Artículo de M. Martín Ferrand en “ABC” del 01 de noviembre de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
«PESSEBRE»
es una palabra polisémica que, en el idioma catalán, lo mismo sirve para
referirse a la representación del naiximent del nen Jesús que para, en sentido figurado, aludir a las
ilegales, inconfesables y nada éticas vías de enriquecimiento para los
políticos corruptos y sus beneficiarios ocasionales. Tengo ahora a la vista,
mientras escribo, una delicada edición del Poema del pessebre
al que puso música el irrepetible Pau Casals sobre letra de Joan Alavedra.
Se refiere, claro está, al nen Jesús. El hijo del
poeta, Maciá Alavedra,
junto con Lluis Prenafeta,
ingresó en prisión como sospechoso de acudir y nutrirse en los pessebres de Santa Coloma de Gramanet.
Es una forma poco fina, pero rentable, de mantener la tradición familiar, algo
que como vemos estos días resulta fundamental en los usos y prácticas
catalanes.
Alavedra y Prenafeta, tal para cual, son
nombres inseparables del tiempo en que Jordi Pujol era president
de la Generalitat. Eran sus manos más largas y sus intérpretes y mensajeros más
fieles. Interlocutores indispensables para quienes, desde dentro, aspiraban al
progreso económico o, desde fuera, intentaban asentarse en Cataluña. Grandes
personajes de CiU. Ahora, Oriol Pujol, hijo del Pujol al que llamábamos molt honorable -otra expresión polisémica -, en su calidad
de portavoz de CiU en el Parlament, acaba de anunciar
la suspensión de militancia de los dos notables de su partido que, junto con
otros del PSC, están imputados en la trama de corrupción urbanística de turno,
algo inseparable del folclore nacional e hiperdesarrollado
a orillas del Besós. En un gesto de singular ternura y evidente compañerismo,
el hereu del ex president,
veterinario de carrera, ha manifestado el «apoyo y afecto» de su partido hacia
los suspendidos de militancia.
Hace
noventa años, Julio Camba, magistral y preciso, escribía en estas páginas que
los catalanes «ayudados del mar, de la tierra... y de los aranceles han pasado
del periodo heroico al periodo industrial. (...) Su cocina es sabrosa y barata.
Su moral es menos austera que la moral de Castilla, y también es barata». ¿Qué
podría añadir yo, que sólo soy de La Coruña, al certero y magistral diagnóstico
de Camba que, además de ser de Pontevedra -de Villagarcía
de Arosa-, es paradigma incuestionable en este pobre
oficio de contar lo que pasa y tratar de valorarlo sin demasiadas ofuscaciones?