ZAPATERO Y OTROS PARIAS DE LA TIERRA
Artículo de Cristina Losada en “Libertad Digital” del 9-9-08
Por su interés y
relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web.
Quieren oír que Bush es culpable, y lo oyen. Quieren escuchar que la
derecha asfixia a los más desvalidos, y lo escuchan. Todo es previsible,
arcaico, pueril y falso, pero rehace el universo maniqueo que la izquierda
precisa para sobrevivir
Los parias de la tierra española están de suerte. Zapatero, Guerra y otros
altos dirigentes socialistas han advenido para prometer el maná del estao a los
menos pudientes y castigar a los culpables de tanta injusticia. El presidente
del Gobierno y su cohorte, todos proletarios de rancio abolengo, se ajustan un
pañuelo rojo al cuello, levantan el puño manicurado y entonan La Internacional
como en los viejos tiempos. Una vez cada doce meses componen la estampa, pero
el mensaje permanece.
Los ejecutivos de la Pesoe ya no se proponen trastrocar la economía de mercado,
sino exprimirla en su beneficio, y por eso dan siempre lustre al cliché de que
la izquierda está con los débiles y la derecha con los fuertes. A esa
convicción sentimental viene a reducirse, hoy, el "ser de
izquierdas". Viven tales criaturas poco más que de emoción y sentimiento.
De ahí que resulte tan absurdo reclamar de unos políticos, que medran
explotando ese filón, recetas para salir de una crisis o cualquier otro signo
de eficacia.
El público de estos proletas de ocasión no censura la ineptitud manifiesta de
sus dirigentes ni el disfraz sindicalista de quienes no han trabajado duro en
su vida. No exigían siquiera, este fin de semana en Rodiezmo, mejores salarios
o menos impuestos. Los devotos socialistas allí congregados están encantados
con Zapatero porque es un "hombre de paz" y "el más guapo del
mundo mundial". Ése es el nivel. Y no sólo en la ritual asamblea de la
nostalgia roja.
Quieren oír que Bush es culpable, y lo oyen. Quieren escuchar que la derecha
asfixia a los más desvalidos, y lo escuchan. Todo es previsible, arcaico,
pueril y falso, pero rehace el universo maniqueo que la izquierda precisa para
sobrevivir; el escenario de buenos y malos que necesita para pavonear la
superioridad moral que se arroga impúdicamente. Es ése un papel que aquí puede
representar sin temor a la competencia. El partido del centroderecha español no
se atreve a discutirlo. Ya elude, medroso, cualquier pronunciamiento sobre
cuestiones de orden moral y, prácticamente, no habla de política.
Es difícil decidir quién resulta más patético.