LA DISTANCIA MÁS LARGA

Artículo de Manuel Martín Ferrand  en “Republica.es” del 10 de mayo de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Cuando en el bachillerato cabían los Reyes Godos, los libros de texto coincidían en afirmar que “oscuro se presentaba el reinado de Witiza”, el visigodo que instaló en Tuy la capital del Reino de Toledo. En nuestros días, ese tipo de previsiones sobre el futuro político puede basarse en la observación de la conducta de algunos periódicos. Puede deducirse, por ejemplo, que oscuro se presenta el futuro de José Montilla a partir del hecho de que La Vanguardia, el único diario español con más agilidad que El Mundo a la hora de adaptarse a los vientos cambiantes del poder, le haya dedicado en su edición dominical tres páginas de entrevista a Artur Mas. Y no tres páginas cualesquiera: las siguientes a las cuatro de apertura de su sección política consagradas a la operación del Rey y a su estado de salud. A mayor abundamiento, el entrevistador del presidente de CiU no fue un redactor raso; sino Enric Juliana, subdirector, delegado en Madrid y – junto con Jordi Barbeta – el más sutil de los analistas políticos del órgano de la burguesía catalana.

La entrevista, que no tiene desperdicio, se abre con un rotundo titular, una cita del propio Mas: “Zapatero está acabado y debe ser sustituido”. No le negaré yo al líder nacionalista ni un gramo de los varios quintales de sensatez y sabiduría que encierra su diagnóstico. “Su crédito se ha acabado y no hay indicios de que pueda recuperarlo”; dice, para añadir a continuación: “Lo más sensato sería adelantar las elecciones”. Está bien visto, pero el trámite debido para alcanzar ese efecto – la sustitución de Zapatero por el propio PSOE que le respalda – no parece posible, especialmente cuando el socialista ha tomado la precaución de descabezar a su formación y alejar de su cúspide cualquier vestigio de personalidad, talento y experiencia. ¿Podemos imaginar a José Blanco y Leire Pajín, sus lugartenientes, a la cabeza de un “rebelión” contra el de León?

Las declaraciones del líder catalán cierran el círculo de las de los grandes jefes de fila en el panorama político español. No queda ninguno, ni uno solo, dispuesto a aceptar la hipótesis de una salida de la crisis con el liderazgo de Zapatero y, sin embargo, el recuento de las posibilidades parlamentarias de una moción de censura encabezada por Mariano Rajoy resulta totalmente negativo. Es algo, también, para la inquietud general. Como dice la copla, “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio; contigo, porque me matas y sin ti, porque me muero”.

Esta enrevesada situación es síntoma claro de nuestra honda enfermedad política, previa y razón de las crisis que padecemos. En una situación de bipartidismo fáctico, en la que los dos grandes partidos acaparan el ochenta y cinco por ciento de los votos, las restantes formaciones del muestrario, ¿prefieren el desgobierno fracasado y temerario de un Zapatero que anda grogui por el escenario que la hipótesis del relevo por parte de Rajoy? Algo deben estar haciendo mal los del PP.

El anticipo de las elecciones, la gran solución, depende de la voluntad de Zapatero, que no parece dispuesto a perder un solo día de poder, o de la firmeza de los diputados socialistas, algo inimaginable. Podría depender de una moción de censura si Rajoy tuviera los redaños suficientes, pero tampoco es el caso. ¿Debemos resignarnos a agotar la legislatura, de mal en peor, viendo crecer el paro, el déficit y la deuda?

Viene repitiendo Rajoy estos últimos días que a Zapatero se le ha acabado el tiempo. Es, como acostumbra el jefe de la gaviota, una expresión confusa y equívoca. ¿Qué tiempo es el que se le ha acabado a Zapatero?

La legislatura no concluye hasta la primavera de 2012. A quienes se nos acaba el tiempo es a nosotros, los contribuyentes, y a quienes ya se les acabó es a los cuatro millones y medio de parados. A quien, sobre todo, se le acaba es al propio Rajoy. Como bien dice Tennessee Williams en El zoo de cristal, “el tiempo es la distancia más larga entre dos lugares”.

Ese tiempo que se le acabó a Zapatero puede operar, por omisión, en contra de Rajoy. Ser, también, el tiempo que se le acabó al del PP.  De ahí que, y ustedes me perdonarán la insistencia, la única salida dentro del parlamentarismo que tanto cacareamos es que el jefe de la oposición, ante unas crisis tan graves como las que tenemos encima, presente una moción de censura. Aunque sea para perderla. Para, por lo menos, poner en evidencia la torpeza nociva del presidente del Gobierno y su equipo y para demostrar que está en condiciones de enfrentarse con el problema. Porque Rajoy dice tener soluciones y, seguramente, las tendrá; pero, al margen de los grandes enunciados, ¿hay alguien que las conozca en su pormenor?