Artículo de M. Martín Ferrand en “ABC”
del 12 de junio de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
España es un dislate en
el gasto público. Mírese en la dirección que se quiera, salta la liebre
manirrota
Aquí, en
España, lo real es casi siempre imaginario o, cuando más, algo dudoso e
impreciso. A lo largo de los siglos, y no siempre por las buenas, nos hemos ido
acostumbrando a ver lo que no miramos, escuchar con oídos ajenos, palpar con
guantes, oler de espaldas y paladear sin criterio: efectos negativos de la poca
educación y el mucho descanso que nos sirven como indicadores de conducta
colectiva. Por eso es más real en nuestras vidas Hannah Montana que María
Teresa Fernández de la Vega y Elena Salgado, las dos juntas. No es el triunfo
de la imaginación, sino la consecuencia de la prioridad contemplativa —tan
perezosa, tan estéril— que le hemos dado a nuestras vidas. Montana nos viene
dada por Disney Channel y las vicepresidentas son un
efecto colateral, y no necesariamente deseado, del voto a José Luis Rodríguez
Zapatero, el hombre que convierte a los pobres en parados y a los ricos en
pobres. Una lumbrera.
A partir
de esa confusión entre lo real y lo fantasioso nos pasa lo que nos pasa y,
especialmente, con cuanto afecta al Presupuesto. Ayer se publicaba en estas
páginas que el Gobierno, después de congelar las pensiones, autorizó una
aportación de 1'4 millones de euros de la Seguridad Social para la formación de
sindicalistas en Iberoamérica. Aparte de que nuestros hermanos del otro lado
del mar no han hecho nada tan perverso como para merecer el castigo de un
sindicalismo clónico del que aquí encarnan especímenes tales que Cándido Méndez
o Ignacio Fernández Toxo, ¿está el horno para esos
bollos o somos víctimas de otro espasmo de la prodigalidad gubernamental típica
del zapaterismo?
España,
en el todo y en sus diecisiete porciones, es un dislate en el gasto público.
Mírese en la dirección que se quiera, salta la liebre manirrota. En Castilla-La
Mancha, por ejemplo, las Cortes Regionales acaban de aprobar —con la abstención
del PP, algo es algo— un aval de 140 millones de euros para el Aeropuerto de Ciudad
Real, uno de esos proyectos megalómanos y ruinosos que tanto gustan en las
Autonomías. El aeropuerto es una ruina inviable y enterrar en él, sobre los más
de 1.000 ya derrochados, otros 140 millones no tiene más explicación que el
encubrimiento de quienes financiaron una pintoresca iniciativa privada con
dinero público. Ya se llevaron por delante la Caja de Ahorros que lleva el
nombre de la Autonomía y, de seguir así, terminarán con todo el patrimonio,
incluso el espiritual, de la Región. Incluidos Don
Quijote, Sancho, Dulcinea y el mismísimo Plinio, imaginario jefe de la Policía
local de Tomelloso. No es que gasten con más o menos
justeza, es que destrozan.