Artículo de Miguel Ángel Robles en “ABC” del 10 de julio de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
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El
éxito de UPyD tiene muchas causas posibles. Es
evidente que el partido de Rosa Díez ha sabido capitalizar el descontento de la
izquierda que no comprendía la tibieza de Zapatero en la lucha antiterrorista y
que no compartía —y sigue sin compartir— su política territorial. Y es muy
posible también que Díez haya logrado pescar en los caladeros de votos de la
derecha más aznarista, la que hasta ahora sintonizaba
todas las mañanas a Losantos. Sin embargo, los logros
de esta pujante —hasta ahora— formación política tienen otra clave fundamental.
UPyD ha representado para muchos españoles
desencantados con los grandes partidos nacionales la esperanza de una nueva
forma de hacer política. Un estilo fresco, alejado del debate plano y de la
disciplina férrea de los aparatos. El mero hecho de estar liderado por una
disidente del PSOE, que había sido marginada por discrepar del pensamiento
único de su partido, invitaba a pensar que UPyD podía
ser una alternativa política «diferente», con una estructura menos monolítica y
con mayor democracia interna. Por eso, la forma en la que ha salido Buesa, despotricando del autoritarismo de Díez y su equipo,
puede hacerle un daño enorme a UPyD, tanto más cuanto
que se ha unido al abandono de distintos líderes regionales que han coincidido
en los mismos reproches. Díez debería reflexionar sobre ello, pues si su
partido acaba siendo tan estalinista en su organización interna como el resto
de fuerzas políticas tradicionales no tendrá ningún valor diferencial que
ofrecerle al electorado.