LA SOLUCIÓN ES EL PSOE
Artículo de M. Martín Ferrand en “ABC”
del 1-5-10
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
España no
es Grecia, repiten machaconamente Elena Salgado y otros notables
gubernamentales. Eso es verdad; pero tampoco es Alemania, Francia o Gran
Bretaña. En lo que a solvencia respecta, España es como Irlanda y hasta un poco
más que Italia. Ello no quiere decir, en modo alguno, que sería conveniente
organizar un multitudinario concierto nacional de castañuelas para mostrar
nuestra alegría colectiva. España, y no sólo en términos económicos y de
rating, está peor que hace seis años, cuando José Luis Rodríguez Zapatero
sucedió a José María Aznar como residente en La Moncloa y mucho peor que hace
dos, cuando renovó su contrato de inquilino. Ese debe ser el punto de partida
de cualquier análisis. Esto no es una competición, sino la vida y el bienestar
de los ciudadanos.
Tampoco
es cosa, por estéril, de ensañarse en la crítica a quien, siendo el peor jefe
del Ejecutivo de los últimos 35 años, parece convencido de estar tocado por los
dioses y tener en sus manos el talismán de la grandeza nacional. Unas veces por
acción y otras por omisión, Zapatero ha creado el ambiente propicio para la
ruina económica, desde el paro a la Deuda pasando por el déficit, y, lo que es
peor y más irreversible, también para la ruina política. Aquí, donde hasta los
gatos quieren zapatos, un líder regional cuyo partido respaldan un 3 por ciento
del total de los votantes españoles puede permitirse el lujo de «avisar» de la
gravedad que conlleva que la Constitución se anteponga a «su» Estatuto de
Autonomía.
Tan
grave situación exige soluciones y, ante la imposibilidad de un pacto de Estado
entre los dos grandes partidos, a dos años de las próximas legislativas y sin
que el principal grupo de la oposición admita la hipótesis de una moción de
censura sin victoria garantizada (!), sólo cabe una solución teórica y no
rupturista: el PSOE, responsable y respaldo del liderazgo de Zapatero, tendría
que actuar y, en uso de las prerrogativas reglamentarias que asisten a su
cúpula, reconvenir y, en su caso, sustituir a quien ya tiene acreditada su incapacidad
fáctica para enfrentarse a la situación con la energía y la inteligencia
debidas. La dejación presidencial está calentando un cisma institucional y, al
tiempo, ha puesto el futuro económico de la Nación en manos de los llamados
agentes sociales. Vistas las cosas desde esta perspectiva, no estamos como
Grecia, sino muchísimo peor.