EL NACIMIENTO DE UNA NACIÓN
Artículo de Carmen Martínez Castro en “ABC” del 01.04.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Nada que ver con el heroísmo, la
grandeza o la épica que se le supone al acontecimiento, lo que históricamente
suele ser una gesta de héroes ha concluido como un ramplón trámite de
burócratas; así ha nacido la nación catalana. El texto delirante que llegó al
Congreso envuelto en aromas de romero y euforias casi adolescentes se ha
transformado en un engrudo de imposible digestión, una mezcla de hastío,
disimulo e intereses espurios. Ni su gran muñidor, el presidente Zapatero, se
tomó la molestia de presentar ante el pleno la criatura política. El gran
proyecto de la legislatura ha pasado el trámite de un bajonazo y en medio de un
aburrimiento soberano.
Ha nacido la nación catalana en un gigantesco bostezo, como una asamblea de
agentes comerciales o una convención de vendedores de seguros. Es el justo
corolario al devenir de este nacionalismo sin héroes, el blindaje perfecto para
unas élites que han hecho del victimismo su modo de vida y su gran coartada
contra todos los escándalos imaginables. Esa clase política ineficaz y
escasamente ejemplar deberá abordar ahora la gestión de su engendro, pero la
penitencia no caerá sobre sus espaldas sino sobre la ciudadanía de una Cataluña
cada vez más ensimismada más uniformada, menos competitiva y menos libre.
Ha nacido una nación y otra, si no ha muerto, al menos ha resultado herida de
gravedad, amputada en su esencia más profunda. De un tajo parlamentario la
soberanía de la Nación Española, única e indivisible, ha pasado a ser divisible,
plural y negociable. Desde ahora asistiremos al desmentido diario de la fórmula
falaz de la «Nación de naciones»: en Cataluña sólo habrá una nación y esa no
será España precisamente.
Todos los aspavientos jacobinos de las viejas glorias socialistas naufragaron el
jueves en la letanía de la votación parlamentaria. Allí quedaron las amenazas de
Guerra, las diatribas de Leguina, las intrigas de Benegas, la autoridad de los
socialistas andaluces y los 50 diputados que buscaban un capitán que se inmolara
por España.. Se cumplió la tremenda profecía que César Alonso de los Ríos
realizó hace más de una década: España ha caído finalmente y eso ha sido posible
sólo porque el PSOE la abandonó hace tiempo. Es un fenómeno estrictamente
político aunque se haya llevado por delante varias ilustres carreras personales
A los millones de ciudadanos que hoy se ven expulsados de este nuevo régimen les
queda el magro consuelo de releer el discurso de Rajoy. Fue, una vez más, el
discurso político por excelencia, el que habló de derechos, libertades, igualdad
y de solidaridad . No fue el discurso de la derecha sino el discurso de España,
el de la Nación que se resiste a morir entre bostezos y silencios traidores.