdad de los ciudadanos ante la ley,
la lucha contra el terrorismo y la solidaridad interterritorial, sino sus
propias palabras en el comunicado difundido por el Palacio de la Zarzuela tras
el reciente fallecimiento de Leopoldo Calvo-Sotelo.
Resulta
especialmente llamativo que califique a quien llevó a cabo una política
diametralmente opuesta a la del actual presidente del Gobierno como "un
gran español, un gran hombre de Estado, un demócrata" tras haber ensalzado
pocos días antes a Rodríguez Zapatero por hacer justo lo contrario, por ejemplo
acabar con el Estado de las autonomías tal y como lo concibieron no sólo Calvo-Sotelo, sino también el PSOE de entonces.
A
este respecto, cabe recordar la Ley Orgánica de Armonización del Proceso
Autonómico pactada en 1982 entre la UCD y Felipe González, una norma que
establecía entre otras cosas la equiparación competencial entre las distintas
Comunidades Autónomas y una limitación a las transferencias. De ahí al confederalismo asimétrico que defiende el presidente del
Gobierno existe una distancia tal que o bien Zapatero no dice lo que piensa, en
cuyo caso El Rey podría hacer algo más que elogiarle para tranquilizar a los
españoles, o Don Juan Carlos ha caído en una contradicción, fruto tal vez de la
urgencia con que la periodista de El Mundo le interrogó sobre su opinión
acerca del jefe del Ejecutivo. En cualquier caso, un error que nada tiene que
ver con la conducta que según el propio Jefe del Estado debe seguir un monarca.
Porque
en una carta fechada el 12 de enero de 1985 y enviada al Príncipe de Asturias
cuando éste estudiaba en Canadá, Don Juan Carlos afirma que "el Rey no
puede inclinarse decididamente por una opción política determinada, ni poner de
manifiesto jamás sus simpatías o sus animadversiones y repulsas (...) El Rey ha
de estar con todos los partidos políticos en general y con ninguno en
particular."
Si
el Rey de todos los españoles se salta este atinado consejo para apoyar una
opción política determinada, quienes prefieren otra pueden empezar a
preguntarse por qué no los apoyó con una energía similar, especialmente cuando
se manifestaron por la unidad de su Reino y la pervivencia de la Constitución
que instauró la monarquía parlamentaria. Por ello, resulta del todo
imprescindible que el Rey explique sus palabras.