RUBALCABA Y EL ZORRO DORMIDO

Artículo de Marcello  en “Republica.es” del 09 de junio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

España era un país de fábula que de la noche a la mañana se ha convertido en un cuento de terror. La carroza de cristal que llevaba a Zapatero al baile de palacio de pronto se transformó en una espantosa calabaza, y los corceles en ratones y el astuto zorro de la Moncloa, príncipe encantador, en una rana con ojos saltones. Y todo ello porque al pretendido malabarista del circo español le estalló en las manos la cruda realidad y la madrastra Mérkel, guardiana y hada madrina del euro, acabó desmontando el encantamiento español y ahora estamos en el pozo, en pelotón de los torpes y de los desamparados de la famélica legión. Y ¿qué ha sido y será del señor Don Zorro de la Moncloa?

Pues esa es otra cuestión, porque ahora Zapatero se hace el zorro, y se da golpes de pecho, y dice que lo del ajuste del déficit lo hace ¡por España!, y que ahora lo importante no es él, ni su futuro político y personal. Se pone el hombre tan melancólico mientras se confiesa entre lágrimas y sollozos con su asesor particular, que no es otro que Pedro J –que ha sustituido a Suso del Toro-, que hay momentos en los que parece que nuestro presidente del gobierno se va a desmayar. Hasta sus más íntimos colaboradores, Pepiño Blanco y Alfredo P. Rubalcaba, están impresionados y asustados con semejante postración del líder de la eterna sonrisa y el talante impenetrable. Y luego, ambos dos, cuando se quedan a solas se dicen el uno al otro: ¿qué hacer?

En las miradas cruzadas de Blanco y Rubalcaba se aprecia un extraño brillo de ambición como si ambos dos se estuvieran rifando la túnica sagrada del maestro al pie de la crucifixión. Los dos creen que Zapatero ha llegado a su final y que no puede ir, en semejantes condiciones, a unas elecciones, anticipadas, municipales, autonómicas, ni generales. Y si se tiene que ir a sus torres de León, o simplemente no puede más, pues que cargue como un héroe con el marrón del ajuste fino y social, con la huelga general y el estatuto catalán, y que dé paso a un sucesor en el Comité Federal. Nada de Congreso extraordinario del partido ni cosa que se le parezca, su inhabilitación y la sustitución se deben hacer en un abrir y cerrar de ojos, a capón, para no abrir la caja de los truenos dentro y fuera del PSOE.

En estas disquisiciones estaban Ppepiño y Rubalacaba, mientras la pobre Leire secaba el sudor de la frente del líder agotado y aparentemente dormido, cuando el zorro de la Moncloa abrió un ojo, afiló el oído y comprendió que le estaban haciendo un velatorio antes de tiempo, pero no se inmutó. Siguió impertérrito como derrumbado pero convencido de que la caza de este raposo de siete vidas no había llegado a su final. En realidad a Zapatero le divertía escuchar a sus edecanes disputándose cortésmente el título de la sucesión para ver quién de los dos era el más audaz y el campeón.

La respuesta era bien sencilla: el ganador es Rubalcaba. El patito feo del PSOE que esta vez está decidido a calzarse el zapato de cristal, porque está harto de ser el bombero del gobierno y el cerebro de la oposición, y ahora le toca a él tener su oportunidad, aunque sabe que el toro negro y astifino que le espera en la plaza es más grande que un mamut. Pepiño es un pardillo al lado de don Alfredo, quien además cuenta con la bendición de Felipe González y su Senedrín (Solchaga, Almunia, Solbes, Solana y Cháves), sabe que Bono está políticamente más muerto que Zapatero, tiene a su servicio el multimedia de Prisa y todos los demás que le hagan falta. Y a lo más, Rubalcaba le ofrecerá la vicepresidencia primera a Pepiño, para que le pastoree el aparato del partido, pero poco más. Porque él se encargará de jalear los mítines del partido y de subirle el ánimo al personal socialista, porque para eso tiene el ministro larga y envenenada la punta la lengua, y además ya ha comenzado a hacer bolos por las provincias a ver qué tal le va –“El País”, lo ha metido en sus encuestas de líderes y no salió bien porque los votantes del PP no le perdonan la bronca del 14-M-, a sabiendas que ahora no se trata de arrasar sino de parar la avalancha enemiga y aguantar.

El zorro Zapatero sigue aparentemente dormido mientras Leire le coge la manita y lo mira con compasión, pero no es verdad. Está despierto y convencido de que tendrá otra oportunidad, que pasará lo peor, pidiendo limosna de Presupuestos a PNV y CiU, que volverán los brotes de color verde, que ETA entregará las armas, que el euro renacerá de entre sus cenizas y que él a pesar de los pesares tendrá otra oportunidad. Y que cuando Rajoy, que lo da por muerto, lo vea subir al cuadrilátero electoral el de Pontevedra se desmayará. ¿Y Rubalcaba? Pues nada que siga por ahí arreglando entuertos que es lo suyo. En realidad Zapatero piensa que Alfredo es un eficiente funcionario y un político marrullero y con capacidad de intriga, pero no es un líder como él, ni está llamado por los hados para alcanzar el más alto sillón del poder. Nunca será un cisne, su destino es el del eterno patito feo aunque las apariencias le hagan creer otra cosa, que desde luego no puede ser.